Mientras exploraba la impresionante mansión de Alejandro, llegué a la amplia sala de estar donde se encontraba una majestuosa chimenea de mármol y cómodos sofás. Mis padres estaban ocupados admirando las obras de arte cuando mis ojos se posaron en Milena y su madre Lorena, que entraban por la puerta principal.
Milena, con su cabello oscuro y su elegante porte, parecía radiante a pesar de la expresión tensa en su rostro. Su madre, Lorena, la seguía con paso firme, con una mirada que denotaba autoridad y determinación.
Cuando los ojos de Milena se encontraron con los míos, noté una sombra de incomodidad en su mirada. A su lado, Alejandro me presentó con orgullo a mis padres, pero su atención estaba dividida, como si sintiera la tensión en el aire.
Milena hizo un esfuerzo por sonreír, pero vi cómo sus ojos se nublaban ligeramente antes de apartar la mirada. Parecía contener las emociones mientras su madre hablaba con Alejandro y mis padres.
De repente, Alejandro propuso que Milena y Lorena sirvieran café para todos. Mientras se dirigían hacia la cocina, vi cómo Milena se esforzaba por mantener la compostura. Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla, pero rápidamente la limpió y siguió adelante, tratando de ocultar su dolor.
Me sentí abrumada por la tristeza que vi en su rostro y deseé poder consolarla, pero sabía que esta situación era complicada. Mientras tanto, me concentré en disfrutar del momento y en apoyar a Alejandro en todo lo que pudiera, consciente de que nuestro amor sería puesto a prueba en este ambiente cargado de tensiones y emociones.
Después de un incómodo momento de tensión, nos sentamos alrededor de una lujosa mesa de café, donde Milena y Lorena sirvieron con elegancia. A pesar de su esfuerzo por ocultar sus emociones, pude notar que Milena estaba luchando por mantener la compostura.
Mientras todos conversaban animadamente, me acerqué discretamente a Milena cuando tuve la oportunidad.
—Milena, ¿estás bien? —le pregunté en un susurro, preocupada por su evidente angustia.
Ella me miró con sorpresa y luego con gratitud, como si apreciara mi gesto de preocupación.
—Sí, estoy bien. Solo ha sido un día difícil ver a Alejandro más detenidamente y el recuerdo de todo eso me mata por dentro —respondió en voz baja, tratando de sonreír.
—Si necesitas hablar o desahogarte, estoy aquí para ti. No estás sola, ¿Qué te hizo Alejandro?, ¿Te hizo algo? —le pregunté y le aseguré, deseando ofrecerle algo de consuelo en medio de su dolor.
Milena asintió con agradecimiento, y por un breve momento, vi un destello de alivio en sus ojos.
—Gracias, Valeria. Significa mucho para mí, te diré la verdad —me dijo, con la voz ligeramente entrecortada.
Antes de que pudiera responder, Lorena nos llamó desde la mesa, interrumpiendo nuestro breve intercambio. Regresamos a nuestros lugares y continuamos con la conversación, pero ahora, con una sensación de incomodidad flotando en el aire.
Milena camina nerviosa de un lado a otro en la mansión, su mente llena de pensamientos tumultuosos. Finalmente, reúne el coraje para abrirse a ti.
—¿Puedo hablar contigo un momento? — Me dice Milena susurrando.
De pronto asiento, percibiendo la tensión en su voz y su gesto.
—Claro, ¿qué pasa? —Pregunto curiosa.
Milena respira hondo y intenta suspirar y hablar en voz baja para que nadie escuche —Es sobre Alejandro —me dice.
—Milena ¿Qué hay con Alejandro?.
—Bueno, verás... no sé cómo empezar esto... se muerde el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas —.
—Milena, tranquila. Puedes decirme cualquier cosa.
— Hace como 4 años Salí embarazada. De Alejandro —Me dice tragando saliva
El silencio pesado llena la sala mientras mis ojos se abren con sorpresa ante la revelación.
—¡Oh! Milena, no sé qué decir —le digo con asombro.
—Yo tampoco me lo creo, no qué hacer. No esperaba que al pasar de los años doliera tanto, yo quería al bebé ya tenia 6 meses era niña, y tuve un aborto espontaneo, ———Porque el padre de Alejandro se entero de mi embarazo y una tarde al cruzarme la calle me cho el carro encima y mando al hospital, estaba muy herida, al segundo dia estaban monitoreándome toda, cuando me dijeron que mi bebita no tenia latidos, sabes cuanto me duele eso, es como si fuera ayer, no lo supero, seguí trabajando para la mansión porque necesito dinero. Nunca me fui, sabes Alejandro tampoco nunca se enteró que existió esa bebita llamada Esperanza, yo si estaba lista para ser madre, te cuento esto, porque siento que al decirlo me desahogo más —me dice entre lágrimas.
Mis lagrimas rodean mis mejillas no puedo creer lo que me está confesando.
—Entonces, ¿El padre de Alejandro te amenazo? —Pregunto.
—Si, y como quise estar en mi proceso de embarazo eso no les gusto a su padre, tambien me dijo que guardara silencio y no le comentara nada a Alejandro, y hasta la fecha el no lo sabe —me dice entre lágrimas.
—Entiendo, siento lo de tu bebita Esperanza, de verdad lo siento mucho —le digo.
—Sabes porque no dirijo mucho mi vista a Alejandro, eso de tener contacto visual con él, es porque, si tengo contacto virtual con él, de seguro el descifrar algo en mis ojos y sabrá que le estoy mintiendo, asi que, si tu Valeria no quieres revelar alguna verdad, no lo mires a los ojos, porque si lo haces el sabrás que le estas mintiendo, Alejandro no es dundo, el sabe perfectamente cuando uno le miente —me dice.
—Santo cielo, no sabia eso —le digo sorprendida.
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Editado: 14.06.2024