Prólogo.
19 de marzo, 2006.
Todos dicen que la secundaria es una de las mejores etapas de tu vida.
Uhm, lo dudo.
Prefiero el jardín de infancia, eso suena mejor. Quiero decir, ¿a quién no le encantaba esa fase?
A mí no.
Todos los días cuando mamá me trasladaba a ese lugar lloraba por qué sabía que iba a dejarme sola, yo era muy pegada a mi mamá. En esos momentos fui diagnosticada con mamitis severa.
Mi primer día fue terrible, todavía tengo recuerdos de aquel suceso, pero ahora, justo en este momento, me arrepiento.
La secundaria tiene sus cosas buenas y las malas, no todo es color rosa, al menos en mi caso.
Las cosas buenas podrían ser: pasar un bueno tiempo y tener diversión con mis amigos, salir y ver chicos lindos, definitivamente, de eso no hay duda. Hay diversas cosas buenas que se puede hacer estando en la secundaria.
En las malas cosas estarían: estudiar demasiado, eso nunca se queda atrás; tener que ver los rostros de las personas que son disgustas, aburrimiento y por último y más importante, los profesores.
Pero tengo que asistir por dos razones, la primera: mi futuro, y la segunda tiene nombres: mamá y papá. No es que no me guste, pero me parece... no, no me parece, es algo estresante. Por ejemplo, cuando llega el tiempo en la cual estoy finalizando las clases y ya no quiero estudiar más por la presión de todas las evaluaciones. Mamá dice que parezco como una anciana quejándome por cosas que ella ve simple. Uno todo el tiempo se complica la vida por cosas sin significado.
Quiero ser alguien en la vida, así que tengo buenas notas. Mi mamá siempre dice: “¿Cómo vas a hacer cuando estés en la universidad? Allí las cosas son más fuertes, así que no te quejes”. Ella siempre tiene razón.
— Elle, despierta. — escucho desde lejos como me llama April, mi mejor amiga. Está pasando su mano enfrente de mi cara alejándome de mis pensamientos. — ¿En cuál planeta estabas? Por qué en este no lo estabas.
Tiene razón.
— En mi mundo, tú sabes, fantaseando. — le saco la lengua de manera divertida.
Ella ríe negando con su cabeza: — No tienes remedio.
Estábamos de camino a la cafetería del instituto, en donde solo había dos grupos de personas, algo extraño ya que siempre estaba repleto de estudiantes. Primera vez que llegamos antes de la hora, tengo que pedir un deseo ya. Cuando esperaba a April que le dieran nuestro desayuno, me distraje pensando acerca del porqué yo estaba ahí.
Mientras desayunaba y conversaba con April, veo a varios chicos que estudian en el instituto aproximándose hacia nosotras, entre ellos viene uno en especial, el chico que me tiene complementa loca, Eric Headley. Primo de April.
Él es muy tierno y atractivo, no sabe que me siento atraída hacía él, en realidad, nadie lo sabe.
— Hey, chicas. ¿Qué hacen ahí tan solas? — pregunta Chase, el mejor amigo de Eric.
Ellos tomando asiento frente de nosotras, con sus deliciosos desayunos.
— Hablando sobre cosas de chicas, y obviamente, alimentándonos. ¿Y ustedes? — cuestiona April, muy directa con su sonrisa de niña buena. Sobre todo “buena”.
— Estábamos platicando acerca de quién es la chica más simpática y linda del instituto.
Chase no se queda atrás, él es lindo, tiene su toque. Rubio, ojos verdes. Lo típico, pero su actitud lo hace diferente. Cualquiera diría que es arrogante, pero es todo lo contrario. Podría ser mi hermano mayor.
Siguiendo con el tema de conversación, la curiosa de April cuestiona quién es esa chica.
— Yo digo que tú, sin duda— masculla Aarón, compañero de Chase y Eric.
Lo dice porque él gusta de April. Pero el sentimiento no es mutuo, ¿Cómo lo sé? April me lo comentó hace semanas atrás.
Aarón va a decir otra cosa, pero Eric se adelanta.
— Para mí Elle es más simpática y linda, es obvio, solo hay que mirarla. — dice mirándome directamente a mis ojos verdes manzana que son algo intenso. Y luego hace eso con su boca que me encanta.
Sí, él sonríe.
Haciendo que me sonroje y me sienta más atraída hacía él.