Jared.
— ¿Jared?
Oí como la ventana del cuarto se cerraba lentamente tratando de hacer el mínimo ruido. Una voz dulce llegó a mis oídos, pero pensé que era un sueño.
La cama se hundió cuando la persona se sentó a la orilla de la cama.
Prácticamente era de madrugada, lo sabía porque apenas había dormido unos minutos.
— Oye, dormilón. — dijo ella con voz juguetona. — Ya volví. — me susurró al oído.
Abrí los ojos poco a poco para verla. Su largo cabello con su tono natural, sus ojos, su sonrisa, pero, oh, sus ojos.
— ¿Dormiste bien? — me preguntó.
La acerqué a mí y la abracé apresándola en mis brazos. Ella rió un poco y yo salí de mi ensoñación por cada segundo que aspiraba su perfume.
Después caí en la cuenta de que ella estaba sana y salva, de que estaba relajada y de que había vuelto. Eso significaba que el plan había funcionado.
Me paré rápido de la cama y la puse de rodillas conmigo. La sacudí un poco.
— Dime que el plan funciono y que no tendrás que desatar una terrible guerra. — rogué.
— Felicidades, nuevo mortal supremo. Tú. — acercó sus labios a los míos y susurró. — Gobernarás conmigo.