Emma, la caída de un ángel

Capítulo 51

Jared.

— ¿Ella nunca llegó aquí? — le pregunté angustiado y ahora sin ninguna esperanza.

Tal vez eso fue lo que sintió antes de siquiera pisar las tierras habitadas por Verno.

— No, Jared. Y lo más probable es que mi hermano tenga en su posesión a Emma... — miró mis ojos apenada. — Y si Baruck no encuentra lo que quiere en Emma… su cuerpo ya no sirve de nada

Me paralicé. Emma no podía...

— ¿Qué? ¿Cómo que su cuerpo ya no sirve de nada? — se alarmó Mason.

— ¿Te refieres a...? — dijo Zayd sin querer decir lo último.

— Baruck puede ser tan cruel con las personas que no le dan lo que quiere, que no puedo asegurar que Emma vivirá... — Verno negó y aventó sus manos siguiendo su camino. — Les pido que no hagan nada apresurado ni arriesgado. — Nos miró antes de adentrarse en el bosque. — Yo arreglo esto.

Y se perdió en los árboles con una rapidez inigualable.

— Está loca si cree que me quedaré aquí cruzado de brazos sin hacer nada para encontrar a Emma. — mascullé mientras aventaba el arco al suelo y le arrebataba a Karla mi espada. — Yo voy con Verno.

Avancé corriendo hacia donde Verno había desaparecido y como si viajaran a velocidad luz, varios demonios formaron una larga barrera que me impidió seguir mi persecución hacia Verno.

— ¿Pero qué...? — dije confundido por sus caras y sus brazos cruzados que reflejaban negación.

— Nadie va detrás de Verno. — dijo uno de los demonios con una voz mecánica gruesa y con un leve rechinido.

— Ella dijo que lo arreglaría. — dijo con la misma voz su adyacente.

Los miré con el ceño fruncido y no me moví de mi lugar.

— Jared. — Karla tocó mi hombro con suavidad. — Por favor... No queremos que se desate la guerra.

Me solté bruscamente de su agarre y regresé con Milton, quien no dejaba la postura de sus brazos cruzados.

— Vamos. — le ordené y seguí caminando.

Los demás me siguieron desde atrás y sin rechistar. Pero yo con el plan en mi mente caminé más rápido poniendo cierta distancia entre los otros. Y cuando una curva se presentó, escalé un árbol y sin pensarlo dos veces escalé otros y finalmente orientándome, seguí el mismo camino por donde Verno se había ido a buscar a Emma.

No me importó dejar a los demás detrás, pues sabrían bien que había ido a buscar a Emma, pero eso significaba un enorme peligro para los ángeles, si los demonios notaban que yo no estaba, significaría una terrible confusión y mandarían a buscarme.

Aceleré mi paso cuando sentí la presencia de Verno cerca. Por alguna razón, ella tampoco me daba buena espina, pero no se lo diría a Emma por no cargarle más preocupación.

Cuando finalmente divisé su cabellera roja fue cuando me silencié escalando más alto para no llamar su atención, aunque estaba seguro que ella me había sentido desde que la seguía a unos 10 metros, pero me sorprendió que simplemente no volteara ni se inmutara siquiera de mi presencia, era raro, pero tal vez si estaba lo suficientemente concentrada en encontrar a Emma.

La pregunta desde el principio era el por qué, por qué ella y por qué conocía al papá de Emma. Era raro y no encontraba ninguna explicación que los conectara. Simplemente no había ninguna lógica.

Verno paró su viaje cuando se adentro a una tierra árida y ya no había árboles en los cuales esconderse, pero si había una niebla espesa lo cual me dio una ventaja. Pero en esta ocasión tendría que ser silencioso.

Salté de un árbol sacando mis alas y atravesando la niebla sin agitar tanto mis alas y no llamar la atención de los demonios.

Seguí a Verno de cerca y vi como avanzaba sin preocupación alguna y contoneando sus caderas, como si advirtiera a los demonios que venía en son de paz.

— Alto ahí. — un demonio paró a Verno sin siquiera tocarla.

Verno se paró cargando su peso en una pierna y miró con una ceja alzada al demonio que la había detenido.

— ¿Quien te envía? — le preguntó el demonio acercándose a ella hasta quedar a su altura.

— Nadie me envía a mí. — se acercó como el demonio retándolo con los ojos entrecerrados. — Vengo a visitar a mi hermano. — levantó su barbilla altanera. — No creo que a Baruck le guste que trates así a su hermana pequeña. — dijo con un tono grosero y engreída.



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En el texto hay: angelescaidos, angeles y demonios, mortales

Editado: 04.04.2018

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