-Ocurre algo ¿ - pregunté
-Elsbeth, se lo que ha ocurrido. Lo siento
-Si que corren las noticias
-No señora, solo que entre Maria y yo no hay secretos
-La estás cortejando – grité de la emoción
-Algo así. Señora, no se preocupe por su suegra, las trato a todas igual.
-Elsbeth – dije recordándole mi nombre – también les dio aloe vera para abortar? – negó con la cabeza
-No, pero si les ponía el plato que más odiaban una vez al dia
-También entraba en la habitación del laird sin permiso? – volvió a negar – vez, a mi es a la que peor trata y no se por que.
-Por envidia?
-Envidia de que, ella es la madre del laird.
-Por que ve que usted ha despertado algo en su hijo que ninguna de las anteriores lo había hecho.
-Se debería alegrar por eso no?
-No cuando usted le puede quitar el sitio como señora de la casa.
-Pero las otras también fueron mujeres del laird y señoras de esta casa.
-Una no llego ni a ser mujer del laird y la otra era demasiado frágil hasta para tomar decisiones. En usted ve una amenaza por que es fuerte, joven, guapa y consigue siempre lo que quiere.
-Eso no es verdad, no consigo siempre lo que quiero.
-Si Elsbeth, usted sin darse cuenta ha reclamado el clan de su padre como suyo y no de su marido y ha conseguido que Edgar lo acepte. Usted no es Lady Hamilton, usted es Lady Steward Hamilton.
-Entiendo lo que me quieres decir. Piensa que si he reclamado el clan de mi padre y mi marido lo aceptó, puedo reclamar cualquier cosa y que este lo acepte.
-Si, efectivamente.
-Pues me ha dado una idea Donal, y necesitaría su ayuda.
-Le ayudaré en todo lo que necesite – contestó el guiñando el ojo
Seguimos caminando mientras el me contaba más o menos el funcionamiento del clan Hamilton.
-Donal, el tiempo se nos ha pasado volando y es la hora de la cena. Ven, cena con nosotros – le invité y aceptó.
Entramos en el comedor pequeño, hoy cenábamos en familia. Nos sentamos todos a la mesa y decidí empezar con mi venganza.
-Edgar – le toque la mano que tenia en la mesa para llamar su atención - me ha contado Donal hoy de que tu madre tiene una residencia en Edimburgo
-Si, vivía ahí pero tuvo que volverse cuando yo me marche
-Pues cariño, estoy pensando que tu madre podría volver a su casa, seguramente ahí disfrute mas con sus amigas y con los bailes que aquí en medio de la nada – le guiñe un ojo a Donal, esa era la señal
-No volveré a mi casa – contesto ella
-Señora, usted aquí siempre tendrá a sus nietos y a su hijo, podrá venir de visita siempre que quiera – le contesté con voz inocente
-Si madre, es muy buena idea la que tiene Elsbeth, tomate un descanso ya que llevas aquí mas de seis años encargándote de todo
-Espero que no se moleste pero me he tomado la libertad de hacerle las maletas, Donal la acompañara hasta mitad de camino. Te parece bien amor ¿ - esta vez, con voz amorosa le hable a Edgar
-Si claro, a mi me parece estupendo.
-Pero hijo, como que solo me van a acompañar hasta mitad de camino, luego que sucederá conmigo, me quedaré sola?
-Madre, usted tiene sus hombres, lléveselos
-Pero hijo quien se va a encargar de la casa, de los niños?
-Elsbeth, ella es ahora la señora de la casa y la madre de los niños, no te preocupes, ella se encargará de todo.
-Que esta niña mimada se encargará de todo? De que se va a encargar esta, de echar a la gente o dejaros morir de hambre – voceo ella
-Señora, no hable usted asi de mi hija – le amenazó mi madre
-Esta es una niña a la que ni siquiera habéis educado, si no, quien iba a permitir que una mujer reclame el clan de su padre, que pertenecerá a su marido
-Madre, tenga mucho cuidado con lo que dice
-Y tu hijo, eres un tonto que te ha hecho el lio, que de tanto follartela la has dejado preña la primera semana de casados.
-Madre ya esta bien. Tenga un respecto con mi mujer
-Edgar relaja – dije yo – y usted señora no se va a ningún sitio. Si he hecho esto es para que su hijo se diera cuenta del odio que me tiene sin saber por que.