SAHIR:
Eran las cinco de la tarde, y aun no podía dejar de pensar en ella no sabía cómo hacer que el tiempo pase y poder verla nuevamente.
Me encontraba caminando sin rumbo, mis pensamientos atacaban mi mente, Mia estaba ocupando hasta el más mínimo espacio de mi, los audífonos con esas músicas tan cursis y románticas que estaban en mi reproductor no ayudaban, ¿desde cuándo invadió mi teléfono ese tipo de música?, ahora lo recuerdo, fue desde que la conocí, realmente no podía aguantar más tiempo tengo que decirle lo que siento por ella, decirle que duele hasta el simple hecho de respirar cuando no está a lado mío, y cuan feliz hace mi mundo con tan solo verla. ¿Lo lograre esta vez?, ¿por qué tengo tanto miedo?, el hecho de pensar en perderla me acobarda, no soportaría que se aparte de mí. ¿Pueden ver cuán enredada esta mi mente en este momento?, desearía poder ordenar todo ahí dentro.
No puede ser, de pronto empezó a sonar la canción de Sebastian Yatra – No hay nadie más, ¡bamm! exploto todo lo que sentía dentro de mi corazón ganándole a la voz de la razón, me puse a cantar cerrando los ojos , sin importarme lo que la gente pudiera pensar al pasar por mi lado.
Ya no existe espacio en la melancolía
Porque a su lado todo tiene más razón
Me llevé sus lágrimas, llegaron risas
Cuando estamos juntos la tierra se paraliza (se paraliza)
Hay algo más, inexplicable como su mirada
Inigualable como la manera en que me cela
Y trata de disimular que no está mal
Voy a cuidarte por las noches, voy a amarte sin reproches
Te voy a extrañar en la tempestad
Y aunque existan mil razones para renunciar..
Sentí la magia de la música canalizando todo lo que turbaba el interior de mi ser, pero lo mejor de todo fue que encontré la respuesta a tantos suspiros, a esas noches de insomnio, a no poder tenerla siempre con migo, después de esta canción tome las fuerzas necesarias que necesitaba para decirle todo lo que siente mi pobre corazón cuando la ve, esa canción tenía toda la culpa, y la razón también, mis ojos ya no podían ver a nadie más, mi corazón se sentía feliz pues hoy Mia iba a saber todo, me tape los ojos creo que hasta di pequeños brinquitos y sentí como se iban calentando mis mejillas, sentía euforia en todo el cuerpo, de pronto me di cuenta que estaba en la calle y que había mucha gente alrededor, solo hasta entonces lamente no haber vuelto a mi casa y ponerme a meditar ahí, abrí los ojos vi que la gente dejo de caminar y estaba mirándome entre risas, menos mal no grite de la emoción, porque estaba a punto de hacerlo.
Luego de inmediato me di cuenta que pase por desapercibido que el día de hoy iba a declararme y no tenía nada preparado, no podía llegar con las manos vacías, definitivamente Mia debía saber cuan especial es para mí y cuanto eh pensado en este momento. Lo primero que se me ocurrió fue ir por flores y un oso no estaría nada mal, pero recordé que mi madre tenía un hermoso collar muy especial que me entrego hace algunos años, ambos esperamos por la chica correcta que deba llevarlo y definitivamente es Mia, así que decidí ir solamente por las flores y el collar de mi madre, mire la hora ya era las seis menos cuarto, tengo que apresurarme.
Llegue a la casa de Mia, no podía contener la emoción no obstante los nervios me carcomían, ¿Cómo saldría todo?, toque el timbre, y me dispuse a esperar, oculte las flores en mi espalda, tenía que ser una sorpresa, creo que el tiempo pasaba demasiado lento, tenía demasiadas ansias así que volví a tocar el timbre, pero no hubo nadie que abra la puerta, toque por tercera vez, no podía creer que no se encontrara en su casa… decidí marcarle a su teléfono, tardo en contestar.
- Hola Sahir – dijo Mia.
- Estoy fuera de tu casa, ¿puedes abrirme?
- Salí de casa, lo siento… - se notaba algo nerviosa al hablar – olvide que tenías que venir, y ahora mismo estoy algo lejos de casa, realmente lo lamento.
- No importa, yo esperare solo date prisa – colgué antes de que pudiera decir algo más.
Me pare en la puerta y me puse a esperar, pero realmente tardaba, veía los autos venir en dirección hacia mí y me alegraba creyendo que al fin se encontraba de vuelta, pero a medida que se acercaban me daba cuenta de que no era su auto, parecía el perrito de esa película que esperaba a su dueño con tanta paciencia y tan alegre.
Paso un poco más de media hora pero para mí fue una eternidad, de pronto la vi llegar sin su auto, estaba acompañada por un par de tipos, me miro y se puso nerviosa, rayos ¿por qué tenía que decidir declararme justo el día de hoy?, espera… ¿desde cuándo Mia tenía amigos?, estábamos a 30 centímetros de distancia y no pude evitar mirar esos ojos verdes intensos en uno de ellos.
Buen día queridos lectores, les deseo un excelente día y un buen fin de semana, no olviden dejarme su comentario.