-Juro que te voy a matar con mis manos maldito highlander – gritaba y le apretaba la mano que me sujetaba de los hombros, deseando que aquel bebé saliera de mi.
-Dijiste lo mismo cuando nació Maria y aquí estoy – bromeó el y yo alcé el brazo y le tiré del pelo empujando asi por ultima vez.
-Señora, tiene una niña preciosa – dijo la matrona y yo solté todo el aire que llevaba dentro relajándome con ello, preparándome asi para el momento más precioso, cuando te los ponen en brazos.
Cinco años han pasado desde aquellos malos momentos por lo que Connor y yo pasamos. Momentos de los cuales nos recuperamos y gracias a ello tenia a Maria, una niña preciosa pero igual que su padre. Mi hija pensaba mucho más las cosas antes de hacerlas no como Liesbeth que era impulsiva y loca.
Ahora a nuestras vidas llegaba Dana, asi decidimos llamarla en honor a su tia y tampoco se parecía a mi.
-No van a dudar de que son hijas tuyas – dije bromeando viendo como Connor miraba otra copia suya.
-Pero ella creo que va a traer a su futuro marido por el camino de la amargura, como tu a mi.
-Oye – le di un golpe suave en el hombro.
-Majestad – volvió a hablar la matrona – creo que no debe tener mas hijos por el momento. Su estado de salud no lo permite.
-Estoy enferma? – pregunté
-Está débil.
Asentimos los dos. La verdad es que por ahora yo tampoco quería tener más hijos pero claro, cuando estuviera recuperada del todo no podría decirle que no a mi querido marido.
-Te quiero – me dijo al oído para luego besarme.
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Hoy, después de varios meses en la cama y a los 86 años pude ver a Edgar a mi lado.
-Cuanto tiempo amor mio – me saludó
-No has cambiado nada – observé
-Cariño, sabes a por lo que vengo no?
-Si, por fin estaremos juntos –
-Has sido feliz? – yo asentí – te has despedido de todos?
-No me quiero despedir Edgar, seria demasiado doloroso, aunque les he dejado una nota a cada uno de ellos.
-Tus padres también te están esperando y Connor esta con ellos.
-Pues vamos, os hechaba demasiado de menos.
En mi vida habia tenido 4 hijos.
-Liesbeth la mayor, que por amor decidió renunciar a la vida del castillo e irse al pueblo a vivir con su primer amor, uno de los guardias que ella tuvo. Nunca la eché de mi lado, ni deje de cuidarla o de ayudarla, todo lo contrario, fui feliz por ella y al verla con mis tres nietos mi corazón no podia caberme en el pecho de la felicidad. Lo último que hablamos es que estaban buscando una niña que llevara mi nombre pero no lo conseguian y me pidió que una vez arriba le concediera el deseo.
-Edgar, mi pequeño niño. Quiso a Connor como su padre ya que fue al unico que conoció.Llevaba ya tres años en mi trono y la verdad es que me recordaba mucho a su padre, a Edgar. Mi hijo al final tuvo que casarse por un acuerdo matrimonial.Me sentí un poco culpable aunque nunca se lo impuse pero el sabia perfectamente cual era su deber y lo aceptó. Tiene dos niños, gemelos a los que les ata cada vez que puede un lazo azul y otro rojo para distinguirlos. Mi hijo bromea con que el día de mañana el trono se le dará al que gane un duelo con la espada de madera, evitando asi heridas, pero cada vez más creo que será verdad, que no bromea.
-Maria se fue detrás del principe que la enamoró en un baile. Llego hace un mes a casa cuando le avisaron que yo estaba enferma. Hoy, es Reina y como tal actua pero por desgracia todavia no tiene hijos, y otra hija más que me pidio enviarle un heredero o su marido la desheredará.
-Dana, mi preciosa niña. Razón llevaba su padre cuando dijo que tenia su parecido pero era igual de loca que yo fui en mi juventud. Cierto es que a su marido lo trae por el camino de la amargura, ya que en alguna ocasión debido a sus ocurrencias vi como la cara del conde se parecia a un arcoiris, pasaba del rojo al amarillo y luego al violeta, era gracioso desde luego.Una niña tenian, una niña cuyo destino fue pactado justo al nacer.