Capítulo 27

Darcy sostenía con tanta fuerza el volante, que sus dedos se tornaron blancos; iba extremadamente rápido, casi sobrepasando la velocidad a la que Holland iba cuando escaparon.

En lo único que pensaba Darcy, era en una sola cosa: venganza. No tendría ni un solo ápice de piedad para Marlon y Edith; se habían metido con lo que más amaba, y ahora se enfrentarían a las consecuencias. No sabía cómo sacaría a sus hermanos de ahí, pero de algo estaba segura, no se quedarían un solo segundo más en cuanto Darcy pusiera un pie dentro de la casa.

Giró a la derecha, derrapando debido a la velocidad, y después, se detuvo: había llegado. Dejó el auto unas cuantas cuadras lejos de la casa para que no la notaran. Se miró al espejo retrovisor, y luego al arma que se encontraba reposando en el asiento del copiloto. La habían subestimado, creyeron que era débil, pero siempre estuvieron equivocados.

Bajó del auto, dirigiéndose a la entrada; los pies todavía le dolían, pero la adrenalina ocultaba esa sensación. Quiso abrir la puerta al llegar, pero estaba cerrada con llave. Impacientada, le dio un disparo al picaporte, y la puerta se abrió inmediatamente. Ahí dentro, estaban Edith y Marlon, que al ver a su hija, sus rostros adoptaron una expresión de asombro e incredulidad. Darcy apuntó el arma hacia ellos con denuedo, y con un tono fuerte y claro, proclamó:

—Dónde están mis hermanos.

Marlon se acercó a su hija, Edith seguía con esa expresión incrédula, y con cierta indecisión de si debía moverse o no.

—No sé de qué estás hablando. —respondió Marlon fingiendo demencia.

—Ahora mismo estoy siendo muy piadosa al dejarte respirar aún; en dónde están. —le espetó Darcy.

—¿Cómo escapaste de Edmund? —le preguntó Edith acercándose lentamente, intentando disimular su amedrentada mirada. Darcy soltó una sonrisita de suficiencia. Pero no respondió.

—Tal vez los dos le puedan preguntar si no me dicen ahora mismo dónde están Molly y Tom, y créanme, ¡hablo muy enserio! —aseguró Darcy de forma intimidante. Marlon se echó a reír. Grave error.

—¿Qué harás? ¿Dispararnos? ¿Vas a matarnos? No serías capaz, aunque tuvieras la oportunidad en frent... —el ensordecedor sonido de una bala disparándose invadió el lugar. Marlon cayó al piso, su hombro comenzó a sangrar descontroladamente; Edith había soltado un grito cuando Darcy disparó.

Marlon gruñó de dolor, y miró con odio a su hija.

—¿Decías? —inquirió Darcy— Ahora, malditos maniáticos de mierda, van a decirme dónde están mis hermanos, ¡antes de que los MATE A AMBOS! —sentenció Darcy con rabia en su mirada. Edith la miraba perpleja, y sin decir nada, corrió como un ratón asustado. Marlon vio a su esposa irse con furia, ¿cómo se atrevía a dejarlo ahí? Volteó a ver a Darcy.

—¿Crees que te saldrás con la tuya? —inquirió Marlon—, ¿crees que nos destruirás así tan fácilmente?

Darcy sonrió con audacia.

—No estoy muy acostumbrada a hacerlo, pero se siente bien una vez que lo haces. —bajó el martillo del arma, dispuesta a disparar justo en su cabeza, tal como lo imaginó al menos unas veinte veces en el auto.

—Bien, dispara ya; si dices tener las agallas, hazlo. —la desafió Marlon, con una mirada de satisfacción que Darcy quiso borrar en ese mismo instante. Se tomó unos segundos, puso el dedo en el gatillo, y justo cuando lo iba a apretar, Molly se puso enfrente de su padre.

—¡NO! —gritó Molly desesperada, impidiéndole a Darcy quitarle la vida a su padre. El rostro de Darcy cambió a uno de shock.

—No hagas esto, por favor... esta no eres tú, eres mejor que esto. —suplicó Molly con los ojos enrojecidos, llenándose de lágrimas. Darcy intentó componerse.

—Tú no sabes lo que está pasando aquí, apártate. —replicó Darcy tratando de mantener su furia, de seguir tan dispuesta a matar a Marlon como lo estaba antes de que Molly llegara.

—Si crees que esta es la solución para que tengas libertad, no la es, hay muchas otras opciones... ellos te dejarán en paz si es lo que quieres. Podrán no ser los mejores padres del mundo... pero no puedes hacer esto. —le dijo Molly suplicante. Darcy se quedó en silencio.

—Baja el arma... ¡bájala ya! —gritó Molly con lágrimas cayendo de sus mejillas.

—¡INTENTO PROTEGERLOS! —gritó Darcy de vuelta, sintiendo como las lágrimas se formaban en sus ojos. Podía ver como a Marlon le divertía esa escena.

—¡NO!, ¡solo quieres protegerte a ti! ¡estás siendo muy egoísta! —replicó Molly. Sus palabras se sintieron como golpes en la cara.

—Yo les dije, niños... su hermana perdió la razón. —la voz de Edith, que sonaba como si estuviese a punto de romper en llanto, interrumpió la discusión de Darcy y Molly. A lado de ella, se encontraba Tom, que, por su mirada, parecía no reconocer a Darcy. Marlon estaba encantado con la manipuladora acción de su esposa.

Darcy se sintió atrapada y acorralada. No podía describir el dolor que sentía al ver a sus hermanos mirándola como si fuese un monstruo.

Molly comenzó a llorar desconsolada.

—Darcy, por favor... sé que no eres capaz de esto... —trató de acercarse para abrazarla, pero Tom la detuvo.

—No —dijo Tom, Molly quiso moverse—, ¡Molly, ven acá! No quiero que te haga daño. —le dijo Tom con desespero, alejándola de Darcy. Él se veía tan asustado, que el mundo de Darcy se derrumbó. Nunca tuvo intenciones de que sus hermanos la vieran así, y jamás creyó oír esas palabras de Tom.

Bajó el arma con la respiración entrecortada.

—No, yo... yo jamás les haría daño... —la voz de Darcy se quebró—, nunca sería capaz de lastimarlos, Tom... ¡ustedes son mi vida!, deben entender... —el llanto se apoderó de ella mientras trataba de explicarles todo; sintió un horrible sentimiento de desesperación invadiéndola.

—Ellos no deben entender nada. —la interrumpió Edith, su voz seguía sonando como la de una víctima dolida—. Niños, vayan a su habitación, quédense juntos mientras su padre y yo tratamos de calmar a Darcy. —les pidió con una voz tan maternal y protectora, que a Darcy le impresionaba lo cínica que llegaba a ser.