Ellos Quieren Venganza

Capítulo 16

El lugar al que se dirigían era un elegante sitio que frecuentaban las personas adineradas para hacerse ropa a la medida con una modista bastante conocida en el pueblo; lo malo era que el taller estaba un poco lejos del pueblo, y tenían que conducir por hora y media para llegar. Darcy estuvo todo el camino apoyada a la ventanilla del auto, pensando en las palabras que su madre le había dicho sobre Holland. Él no podía ser como Edith había insinuado; Holland era diferente, Darcy estaba segura. Él no era una persona que se interesara en el dinero o el poder. No podía ser tan buen mentiroso y manipulador como para hacerle creer a Darcy que sus sentimientos eran sinceros.

—«Siempre he estado alerta cuando se trata de mis sentimientos —pensó Darcy —. Él logró que yo bajara mi guardia, pero lo que dijo mi madre hizo que en el fondo, mis inseguridades salgan a relucir otra vez e hizo que volviera a estar alerta... No quiero eso, no quiero tener que estar alerta cuando se trata de Holland.»

—Ya llegamos. —dijo su madre en un irritante tono de alegría y superioridad. Krist, quien estaba conduciendo, se estacionó frente al taller. Molly, Tom y Edith bajaron. Darcy seguía sumida en sus pensamientos.

—La veo algo distraída, Srta. Darcy. —dijo Krist mirando a Darcy a través del espejo retrovisor. Darcy se enderezó en su asiento y sacudió la cabeza. Si él supiera que la razón de sus distracciones era su hijo...

—Estoy bien, Sr. Turner; solo estoy algo atareada por la boda. —contestó Darcy neutral.

—Por favor, dígame Krist. Además, aquí entre nos, no me parece nada bien que vaya a casarse con ese hombre. Me genera mala espina. —dijo Krist mirando a los lados, asegurándose de que Edith no lo escuchara. Darcy sonrió lánguidamente.

—En eso tiene razón, a mí tampoco me convence. —dijo Darcy. Su madre se acercó para abrir la puerta de Darcy y le dijo que bajara. Despidió a Krist con la mirada y Krist le respondió asintiendo con la cabeza.

***

—Me parece que el verde te queda muy bien. —opinó Molly sentada en un taburete, mirando a Darcy, mientras la modista le hacía medidas.

—¿Tú crees? —dijo Darcy. La modista le dijo que levantara los brazos.

—Por supuesto, queda muy bien con tu color de piel; ¿tú qué dices, Tom? —inquirió Molly mirando a su hermano.

—A mí no me metan en esas cosas; soy hombre, no sé nada de vestidos, o colores de piel, o lo que sea en lo que las mujeres piensen. Además, vine obligado.

Darcy hizo un sonido con su lengua en señal de burla.

Buuu. Lo dice el tipo que tarda tres horas en alistarse para salir —replicó Molly—. Eso es más de lo que tardas en la cama, hermanito.

Darcy lanzó una carcajada estridente junto con Molly, y Tom cruzó los brazos.

—Muy graciosas —dijo Tom sarcástico—. Si tanto quieren mi opinión... sí, bueno... el verde te hace ver linda.

Darcy le agradeció el cumplido, pero todas las risas y bromas se esfumaron en cuanto su madre apareció.

—¿Qué tal va Sra. Gale? —preguntó Edith mirando a su hija. La mujer de mediana edad, con una cara seria le respondió:

—Tendrá que ser una talla más de lo que pidió, su hija se ha descuidado un poco en cuanto a peso. —su voz era gangosa y algo chillona. Darcy rodó los ojos al escucharla. Edith parecía haberse molestado, no con la Sra. Gale, sino con su hija.

—Para la próxima deberá sacrificar los postres si quiere entrar en un vestido lindo. —la Sra. Gale rio de forma irritante y sínica; Edith solo sonrió hipócritamente meneando la cabeza. Darcy se sintió extremadamente incómoda y humillada. No importaba cuánto tiempo conociera a Edith, siempre le sorprendía que su madre no defendiera a su hija cuando recibía esa clase de comentarios.

Tom y Molly miraron a ambas mujeres con furia, obviamente los comentarios de la Sra. Gale no les hizo nada de gracia.

—Sí Darcy, hazle caso a la Sra. Gale; quién mejor para dar consejos sobre peso que esta mujer de escultural figura, ¿no? —comentó Tom con un sarcasmo para nada piadoso. La Sra. Gale cambió su irritante expresión divertida a una de indignación. Los ojos de Edith casi se salen de sus órbitas. Darcy y Molly querían reír a carcajadas, pero aguantaron su risa tanto como pudieron.

—¡Tom! ¡No vuelvas a hacer ese tipo de comentarios jamás! Estas castigado, ve al auto. —reprochó Edith, mirando con rabia a Tom. Él rodó los ojos y con una gran satisfacción, salió del taller.

Pasaron un largo rato en aquel lugar. A Molly le confeccionaron un vestido rojo que cubría casi todo su cuerpo, y a Darcy un vestido verde de seda que no era ni muy suelto ni muy ajustado, con unas mangas mínimamente abultadas y un disimulado escote. A Tom no le confeccionaron nada, pero de todas maneras no le importó mucho, ya que él sabía que iba a usar un smoking de pingüino, como él los llamaba.

Darcy fue la primera en subir al auto; tenía bastante prisa. No soportaba un segundo más sin saber qué podría estar pasando en su casa, y si el diario todavía seguía donde su madre lo dejó.

Sentía que su cabeza iba a explotar; tenía demasiadas cosas en su mente, sumándole a que el día siguiente tendría su tonto anuncio de compromiso, y solo el pensar que tendría que convivir con Edmund, y que Holland lo presenciaría todo... él era otra preocupación que tenía en su mente. Lo que su madre dijo le dejó muy afectada, porque era cierto; no era la primera vez que un hombre haya fingido quererla solo para conseguir la herencia o porque simplemente querían presumir que salieron con la hija de un reconocido millonario. La verdad era que ya no quería pensar en eso. Solo quería concentrarse en el diario.

La lluvia invadió el pueblo de Venus y eso hizo que retrasaran su ida a la casa. Krist debía ser cuidadoso por los resbalosos suelos y porque la lluvia era tan fuerte, que ni el limpiaparabrisas lograba aclarar la vista del todo. Llegaron alrededor de las 8:00 P.M; Darcy salió apurada del auto, y se dirigió a la oficina de sus padres para ver el diario. Suplicó que el diario siguiera ahí, aunque tenía el fuerte presentimiento de que ya no estaba. Abrió la puerta, se acercó a la mesa y vio que estaba vacía; Darcy sintió que el corazón se le cayó al suelo. Soltó un suspiro atemorizado y corrió a su habitación. Cerró la puerta con llave y miró por todos lados, muy alterada. Se pasó la mano por su cabello y después de tratar de mantener su cabeza fría, una idea llegó a su cabeza. Pensó en llamar a Marion, pero no sabía cómo hacerlo, es decir, ¿había algún proceso de invocación o solo la llamabas?



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En el texto hay: fantasmas, amor, horror y suspenso

Editado: 19.07.2024

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