Daide
En el tribunal, Milton me miraba con acusación y una sonrisa grande llena de arrogancia.
— Querida, Daide. — me dijo antes de que empezara mi juicio. — ¿Dónde están tus hijos?
Lo miré con odio.
— Te juro. — dije entrecortadamente. — que si les pones una mano encima, te mataré.
Me dio una enorme sonrisa.
— ¿Sabes? — dijo caminando a mi alrededor. — Yo creo que Emma va a ser un lindísimo ángel cuando sea mayor... ¿quién sabe?, tal vez hasta la convierta en mi esposa.
— No te atrevas a tocarla. — dije gritando.
— Cierra la boca, Daide. — me dijo Milton.
Él subió a su gran silla y llevó a cabo el juicio.
Terminando, de que todos aquellos que conocía de toda la vida me apuñalaran por la espalda y dieran sus votos, me declararon culpable.
— Daide Trok, se te declara totalmente culpable de mostrarle el cielo a un mortal y de infidelidad. — acusó Milton.
— ¿Infidelidad? — pregunté.
— Su castigo será despojarle de sus alas y arrojarla por la fosa al mundo mortal. — dijo por último.
¿Mis alas?
Los vengadores me tomaron por los brazos y dos más tomaron mis alas.
Milton les dio una señal y los vengadores jalaron con fuerza una parte de mi cuerpo.
Grité horriblemente de dolor y unas lágrimas se escaparon.
Los vengadores tiraron con más fuerza y separaron completamente las divinas alas de mi cuerpo.
Grité por último por las marcas que quemaban detrás de mi espalda.
Mi cuerpo cayó en el duro y frío suelo del tribunal.
Pero los vengadores sin tenerme piedad tomaron mi débil cuerpo como si fuera un juguete y me arrojaron a la fosa que conducía al mundo mortal.
Mi cuerpo iba de frente en el aire y aullaba de dolor por el aire que se colaba en mis recientes heridas.
Mi cuerpo golpeó un árbol y mi cuerpo dio un giro siguiendo su caída.
Mi espalda cayó en dos troncos puntiagudos y afilados.
Lancé un grito más fuerte ésta vez, y la última visión, fue una silueta que corría a mi cuerpo.