Ellos juraron no volver a las Minas de Hualilán

Solo era un paseo... pero se escucharon voces escalofriantes.

 

Nuevamente nos situamos en la provincia de San Juan, Argentina, en el departamento de Ullúm, lugar donde se hallan las ruinas de las Minas de Hualilán , lo que quedó de un pasado que parecía muy prometedor para aquellos extranjeros que llegaban a la provincia en busca de oro y plata. Actualmente los sonidos del viento serpenteando por el campo al pie de la cordillera se adueñan del paisaje que, en otra época, albergó a este sitio como uno de los más explorados y productivos del departamento.

La actividad minera del lugar comenzó casi con la misma historia de la provincia; allí vivieron los Incas, primeros conocedores de la riqueza de estas tierras que no contaban con agua ni tampoco tecnología para extraer el metal precioso. Años más tarde, en 1872, una compañía inglesa que ya realizaba actividades extractivas en la provincia descubrió Hualilán, que en la lengua aborigen significa “tierra de oro”. Los primeros tiempos de trabajo allí fueron exitosos, ya que se llegaron a procesar aproximadamente 200 toneladas de metal al día. Pero el tiempo marcó numerosas e importantes dificultades para la extracción del rubio metal, lo que llevó a la empresa a abandonar el emprendimiento.

Durante el periodo de las compañías inglesas, las minas eran trabajadas por los prisioneros de una cárcel que se hallaba en ese mismo lugar. Según los lugareños, en la actualidad, sus almas rondan las ruinas, declaradas  Patrimonio Cultural y Natural de San Juan  y hay quienes aseguran que en determinados momentos del día, fundamentalmente al caer de la tarde, cuando el sol intenso cubre de rojo las ruinas, pueden oírse claramente gritos, sonidos de cadenas, luces, lamentos y demás manifestaciones inexplicables en medio de la noche abierta, bajo la belleza azul del cielo estrellado.

En este marco, se comentan de boca en boca varios casos de actividad paranormal de familias completas o simplemente, de personas que ingresaron a las ruinas sin conocer esta peculiaridad de la que tanto hablan los ulluneros.

Es así como una tarde de abril, cuando está pleno el otoño sanjuanino, una familia compuesta por dos pequeños de cinco y siete años, su madre, una tía y un tío de los niños decidieron dar un paseo por Hualilán “para que los chicos conozcan”.

Con esta intención llegaron con mucho entusiasmo al paraje, descendieron del auto para adentrarse en el sitio, a la vez que la madre de los niños dijo: ”No se vayan lejos, nosotras nos quedamos acá esperando”.

El tío estuvo de acuerdo y emprendió la marcha con los entusiastas niños, internándose los tres entre las ruinas, sin perder detalle de cada una de las formas que la naturaleza había dado a capricho al otrora exitoso proyecto. Sus manos tocaron cuidadosamente la aspereza de la roca, lo que fue la entrada a la mina, evitando pisar piedras que contenían tanta historia si hubieran podido hablar. Sus ojos rondaron por columnas de paredes ya inexistentes, donde había aún extrañas marcas de lo que bien pudieron ser grilletes y cadenas, objetos del uso cotidianos como rústicos platos y jarros, botas de cuero, picos de metal, restos de viviendas que ocuparon los antiguos habitantes del caserío que se formó en torno al trabajo de los mineros, ya que sus familias, aún las de los presos, se establecieron en el lugar con la esperanza de alcanzar una mejor calidad de vida. Durante la jornada laboral, los presidiarios eran encadenados mientras picaban la piedra, para evitar que en el fragor de la dura tarea tuvieran oportunidad de fugarse. Por las noches, cuando se acababa el trabajo, cada uno iba a su celda custodiados por los guardiacárceles.  A pesar de las duras condiciones, los privados de su libertad podían dar un mejor pasar a sus seres queridos.

Esto les contaba el tío a sus pequeños sobrinos, ambientándolos en la época y además agregó:  “Pero muchos de ellos murieron por los malos tratos de sus patrones, la deficiente alimentación y la falta de agua mientras excavaban, las heridas producidas por los desprendimientos de roca y, algunas veces, quedaron sepultados bajo montañas de tierra, sin ser rescatados. A nadie le importaba, salvo a sus familiares, esposas e hijos”, relató el hombre ciñéndose rigurosamente a  la historia.

De modo que es fácil deducir el clima de sufrimiento e injusticia que se generó en las minas, sumado al desastre económico y social que significó el cierre de Hualilán y el paulatino desmembramiento de la pequeña comunidad creada en torno a la actividad de las minas. Emigraron mujeres solas con sus hijos, sumergidas en la pobreza y el dolor de ver derrumbadas sus esperanzas de una vida mejor para ellas y los suyos. Y los presos que sobrevivieron al trabajo rudo, devenidos en mineros por las circunstancias, fueron de vuelta a los calabozos, llenos de desesperanza, rabia e incertidumbre.

Mientras el hombre desarrollaba el relato histórico del lugar, los niños no dejaron de maravillarse con cada uno de los pedazos de aquella epopeya que pudo ser floreciente. “Caramba, ya pasó mucho tiempo, tengo que volver con los niños”, pensó el tío mientras emprendía el regreso con sus sobrinos hacia donde se quedaron las mujeres esperándolos. La noche se adueñaba rápidamente del entorno.

A lo lejos, a medida que el trío avanzaba tranquilamente por la arena, ambas mujeres les hacían señas desesperadas, con los rostros bañados en lágrimas, preguntándoles “qué les pasó, estábamos a punto de pedir auxilio por los gritos de los niños y tuyos pidiéndonos ayuda!!!”. Atónito, el hombre explicó que nada les había sucedido, que la excursión había transcurrido normalmente, sin sobresaltos o experiencias extrañas.

Los ánimos volvieron a la calma, entonces las mujeres detallaron cómo sintieron a los pequeños y al mismo tío pedir auxilio porque estarían siendo atacados y golpeados por a saber quienes. Pero tío y sobrinos nada anormal experimentaron durante el recorrido de las ruinas y nunca gritaron ni mucho menos pidieron auxilio.



#1614 en Paranormal

En el texto hay: ruinas, lamentos

Editado: 15.02.2021

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