"Esta tipa me da miedo..." pensó Tomás y la empujó.
—Tú estás loca, mejor busca ayuda —dijo mientras bajaba de la cama, abrió y se fue.
No supo de dónde sacó aquella fuerza para poder dejar semejante tentación, anteriormente él hubiera sido quien acosaría a aquella muñequita. Bajó las escaleras rápidamente, estaba terminando de arreglar su camisa cuando vio a Gabriel entrar a la casa.
Tomás quedó paralizado por un instante, vio como aquellos ojos lo recorrieron de arriba abajo, su semblante se vio muy serio:
—Tienes labial en la mejilla —soltó, caminó y pasó por su lado, Tomás no lo entendió, pero cuando lo sintió caminar cerca de él sintió que todo su cuerpo se erizó.
—No le hice nada a tu hermana —dijo Tomás.
—Lo que hagas o dejes de hacer con mi hermana no me incumbe —soltó con mucha seriedad Gabriel.
—¿Estás loca? —preguntó Gabriel entrando al cuarto de Gera.
Se lanzó sobre su hermana:
—¿Qué te pasa Gabriel?
—¿Cómo pudiste intentar acostarte con uno de nuestros vecinos? ¡¿Y con Tomás?! —le habló fuertemente.
—¿Qué tiene? La verdad es que está buenísimo y le traigo unas ganas...
—Tú no me interesas para nada, si quieres agarrar una enfermedad allá tú, pero no con él. Ese chico estuvo a punto de morir y está en rehabilitación, déjalo en paz.
—¿Qué?
—Fue drogadicto y no puede recibir emociones como esa, apártate de él. Si te quieres dañar tu vida adelante, puedes hacerlo, pero no lo arrastres a él. Seguramente le costó muchísimo salir de la droga, sus padres han sufrido demasiado, si él se envuelve con una chica como tú caerá muy rápido.
—Dios... ¿Es que acaso soy tan mala influencia?
—No... Para nada... —dijo Gabriel con mucho sarcasmo, se bajó de la cama y salió del cuarto.
En realidad, Gera tenía su vida muy desordenada, ni ella sabía cómo pasaba los años en el colegio. Sus padres siempre discutían con ella porque mantenía en fiestas y con chicos, en algunas ocasiones ni llegaba a dormir a la casa. Bueno, eso pasaba cuando Gabriel, su hermano gemelo, no estaba en la casa, ahora que se habían mudado y Gabriel vivía con ella, (él antes vivía con su abuela) la chica ya no tenía la misma libertad, Gabriel era muy estricto con ella y parecía un padre regañón a su lado.
—¡Voy a salir! —gritó Gera forcejeando con la puerta que daba a la calle. Gabriel estaba cruzado de brazos mientras se recostaba a un mueble.
—Ya te dije, no vas a salir.
—¡Abre la maldita puerta! —gritó muy enojada Gera.
—Grita todo lo que quieras, no vas a salir.
—No quiero estar encerrada, necesito salir.
—¿Para qué? ¿Qué piensas ir a buscar? —preguntó Gabriel acercándose a su hermana—, ¿por qué te alteras tanto por salir? —la recostó a la puerta— ¿Te estás drogando?
Hubo un gran silencio en la sala.
—¡Maldita sea, que respondas! —gritó Gabriel, su voz era áspera, pero sus ojos estaban rojos, se notaba que quería llorar.
—Déjame salir.
Gabriel extendió su mano donde estaba la llave que abría la puerta:
—Ve, drógate todo lo que quieras, pero a esta casa no vueles ¿oíste? Ah... Y como no vas a tener dinero para poder comprar más te recomiendo que te prostituyas, dicen que no pagan mucho pero como eres joven tal vez si te dan lo que quieres, es buen negocio.
Gera no tomó la llave, solo miraba los ojos de su hermano, sus iris eran del mismo color, muchas veces le dijeron que ella era él en versión mujer y viceversa. Pero le parecía que eran tan diferentes, él era tan bien y ella tan mal...
La joven soltó el llanto y abrazó a Gabriel:
—Perdóname... Es que no soporto... —decía en sollozos.
Aquella noche durmieron los dos acurrucados, pero ella a veces se despertaba por las ganas de salir a buscar algo, así que Gabriel se despertaba y le cantaba para que se calmara.
—¡Oh...! Gabriel, buenos días —saludó Alejandra a lo lejos al verlo salir. Observó a la chica que estaba con él. Le impresionó el poder conocerla, eran muy parecidos, caminó hasta ellos y no disimuló el que reparaba a la chica.
—Pareces una muñeca... —dijo Alejandra muy sonriente— ¿son hermanos?
—Ella es mi hermana gemela, Gera —presentó Gabriel.
—Mucho gusto, Alejandra —estrecharon sus manos.
—¿Por qué antes no la había visto? —preguntó Alejandra.
—Viajo mucho, bueno, los dos viajamos mucho y muy poco estamos en casa —explicó Gera.
—Vaya, eso es muy genial... ¿sus padres también viajan bastante? Su casa casi siempre está sola.
—Sí, ellos muy poco están en casa por el ritmo de vida que tienen —explicó Gera.
—Se nos hace tarde para ir al colegio, hablamos después —dijo Gabriel.
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Editado: 13.05.2023