Las personas iban y venían, no tenían una dirección establecida, parecía que desearan correr sin saber a donde iban. Parecía que se olvidaron de sus raíces.
Luego de un día ajetreado por culpa de la muchedumbre, Emiliano Zapata se encamina hacia su alojamiento. Él sí sabía a donde ir. Revisa su reloj. Marcan las 7:36pm. Está cerca de la casa. Se acerca. Observa la puerta cerrada. Saca su llave. Pero por un movimiento torpe se le resbala el equipaje, dándose contra el suelo estrepitosamente. El equipaje se abre expulsando todo su contenido por el alrededor de la puerta. Emiliano empieza a recoger sus pertenencias, pero, descubre un dato perturbador. El collar no se encontraba. Él empieza a desenvolverse con profesionalidad, manteniendo la calma y a la espera de una nueva revisión para declarar si en verdad se le ha extraviado. Realiza una nueva revisión. No encuentra el collar. Está claro, se le ha extraviado el collar que le iba a entregar a su esposa. Mantiene la calma, el traspasar de los años le ha enseñado frialdad para actuar en estas situaciones.
-¿Se me ha caído por el camino o lo dejé en la habitación? -se preguntaba mientras retrocedía tras sus pasos. No he ido a muchos lugares, y este es un pueblo pequeño, así que retrocederé hasta estar seguro que no lo dejé por el camino.
Entonces, Emiliano Apaza retrocedió dirigiéndose a los anteriores lugares que visitó, desafortunadamente no encontró su collar. Seguro que lo he dejado en casa y yo me he dado una vuelta innecesaria. Revisa su reloj. Son las 9:14pm. Emprende su regreso al establecimiento. Cuando llega observa la puerta abierta, decide ingresar y se topa con la señora Rogelia Morón, la cual estaba barriendo la sala.
-Buenas noches, madame -dijo Emiliano mientras saludaba a Rogelia.
-¿Qué es madame? -preguntó ella algo consternada.
-Una forma de decir señora, pero en francés -dijo Emiliano recordando esa explicación por la obra "Madame Bovary" de Flaubert, un escrito que leyó antes de trabajar como embajador en Francia.
-Ah, pues, buenas noches Emiliano.
-¿No se habrá cruzado con un collar? -dijo Emiliano expectativo ante la respuesta de Rogelia.
-No, para nada, no veo un collar en esta casa desde hace unos años -dijo ella lánguidamente.
-Gracias por la información, ya no quiero interrumpirla.
-¿No va a cenar?
-No, regresando cené en un local que encontré. Servían una sopa de pescado que me encantó.
-Ah bueno, si le da hambre su cena está en la olla -dijo Rogelia mientras volvía a barrer. -termino de barrer y me voy a dormir, que tenga un agradable sueño señor Emiliano.
-Usted también, madame Rogelia -dijo él mientras ingresaba a su habitación.
Lo primero que hizo al entrar fue buscar entre sus objetos el tan llamativo collar. Pero luego de tanta búsqueda no consiguió su objetivo.
-¿Se me habrá caído? ¿Me lo habrán sustraído? ¿Qué sería lo más probable? ¡No! ¡Nada que ver! A veces lo más lógico es lo menos improbable, y estoy seguro que este caso no es la excepción. Entonces, ¿dónde está? -dijo mientras recordaba lo que hizo en todo el día.
-Me fui de la casa, visité un par de campesinos, almorcé en una esquina llena de gente, visité el centro y me entretuve con unos tragadores de sables. No, no he dejado que nadie se me acerque inferior a dos metros, así que es impensable que me lo hayan sustraído, además -dijo mientras probaba la resistencia de su maleta -este equipaje es lo suficientemente fuerte como para mantenerse cerrado durante todo el trayecto, así que también es impensable que se haya caído, dejando sólo una opción. Que lo haya dejado en casa.
Entonces, recuerda ese momento en la mañana donde encontró su habitación abierta.
-Estoy seguro que la puerta la dejé cerrada, así que... No, no puede ser posible. Alguien de esta casa ha tenido que portar una copia de la lave e ingresar a mi habitación mientras me bañaba. Pero, ¿quién pudo haber sido? Claramente no ha sido la señora Rogelia, porque ella se había ido a trabajar. Lo que me deja dos opciones. Las hermanas Domínguez. La menor es la que tiene menos probabilidades, debido a que no pudo haber actuado con tanta sutileza sin que lo haya descubierto, dejándome sólo una opción. Isabel Domínguez.
-Ella debería estar durmiendo, pero ingresar a su habitación podría generarme algunos problemas. Pero estos son menos contraproducentes que decírselo a la señora Rogelia, la cual podría actuar de una forma Radical. Por lo tanto, sólo me queda una opción, ingresar a su habitación y buscar el collar. Pero, si mi hipótesis se verifica, ¿por qué lo hizo? Tal vez por dinero, la precariedad de los pobladores de este lugar es un gran indicador de ello.
Luego de haberse convencido de esa posibilidad, abandona su habitación mientras camina descalzo siendo su destino la habitación de Isabel Domínguez.
Primero, tenta a la puerta con ligeros movimientos para captar alguna anomalía que produzca ruido en la habitación. Va todo bien. No emite ningún sonido, pero de todas formas agudiza el oído. Entonces, guiándose por la luz de la Luna (porque no tenía otra fuente de luz, aparte de los focos), registra sus prendas, siendo ya no sorpresivo que tenga una muy mínima cantidad de éstas. Pero, luego de registrarlo, no encuentra nada.