Me he calmado un poco después de ese día con esa chica, he revisado el chat de WhatsApp con la intención de llamarla de nuevo y requerir de sus servicios, pero me abstenido de hacerlo. Por una parte, quiero demostrarme y demostrarle y mi difunta esposa que tengo control, pero mi autocontrol apesta pierdo el control la escribo para contactarla y rápido lo borro y corro hacia mi saco de box y lo golpeo con fuerza con la esperanza de que el dolor en mis nudillos me calme.
Funciona un poco el ardor que siento con cada golpe, cada patada o cuando mis antebrazos chocan contra las estacas de madera. Aumenta mi excitación por lo que termino manchando mis pantalones deportivos, pero no voy a resistir por mucho tiempo necesito de ella para clamarme completamente. Mi respiración esta agitada, mis manos tiemblan, me golpeo a mí mismo para satisfacerme, pero también necesito de ese ingrediente esencial. Necesito sexo, mientras siento el dolor en mismo.
Necesito que sus uñas vuelvan a clavarse en mí, para poder calmarme. Me metí en esto y no quiero perderlo. Decido le escribo a la chica.
–Hola… está disponible –escribo.
No me responde. Ya ha pasado más de una hora y nada de que responda, me empiezo a desesperar. Decido que si no responde en cinco minutos más buscare otra chica, para obtener lo que quiero. Miro mi tiempo. Tres minutos pasan. Voy al navegador para buscar otra chica, buscando entre toda esa lista de chicas encuentro una que llama mi atención. Presiono el botón de WhatsApp y justo antes de presionar enviar llega el mensaje.
–Lo estoy –su mensaje es corto.
–Paso más de una hora. ¿Por qué debería contratarla? –escribo.
–Estaba en una cita. No eres el único que atiendo, además… siento que estas desesperado –responde.
–¿Desesperado? –respondo. Acertó.
–Déjame adivinar… te cansaste de esperar por mí y empezaste a buscar otra chica –responde ella.
A pesar de que solo escribe, me doy cuenta de su juego. Sé muy bien que está disfrutando de esto, incluso en este momento está poniendo a prueba mi paciencia.
–Llego a esa conclusión tan rápido. O solo mato tiempo para planear su juego de palabras –intento salir por la tangente.
Tarda en responder –entonces está dispuesto a que lo ponga a prueba.
–¿Dónde y cuándo? –respondo.
–En diez minutos. Parque central de la ciudad –responde.
–Que sea dentro de una hora –escribo.
–De acuerdo, pero no te servirá –termina el chat
Estoy desesperado es verdad, pero con esta táctica logro desviar un poco su atención y en parte es verdad. La verdad me demorare en llegar menos de ese tiempo hasta punto acordado. Me visto y subo en mi auto directo al lugar.
Reviso la hora falta veinte minutos antes, dejo mi auto estacionado y espero mientras analizo todo a mi alrededor, soy muy desconfiado y la verdad citarnos en un lugar público tiene sus pros y contra. No conozco a esta chica el hecho de que me haya acostado con ella una vez, no quiere decir que la conozco en profundidad. Por eso es mejor estar preparadora para todo, si ella cree que puede jugar conmigo no sabe nada. Golpes en mi ventana. Es ella.
Muevo la cabeza para que entre por la otra puerta. Lo hace y el poco tiempo que gano lo aprovecho para hacer lo que tengo que hacer. Grabar lo que ocurre. Ingresa esta con su ropa tradicional y el aroma de su perfume es exquisito. Me mira.
–Bien. Aquí estoy –sus manos reposan entre sus muslos mueve su dedo pulgar sobre el índice.
Identifico esa señal y saco mi billetera para pagar. Ella extiende la mano para tomar su pago y lo guarda en su bolso. La miro por el rabillo y centro mi atención hacia al frente y sigo analizando todo, no hay nada sospechoso. Enciendo el motor para salir de aquí es muy público y necesito algo privado.
–Hay un hotel cerca aquí mismo –dice ella.
–¿Quién dijo algo de hoteles? –respondo.
Conduzco hasta salir de la ciudad a un área despejada, llegamos hasta un lugar donde algunos vehículos saben estacionarse para pasar la noche. Tiene una forma circula profunda, pero nos cubre.
–Ya han pasado un poco más de treinta minutos –dice la chica.
–¿Qué con eso? Tengo tiempo de sobra –respondo.
Ella sonríe –ya entiendo lo que intenta –la miro –quiere desviar el tema principal. No es por el sexo, quiere demostrar que no está desesperado.
–¿Qué con eso? –vuelvo a preguntar.
–Te estas engañando. Claramente noto tu desesperación y si tenemos sexo lo notare aún más. ¿Por qué no haces lo que tienes que hacer? –me reta.
–Estas provocándome. Y eso no es buena idea para ti –digo a pesar de que todo lo que dijo es cierto.
Estoy desesperado por liberar esta tensión y tener algo de calma por un pequeño lapso de tiempo, antes de volver a recurrir a ella de nuevo.
–Solo hazlo –me reta al morderse el labio inferior.
Mis deseos están que arden con ese gesto y además que repase su lengua sobre sus labios incrementan mi excitación. Pierdo el control. Noto como ella se pone tensa es la misma expresión que tenía cuando lo hicimos la primera vez, pero siento algo diferente en ella. Abro mi puerta y la rodeo abriendo su puerta y la tomo del cuello con mi mano, acercándome beso su mentón, subo a sus labios, los beso. Y toco la punta de su nariz con mi lengua. Sujeto sus manos y usando el cinturón las ato, reclino el asiento con sus brazos levantados. Recorre un poco el asiento, metiéndome bajo su vestido levantándolo para arriba dejándome ver claramente, se sexy lencería. La retiro, embullo su hendidura en mi boca y paso una lamida. La escucho gemir.
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Editado: 10.06.2023