Emma, la caída de un ángel

Capítulo 13

Abrí poco a poco mis ojos.

Desperté en una habitación en la que me sentía extraña, tenía un molesto aparato en mi boca y nariz que molestaba y a la vez estorbaba, junto a un horrible sonido que aturdía mis oídos.

Levemente, el sonido fue haciéndose más soportable hasta que lo identifiqué como una caja que marca los palpitares del corazón.

¿Estaba en un hospital acaso?

Lentamente moví mi cabeza a un lado tratando de verificar si había alguien más en la habitación. Y afortunadamente estaba Elián junto con Aine con sus ojos cerrados.

Moví mi cabeza al otro lado de la habitación y divisé a un Mason con el ceño fruncido viendo fijamente el suelo.

Afuera de la habitación se escuchaban personas discutiendo.

— Solo déjame pasar a verla. — gritó una de ellas.

Y con eso, hizo acto de presencia Jared en la habitación.

Él observó a todos en la habitación con el ceño fruncido hasta después reparar en mí.

A juzgar como se abrieron sus ojos y su boca cayó levemente abierta, mi estado no era muy digno de ver.

Lo miré con mis parpados cansados.

Jared no sabía si acercarse o no.

Mason lo fulminaba con la mirada y unos somnolientos Aine y Elián miraban todo aturdidos.

Detrás, en el marco de la puerta, divisé a Zayd. Pero Daide no estaba con él.

Por fin, Jared se acercó y se sentó en una silla cerca de mí. Después tomó mi mano con delicadeza y le dio un leve apretón.

— Hola, Nef... — carraspeó recordando que Neftalí no era mi verdadero nombre — Emma.

Le sonreí y cerré mis ojos por un momento.

— Ella no puede hablar. — dijo Mason con disgusto.

Jared lo observó confundido y después regresó la vista a mí.

— ¿Por qué no puede? — la pregunta iba para Mason.

— ¿Qué te importa a ti, mortal? — gruñó mi hermano.

Oh, no. Oh, por dios, no. Lo llamó mortal.

Por favor que no sospeche.

Elián fulminó a Mason con la mirada y el susodicho se encogió de hombros.

Jared me vio con preocupación.

— ¿Saliste de nuevo al bosque? — me susurró en el oído. — Qué afán el tuyo de subirte a los árboles. — dijo con un tono de sarcasmo.

Lo miré con suplica.

Él solo me miró fijamente un rato y después asintió.

Un doctor entró por la minúscula puerta donde Zayd descansaba y nos sonreía a Jared y a mí.

— Bien... Emma ¿cierto? — preguntó a nadie en concreto y saca su bolígrafo. — Fueron daños muy graves los que tu cuerpo recibió. Tal vez duren unos meses en sanar.

Toda la habitación se tensó.

Podía ver la cara de preocupación en cada uno de los rostros.

— ¿Por qué no puede hablar? — preguntó Aine.

— Oh, no. No es que no pueda, es que no debe. Sus cuerdas vocales están un tanto alteradas. Podría ser por gritar mucho o problemas de la garganta.

Recordé cada vez que iba al bosque y gritaba desenfrenadamente por Steve o cuando le grité a Milton, esperaba por mí bien que fueran problemas de garganta.

— ¿Y cuándo podrá volver a hablar? — preguntó Jared.

— En un par de días podrá volver a hacerlo, solo que estarán algo delicadas y su voz saldrá aguda, por inercia no puede gritar ni forzar la voz, tampoco tomar cosas frías. — Explicó el doctor llevando una lamparita a mis ojos y señalándome que viera su dedo. — Nada fuera de su lugar aparte de eso...

— ¿Podrá volver a sus actividades normales? — ésta vez fue Zayd el que preguntó.

— No aún. — dijo el doctor entregando una receta a Aine. — Sería ideal que descansara a lo mucho una semana.

Bufé sin sacar ningún sonido. Y así era como se repetía año sin necesidad.

Quise llamar la atención de todos moviendo mis brazos, pero al querer levantarlos algo me le impidió, habían chupones conectados a ellos y una jeringa en mi vena donde mi brazo se doblaba.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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