Emily

CAPÍTULO 41.

 

CUARTA PARTE

LA REDENCIÓN DE AUDRI.

 

¿Cómo puedes tener un breve minuto de amnesia cuando sientes que parte de tu mundo se ha desmoronado? ¿Cómo puedes… descansar mientras cada minuto que corre lo sientes más hondo y hondo en un abismo que parece nunca acabar? He oído tantas veces que el ser fuerte es la única manera de superar las cosas, que el tiempo es tu aliado pero ahora, ¿Cómo poner al tiempo de mi lado cuando éste parece una bomba en cuenta regresiva?

Esa noche no pude conciliar el sueño, ni siquiera en los brazos de Noah que al igual que mi cuerpo, se encontraban escandalosamente tiesos. Amma con la poca fuerza que le quedaba insistió el regresáramos a casa, que ella estaría bien con la compañía de Zoe quien sabía perfectamente qué hacer en el momento indicado, sin embargo, por más insistencias de la pelirroja y de Noah, no pude alejarme.

¿Cómo iba a hacerlo? Aquella mujer era parte importante de mi vida, se había convertido en una consejera, en una de las mejores amigas que podrías tener cuando te encuentras en problemas tan rotundos como los míos. ¿Cómo abandonar a alguien cuando ese alguien te ha tendido la mano cientos de veces sin poner un solo pero?

Zoe no parecía conforme con el hecho de quedarnos en casa de Amma, mucho menos en mi insistencia de que ella junto con Nathaniel — su novio —, se quedaran en la única habitación para huéspedes que había en la casa. Emily y Engel terminaron compartiendo una cuna improvisada que Zoe y yo — a regañadientes — terminamos confeccionando con ayuda de la otra. Como resultado final, Noah y yo terminamos apretujados en uno de los sillones cubiertos por la colcha más calurosa que en mi vida había sentido.

— ¿No puedes dormir? — preguntó Noah en la madrugada. Mi cuerpo se tensó al captar la proximidad de su cuerpo con el mío. Era la primera vez que nos encontrábamos así de cerca, rozando partes estratégicas de nuestros cuerpos y sintiendo los latidos uno con el otro.

Coloqué una de mis manos sobre su pecho y me acerqué a un más a él, tratando de hallar un reconforte en el calor que irradiaba su cuerpo, en la manera que sus brazos se aferraban alrededor de mi cintura y me sostenían como si nunca quisiesen soltarme.

Negué con la cabeza sin mirarle, ya me había visto débil y destrozada una vez, ¿Por qué volver a cometer el mismo error cuando también quería el que él se desahogara conmigo? Yo sabía que Noah la quería quizá más de lo que yo lo hacía, inclusive, estaba segura de que la adoraba más que las personas que nos encontrábamos en la casa. ¿Por qué yo era injusta cuando él también me necesitaba?

Respiré hondo, conteniendo las lágrimas que querían salir de mis ojos al recordar aquella imagen de Amma tendida en una cama. Segura de mí misma, levanté el mentón; los ojos de Noah se encontraban cristalinos, tratando de contener al mismo tiempo que yo ese llanto incontrolable que parecía absorbernos a cada segundo. Llevé una de mis manos a su mejilla y deslicé mis dedos sobre ésta, tratando de ofrecerle un consuelo que parecía casi inalcanzable entre nosotros.

— ¿Cómo estás tú? — no respondió —. No tienes que hacerte fuerte conmigo, Noah — le miré con los ojos llenos, percibí la manera en que en su mentón se formaba un tic, respiré hondo, tratando de no hacer evidente el que con esas palabras trataba de convencerme a mí misma —. Ya los has sido tantas veces conmigo, ahora es mi turno.

Dos lágrimas solitarias corrieron por sus mejillas como respuesta. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y lo halé hacía mí. Sentí como sus brazos me apretaban aún más a su espalda, como si nunca quisiese soltarme; cerré los ojos al momento que enterró su nariz en mi cabello e inhaló fuerte, tratando de reprimir esos gemidos por el llanto que de cuando en cuando escapaban de sus labios.

 

 

***

 

 

Amma amaneció mejor de lo que esperaba, inclusive, parecía que la noche anterior no había estado tendida en la cama con la piel más pálida que el papel. Al momento que Noah y yo nos adentramos a su habitación, nos encontramos con una grande sorpresa al verla tan firme mientras sostenía un libro de pasta dura; llevaba encima el mismo camisón de la noche pasada y un par de lentes carey se ajustaban perfectamente en el puente de su nariz, creando una imagen audaz y vivaz de ella.

Di un par de golpecitos a la puerta abierta, captando la atención de Amma. Ella colocó el separador en la página que se había quedado y a continuación, nos miró a ambos como si fuésemos un par de niños pequeños. Me sentí diminuta al verme frente a sus ojos marrones.



#4749 en Novela romántica

En el texto hay: ballet, drama, amor

Editado: 03.09.2020

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