La noche se había asentado sobre la ciudad, envolviendo todo en un manto de misterio. Me encontraba en el hotel con Alejandro, mirando por la ventana hacia las luces titilantes de los edificios circundantes. Mi mente no podía dejar de pensar en él, en Alejandro Ferrer, el hombre que había cambiado mi vida en tan poco tiempo, se que mis padres dicen que es una locura, más con la situación de la amenaza, me era difícil procesar lo que esta pasando, ya pasaron 15 días y aun no sé qué pasara.
Había algo en él, algo que me atraía como un imán, a pesar de saber que era peligroso. Nuestro encuentro había sido un torbellino de pasión y deseo, y ahora me encontraba en una encrucijada, tratando de reconciliar mis sentimientos con la realidad de nuestra situación.
El sonido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos. Lo tomé con manos temblorosas y vi el nombre de mi padre en la pantalla. Respondí rápidamente.
—Valeria, necesito verte —dijo mi padre con su voz grave y autoritaria, esa voz que siempre lograba hacerme sentir segura y ansiosa al mismo tiempo.
—Claro, ¿dónde estás? —respondí, tratando de mantener la calma.
—En el parque cerca del Hotel de lujo, estoy por entrar e irte a buscar —me aclara.
—Está bien, te espero en diez minutos, ya que te harán preguntas, es la puerta 8 del hotel —le digo suspirando mientras Alejandro me observa.
Colgué el teléfono y me apresuré a vestirme. Sabía que este encuentro no sería fácil. Y las cosas con Alejandro eran complicadas, y ahora teníamos que enfrentar las consecuencias de nuestros actos, aunque ya se lo que me va a decir mi padre, no está de acuerdo con la relación que tengo con Alejandro.
—Pensé que te irías a trabajar —le respondo.
—No, aun no, ya que atrase la firma, primero necesito que hables con tu padre y despues podrás firmar con la directiva —me dice Alejandro.
Vi a Alejandro de pie junto a ventana, la luz del sol suave delineando su figura imponente. Su rostro, sin embargo, estaba oculto en la penumbra.
—Valeria —dijo al verme, su voz suave pero cargada de tensión—. Gracias por aceptar quedarte el hotel más tiempo.
—Alejandro, ¿qué está pasando? —pregunté, tratando de leer sus expresiones en la luz del sol.
Él dio un paso hacia mí, su mirada intensa encontrando la mía.
—No puedo dejar de pensar en ti —confesó—. Pero esto… nosotros… es complicado.
Sentí un nudo en mi estómago. Sabía que tenía razón, pero no podía negar lo que sentía por él.
—Lo sé —respondí en un susurro—. Pero ¿qué vamos a hacer?
Alejandro tomó mis manos entre las suyas, sus ojos fijos en los míos.
—Necesitamos ser discretos, Valeria. No podemos permitir que nadie se entere de lo nuestro. No ahora, a mi madre le negué lo de nosotros, no sabe la felicidad que le dio, y sabes con lo que me sale, que se encontró a una mujer que según ella sera mi distracción, pero ahorita tengo que calmar las cosas, tanto como tus padres como con mis padres, mi papá dice que, si todo sale bien con esta mujer que eligieron para mí, pues posiblemente me case.
—¿Y cómo vamos a hacerlo?, no puedo creer lo que estoy escuchando, siento como que si me metieran un cuchillo filudo. —pregunté, mi voz temblando ligeramente.
—Haremos un pacto —dijo con firmeza—. Mantendremos nuestro vínculo en secreto, por ahora. Nadie puede saber lo que sentimos, ni lo que ha pasado entre nosotros.
Asentí, sabiendo que era la única manera. No podíamos arriesgarnos a que nuestra relación saliera a la luz y complicara aún más nuestras vidas.
—Está bien, ¿Y el sexo tambien tengo que olvidarlo? —dije—. Haremos lo que sea necesario.
Alejandro sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro en la oscuridad.
—Confío en ti, Valeria. Y prometo que encontraremos la manera de estar juntos, de una forma u otra, no olvide que tuve sexo contigo, de hecho, fue mágico, espero se repita de nuevo —me responde con una sonrisa.
Nos quedamos en silencio por un momento, las palabras no eran necesarias. El pacto estaba hecho, y ambos sabíamos que sería difícil, pero estábamos dispuestos a luchar por lo que sentíamos.
Tocan la puerta, suspiro hondo, Alejandro abre la puerta y mi padre entra a darme un abrazo.
—Hija —me dice.
—Papá estoy bien —le respondo.
—Me quede afligida con eso que paso de la amenaza, ¿Por qué te amenazaron hija? —Pregunto mi padre.
—Papá, hay mucha envidia en mi trabajo, y no quieren que yo prospere y menos que firma el ascenso con los directivos, por eso papá, pero quedar tranquilo, el señor Alejandro está arreglado todo —le miento.
Alejandro solo me ve.
—¿Cuándo vendrás a casa? —Pregunta mi padre.
—Padre, cuando termine el proyecto de investigación en la empresa del señor Alejandro, no me puedo ir aún. Es un proyecto donde necesito estar cerca del señor Alejandro ya que es nuevo es proyecto y se necesita mucho tiempo, Yo te aviso cuando me puedo ir a mi casa —le digo mi a mi padre mintiéndole para que no se preocupe por mí.
Los ojos de mi padre se posaron en Alejandro.
—Hola señor Alejandro, muchas gracias por el tiempo que dedica para ayudar a mi hija, a ponerse al corriente de toda la empresa, gracias por mantenerla en el trabajo, mi hija es muy trabajadora, yo tenia miedo, que la despidieran, pero veo que usted la esta ayudando y quería agradecerle mucho, es un gusto poder conocerlo finalmente —le dice.
—Tiene una excelente hija, Valeria es muy trabajadora, e importante en la empresa, tambien es un gusto conocerlo —dijo Alejandro.
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Editado: 14.06.2024