Estuve inmersa en la voz de Brandon, durante las siguientes canciones. Era increíble el talento que poseía ese chico. Si yo fuera él, ni loca hubiera estudiado arquitectura. ¿Para qué esforzarte con los libros y la matemática, teniendo tanta capacidad artística? La verdad es que no lo entendía.
Los últimos dos temas los cantó el bajista, pero mi atención seguía en Brandon, ni siquiera en el pobre Jason a quién se suponía que también venía a ver. Es que me sentía presa de sus encantos musicales, hechizada por cada rasgueo de cuerdas. En varias ocasiones, Brandon levantó la vista de la guitarra y nuestros ojos se encontraron… En esos momentos no sabía qué me gustaba más de él, si su voz o su cabeza ladeada.
En cuanto bajaron del escenario, vinieron hacia nosotras muy sonrientes. Observé a Brandon con atención, intentando encontrar al chico carismático y profundo que acababa de abrumarme con su solemnidad musical. Para mi sorpresa, regresó al estado de inocencia y ternura que lo caracterizaba. Era, nuevamente, el Brandon que yo conocía y trataba, por lo que la burbuja de sentimientos en la que estaba inmersa a causa de su mágica voz, se rompió y todo volvió a la normalidad. Me resultaba increíble cómo una persona era capaz de tener facetas tan opuestas entre sí.
Nos sentamos en la barra, para que los chicos tomaran un poco de agua y comieran algo antes de que regresáramos a los alojamientos. Apenas si habían tocado bocado, así que estaban un poco hambrientos.
Mientras Brandon se metía un gran puñado de papas a la boca, le golpeé el brazo. Mi intención era que fuera despacio, como un gesto entre amigos, pero se me fue un poco la mano y el chico se trastabilló y casi se cae de la silla.
Típico, Amy, típico. Quería patearme allí mismo.
—Ay, lo lamento… yo no quería…
Brandon tragó con dificultad y desdramatizó la situación con un gesto de la mano. Suspiré de alivio por su actitud aplacada. Se me daban fatales esas bromitas, tendría que abstenerme de hacerlas en el futuro si quería evitar más desastres. Seguí con lo que quería decirle, que era básicamente mi renovado fanatismo.
—Hey, estuvo fantástico, Brandon. Nunca había escuchado a nadie tocar como tú. Fue algo conmovedor —expresé con sincero entusiasmo y me quedaba corta con las palabras. Brandon había logrado transmitirme sentimientos y emociones con su música y eso era difícil de lograr.
Él se sonrojó de manera tan evidente, que ni siquiera la poca iluminación del bar podía ocultarlo. Eso me sorprendió un poco. Es decir, con su talento, él tendría que estar acostumbrado a esa clase de cumplidos… ¿O no?
—¿Nunca te han dicho que tocas de una manera impresionante? —pregunté con el ceño fruncido. Él dudó unos segundos, pensando en la respuesta.
—Mmmm, no… —dijo alargando la o—. Quiero decir, me han dicho que toco bien, a secas… ¿En serio te pareció impresionante?
Asentí efusivamente. No podía creer lo que había escuchado… “bien, a secas”. Esa gente estaba loca, o eran una manga de ignorantes. Él era un genio.
—Acabo de convertirme en tu fan número uno, Brandon Spencer —le contesté.
Él sonrió de costado y ladeó su cabeza, de la manera que solía hacer… tan tierno que lograba derretirme. Me daban ganas de apretarle las mejillas…
¿Qué demonios estoy pensando?
Sacudí mi cabeza después de aquel pensamiento y él me miró confundido, esperando a que le explicara mis extrañas acciones. Yo negué rápidamente, agitando mis manos.
—Na-nada —titubeé. Él solo asintió, no muy convencido.
Luego nos unimos a la conversación del resto del grupo, donde nos presentaron a los otros dos miembros de la banda, cuyos nombres olvidé cinco minutos después de que me los dijeran.
Nos quedamos en el bar otros quince minutos y luego nos fuimos. Los varones nos acompañaron para dejarnos en el alojamiento primero. Muy caballeros, por cierto.
Tenía que admitir que me había divertido con ellos, habíamos pasado un tiempo de calidad juntos y habíamos creado muchos recuerdos. Sí existía algo bueno en mi vida universitaria, eran esos tres chicos de primer año. Estaba un paso más cerca de llamarlos “amigos” y de solo pensarlo me daba una punzada de emoción en el corazón.
Este año lo había empezado con las expectativas bajas y con la disposición a comenzar todo desde cero, ya que no quería repetir lo sucedido el anterior. Mi idea era centrarme en los estudios y en las prácticas, además de mantener un comportamiento serio. Y si se daba el caso, también debía hacer amigos con la misma mente. E increíblemente, lo estaba consiguiendo.
Me acosté boca abajo en mi cama, abrazando mi almohada. Era un poco tarde, pasada la una de la madrugada y sentía mis ojos pesados. Sin embargo, mi mente no dejaba de dar vueltas y vueltas. Odiaba cuando eso me sucedía, era un fastidio querer dormir y no conseguirlo.
Pero en un momento dado, entré en un estado de letargo y el mundo de los sueños se mezcló con la realidad. Era algo que casi nunca me sucedía, estar durmiendo, pero en cierto sentido aún estando consciente. Entonces algo extraño empezó a ocurrir.
Yo tenía muy claros mis sentimientos hacia Brandon Spencer. Él me agradaba y mucho, su forma de ser me hacía sentir cómoda, era mi casi-amigo y mi nuevo cantante favorito, pero tenía la certeza de que no había nada raro, ni más allá de lo platónico.
Por eso fue algo chocante que esa noche soñara con él. Su voz se coló en mi subconsciente, junto con sus gestos que tanto me gustaban. Desde el escenario me sonrió con la cabeza ladeada y unas mejillas sonrojadas aparecieron en el mismo segundo.
Él bajó, con su guitarra en la mano y con la otra acarició mi rostro. Unas extrañas cosquillas se alojaron en mi espalda. No entendía nada, pero a la vez tenía mucho sentido. No me contuve de tocarle las mejillas redondas y coloraditas, tan tiernas y capaces de elevarle el ánimo a cualquier persona. Sus ojos avellana se encontraron con los míos y pude verme reflejada en ellos, no como el monstruo temible del que todos hablaban… sino como yo, como Amy. La bondad que transmitía esa mirada me hacía sentir bien, me daba una tranquilidad que no recordaba que podía tener.