— No creo que su hermano tenga algo que ver con su padre, Emma. — dijo Jared mientras quitaba sus zapatos para por fin, después de un largo día, poder descansar. — Tal vez, solo sea la rivalidad de ver quien es mejor que el otro para ganar el amor de su padre.
Cuando veníamos de camino a nuestro punto de encuentro, Jared y yo veníamos discutiendo sobre las posibilidades de que Baruck tuviera algo que ver con Asmodeus y el odio de Verno hacia él.
— No, Jared. Siento que hay algo más, algo con la muerte de Asmodeus. — dije quitando mi blusa y agarrando mi cabello en una coleta. — Y Verno me parece tan cargada de odio a Baruck... Es como si yo odiara a Mason o Zayd.
— No todos son como tú, Emma... Además, algo feo tuvo que pasar entre ellos dos para que se tuvieran tal odio como para querer matarse el uno al otro. — Jared se acomodó en el colchón inflable y después yo me acurruqué contra él buscando un poco de su calor.
— Sí... — me quedé pensando un momento.
Es obvio que los demonios no se matan entre ellos, porque no son sus verdaderos enemigos, Baruck hubiera tenido una muy buena razón para odiar a su padre tanto como para matarlo, así que descarte la idea.
Pero... Si esa no era la razón ¿Cuál era?
— ¿Notaste algo extraño en esa súcubo? — Jared miraba el techo de la casa de campar mientras tenía su brazo pasado por un hombro ya que yo estaba de costado.
— Solo era educada. — dije encogiendo mis hombros.
— Sí, pero es extraño... Un demonio simpatizando con su enemigo, eso no tiene lógica. — dijo sin comprender y frunciendo sus cejas.
— ¿Sabes qué sí tiene lógica? — me puse boca abajo mirándolo y haciendo que él me mirara con sus cejas fruncidas.
— ¿Qué? — dijo sin dejar de fruncir su ceño y sin moverse de su postura.
— Que te ves sexy cuando frunces tus cejas y entre abres tus labios. — me mordí el labio inferior tratando de contener la risa que quería salir de mí, por la cara de perversión que había puesto.
Ronroneó y se puso arriba de mí dándome un beso en el cuello, pues yo seguía boca abajo.
— ¿Y sabes que no tiene lógica? — dijo en mi oreja para después morder mi lóbulo.
Me reí y mordí mi labio.
— Que tengas toda esa ropa encima. — bajó la sábana que tapaba mi cuerpo de un tirón y me volteó haciendo que soltara un pequeño gritito y me reí en su boca.
Él tenía de esas sonrisas tan hermosas que siempre me hacían quererlo un poco más que antes.
Cuando dejamos de besarnos lo miré y recorrí sus facciones con mis dedos disfrutando sus pómulos para después fijarme en sus labios.
— Te quiero tanto, Jared. — le dije mordiéndome el labio, esta vez con preocupación. — No quiero que te pase nada, moriría si algo malo te pasara.
— No tienes que temer, Emma. — se puso a mi lado dejando el juego de lado y me estrechó en sus brazos para después besar suavemente mi frente. — Yo nunca voy a abandonarte, estés donde estés y pase lo que pase, siempre llevarás mi corazón amarrado al tuyo... Eres mi segunda ala, Emma, sin ti no puedo volar.
Sonreí cerrando los ojos y quedándome dormida con su lenta respiración y la quietud de la noche.
(…)
Un grito desgarrador se escuchó a lo lejos, haciendo que saltara de la cama aturdida y sintiendo mi pecho atravesarse con una daga.
Abrí mis ojos rápidamente y pude visualizar a Naty tirada cerca del lago con una sombra encima de ella que trataba de atacarla con su filosa daga con una marca de demonio.
— ¡No, no por favor, no! — se escuchaban sus gritos.
Me puse un short y una camisola y salí de la casa descalza. Volteé a todos lados buscando una cosa en especial... Mi espada, ya no estaba.
Tomé la de Jared y volé rápido al lago viendo como Naty dejaba de luchar y su cuerpo dejaba de tener vida. Prácticamente dejó de existir.
— ¡Naty! — grité y volé rápido hacia el demonio que trataba de tomar algo de ella pero no podía quitárselo de las manos.