— Primero que nada, tenemos que terminar el trabajo de Literatura, Jared. — le dije riendo por su desesperación. — ¿Tú qué sabes si me pasa algo?
De nuevo.
Jared resopló y se tiró del cabello.
— Está bien. — gruñó y se sentó en mi cama.
Después de terminar toda la edición y de colocar las imágenes quedamos satisfechos. Solo nos faltaba una cosa más...
La opinión.
Después de eso, tendría que contarle todo a Jared, desde cabo a rabo.
— Bien, sigue tu opinión. — le pasé la hoja en donde puse una opinión cualquiera sobre el tema.
— De acuerdo. — Jared escribía y volvía a escribir.
De repente me entró la curiosidad de lo que estaría escribiendo, ya que este tema tenía que ver con mi situación y contaba mucho su opinión.
Por un momento me volví a perder en mis confusos pensamientos.
¿Y si cuando le contara a Jared toda la verdad, Milton lo encontraba?
Todos mis miedos aparecieron de repente frente a mis ojos. Y todos y cada uno de ellos incluían a Jared como si su vida dependiera de toda la verdad que le ocultaba. Y eso me aterró, yo cambiaría su manera de ver el mundo.
— Oye, Emma. — llamó Jared sacándome de mi nube de pensamientos.
Lo miré y con una sonrisa me dio el papel en donde había escrito todo.
Lo miré y había escrito una larguísima opinión personal.
Lo miré con flojera y él rodó los ojos y me tendió la mano para que le entregara el papel y lo pudiera leer de su voz ronca.
Jared se aclaró la garganta y yo me puse cómoda en mi cama.
— En mi opinión. — empezó y yo le di una sonrisa muy grande. — Los ángeles caídos son un gran y blasfémalo mito. Estas criaturas no pueden ni deben existir ni por un pecado. Opino que todos los ángeles deben ser buenos y que los que fueron expulsados deben ser exterminados. Debe ser una cosa horrorosa por sus deformaciones y no podría ni imaginar que estuvieran entre nosotros. Estas criaturas están fuera de lo normal y por lo tanto no deberían existir. Serían una amenaza para toda la humanidad. En lo personal esas extrañas y desagradables criaturas deberían pudrirse en el infierno y no recibir perdón alguno. Yo digo que se verían físicamente como demonios. Si me topara con uno le quemaría hasta hacerlo cenizas y destrozaría cada una de sus plumas si es que siguen teniendo alas.
Mi sonrisa se borró poco a poco con todas sus palabras y mis ojos se entrecerraron aguantando las lágrimas. Sus palabras se encajaron como cuchillas en mi corazón y es cuando me di cuenta que de verdad me importaba su opinión...
— Incluso si habitaran entre nosotros me daría una total repugnancia siquiera cruzar miradas con uno o peor aún, ser su amigo... — continuó Jared.
Pero lo corté con un movimiento.
— Basta, Jared. — le dije con mi mano aún levantada y mi cabeza gacha tratando de no llorar por todas esas cosas odiosas que salieron de la boca de Jared.
— Pero aún no termino. — se quejó Jared.
Quemarlo hasta hacerlo cenizas...
— Dije basta. — gruñí bajo mientras una lágrima se salía de mi ojo y viajaba por toda mi mejilla.
No deberían existir...
— ¿Qué pasa?, ¿te sientes mal? — preguntó acercándose a mí.
Destrozaría cada una de sus plumas...
— No te acerques. — dije alzando un dedo y desviando mi cara para que no pudiera ver mi lágrima derramada.
— Pero ¿qué tienes...? — dijo preocupado
Se ven físicamente como demonios...
Apreté mis ojos con fuerza y las lágrimas escaparon sin ningún sollozo de mi parte.
— Solo vete. — dije al fin sin que mi voz se quebrara.
— ¿Qué? — Preguntó alarmado él — ¿Sucede algo?, ¿Te sientes mal? — dio un paso.
— No te atrevas a dar un paso más. — dije sin sollozar aún. — Vete. — dije en un susurro.
— ¿Qué? — dijo Jared más confundido que nunca.
— Vete. — grité esta vez sin voltear.