Mason, Zayd, Leik, Karla, Helen, Jared y yo quedamos con encontrarnos con las chicas en la casa de Daide.
Mason y Zayd me habían dicho que Daide y Jonathan habían salido de viaje por una semana y que era seguro que no estarían en un buen rato. Había mencionado algo sobre visitar a nuestros tíos, pero no les di importancia alguna.
Mi duda acerca de Jonathan seguía en pie, aunque sonara totalmente absurdo, ese tipo que se hacía llamar mi padre no me aspiraba buena confianza.
Llegando a la casa, saludé a las chicas quienes decían extrañarme por los días que había desaparecido. Y que incluso Karla y Helen habían hecho un drama por no encontrar mi paradero, hasta que les di la dirección, dejaron de estar serias todo el día.
Presente a Leik con las chicas, pero a Leik, le importó una sola: Pamela.
Habló con ella todo el tiempo e incluso se reían juntos.
Debía admitir que se veían realmente lindos juntos. Y esperaba que hubiera más que una sola amistad ahí.
Zianya me había contado que conocía a Cres y que se le hizo muy amable cuando se cruzaron por curiosidad.
Les expliqué a las chicas todo lo que sucedió y todas guardaron silencio hasta que concluí mi relato.
— ¿Y qué piensas hacer? — me preguntó Helen intrigada.
— ¿Qué pienso hacer? — dije resoplando y tomando mi cabello en las manos. Estaba frustrada. — Es difícil decidir, Helen. — tapé mi cara y suspiré exasperada. — No puedo simplemente dejar toda mi vida aquí para seguir en una vida allá, que por cierto no me pertenece.
— Sí, pero... ¿cuántos ángeles sufrirán sin un ángel a cargo? Piensa en todos aquellos. Piensa en Milton, Emma. — dijo Karla mirándome como si tuviera la respuesta a todas las preguntas.
— Ya lo he pensado, Karla. Pero simplemente no me pertenece. Yo tengo mi vida aquí, y quieres que viva otra vida allá solo por complacer a todos aquellos que confían en mí y en mi decisión. Definitivamente no. He aprendido a pasar de los demás, y esto no me va a detener para seguir mi vida aquí. — dije aún tranquila pero apoyada en la mesa. — No voy a vivir algo que no quiero solo porque los demás quieren que lo haga. Lo único que quieren es mi poder. — dije secamente.
— Emma, sabes que lo que dije no era verdad. No te lo tomes tan a pecho. — dijo Leik suspirando.
— No es tanto por lo que dijiste o no. Y en cierta parte tenías razón, de todas formas, no haré más por complacer a la gente. — dije parándome y dando golpecitos con mi dedo a la mesa.
Decidida a irme sin retractar mi palabra, me giré sobre mis talones.
— ¿Y por nosotros? — dijo Helen haciendo que parara mi andar.
— ¿Por tu familia? — dijo Karla.
— ¿Por tus amigos? — dijo Leik abrazando a Pamela a su lado.
— ¿Por ellos no harías nada? — dijo Karla con la expresión derrotada.
Me giré un poco para observar sus caras desde el pasillo a unos cuantos pasos de donde estaban ellos.
— ¿No harías nada por Jared? — dijo Helen apuntándolo con su barbilla.
Mis ojos viajaron a él, quien se veía realmente tenso con todo este asunto, pero que sin embargo no había dejado de estar cariñoso en todo el camino.
Claro que haría lo que fuera por Jared, haría todo. Y por mis hermanos, incluyendo a Aine y Elián, que ahora formaban parte de la familia. No olvidaría a Helen, Karla, Pamela, Daniela, Zianya y Naty en todo esto. Todos ellos eran lo único que importaba ahora, y haría lo que fuera para que ellos fueran felices y estuvieran a salvo.
Pero, Jared. Él era todo para mí, mi mundo giraba a su alrededor. De no ser por él, yo hubiera entrado en crisis en muchas ocasiones, porque él era elemental para mi vida. Era necesario tenerlo a mi lado, y no me imaginaba un rato o un momento sin él.
Él era mi fortaleza, y no dudaría en protegerla a cualquier costo.
— Claro que haría todo por ustedes chicos. — dije derrotada cambiando mi expresión a una cansada. — Es solo que... — mi voz se rompió y tape mi cara con mis manos negando con la cabeza. — No quiero alejarme de ustedes chicos. — el sentimiento me entró de repente. — Son lo único que me queda en la vida. — levanté la cara para poder verlos y unas lágrimas corrieron quemando su paso en mi mejilla. — No quiero imaginar perderlos.
Jared se paró y me abrazó haciendo que el sentimiento, que se mezclaba con el cariño que les tenía, se intensificara. Todos recorrieron sus sillas, haciendo que sonaran contra el piso y se unieron al abrazo. Incluso Leik, que me conocía hace poco.