Hice lo que Alejandro me ordeno, desayune tranquila, para no levantar sospechas como cualquier otra persona, tenía días de no hablar con mis amigas, se sentía un poco raro.
40 minutos despues, los mensajes de Alejandro cayeron en mi celular, miré la pantalla y me di cuenta de que él ya había mandado al chofer por mí, para llegar al trabajo. Sali del hotel espere al chofer y entre a la oficina.
La oficina estaba llena de la actividad habitual cuando llegué. Me dirigí directamente a mi escritorio y comencé a revisar mis tareas del día, tratando de concentrarme en el trabajo y no en lo que había pasado la noche anterior. Pero mis pensamientos volvían una y otra vez a Alejandro.
Un par de horas después, Alejandro apareció en mi oficina. Su presencia llenaba el espacio con una energía que no podía ignorar. Se acercó a mi escritorio y dejó caer una carpeta frente a mí.
—Valeria, necesito que revises estos documentos. Son importantes para la reunión de esta tarde.
Tomé la carpeta y asentí.
—Claro, lo haré de inmediato.
Alejandro me observó por un momento, sus ojos mostrando una preocupación que solo yo podía entender. Se inclinó un poco y susurró:
—Hablamos después.
Asentí, tratando de no mostrar ninguna emoción que pudiera delatarnos. Volví mi atención a los documentos, pero mi mente estaba llena de pensamientos sobre nuestra conversación pendiente.
El día pasó rápidamente y la reunión se llevó a cabo sin problemas. Alejandro era el mismo jefe imponente y seguro que siempre había sido, pero yo podía ver las señales sutiles de tensión en su rostro. Después de la reunión, regresé a mi oficina para terminar algunos pendientes.
Justo cuando pensaba que podía irme, Alejandro apareció nuevamente en la puerta.
—Valeria, ¿puedes quedarte un momento? Necesito hablar contigo en privado.
Mi corazón comenzó a latir más rápido, pero mantuve una expresión neutral.
—Claro, señor Ferrer.
Cerró la puerta detrás de nosotros y se acercó, su rostro mostrando una mezcla de determinación y preocupación.
—Valeria, he estado pensando mucho en nuestra situación. No puedo seguir viéndote en secreto, escondiéndonos de todos. Quiero que estemos juntos, abiertamente.
—Alejandro, sabes que eso podría complicar muchas cosas. Nuestra relación podría afectar mi trabajo, tu reputación...
—Lo sé, pero no puedo seguir viviendo con esta dualidad. Necesito que estemos juntos de una manera que no nos obligue a escondernos.
Lo miré a los ojos, viendo la sinceridad y la fuerza de sus sentimientos. Sabía que estaba arriesgando mucho al decir esto, pero también sabía que sus palabras venían del corazón.
—Yo también quiero eso, Alejandro. Pero ¿cómo podemos hacerlo sin causar un escándalo?
Alejandro suspiró y se acercó más, tomando mis manos entre las suyas.
—Primero, necesitamos tiempo para planearlo bien. Hablaré con mi equipo de relaciones públicas para ver cómo podemos manejar esto. Pero lo más importante es que sepas que estoy comprometido contigo, Valeria. Quiero un futuro contigo, sin importar los desafíos.
Sentí una oleada de emoción y esperanza. Alejandro estaba dispuesto a luchar por nosotros, y yo también lo estaba.
—Te amo, Alejandro. Haré lo que sea necesario para que esto funcione.
Alejandro sonrió y me abrazó, sus brazos envolviéndome con una calidez que me hizo sentir segura.
—Te amo, Valeria. Y juntos, enfrentaremos cualquier cosa que venga.
—Me preocupa lo del papel que firme, según el reglamento no puedo tener novio, y menos relacionarme con gente como tu —le digo escapando aquellas palabras ahogadas de mi garganta.
—¿Papel? —Pregunta Alejandro con voz angustiosa.
—Si, señor Alejandro, el que decía que no puedo relacionarme con nadie íntimamente usted sabe —le digo.
—Rayos, mi modo ya esta firmado, ya vere que se me ocurre, más que conocí a la mujer aquella, no me cae bien, pero tengo que simular que me cae bien, pero allí si mi padre pues anda contento, mas que me dijo que hasta podia casarme con ella, y no quiero, yo me quiero cansar contigo —me dice suspirando.
—Tu padre no me dice ni su nombre, supongo que la mujer esa es linda —le digo.
—Eres más bella tu que ella. Y respecto a mi padre Yo tampoco te lo diré, no vaya a ser que te escape de la boca, no quiero que el nombre de mi padre te persiga para siempre —me dice.
—Tienes razón —le digo.
Nos quedamos así por unos momentos, disfrutando de la cercanía y el amor que compartíamos. Sabíamos que el camino por delante no sería fácil, pero estábamos decididos a enfrentarlo juntos, con la certeza de que nuestro amor era lo suficientemente fuerte para superar cualquier obstáculo.
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Editado: 14.06.2024