Emma
Volví a entrar al castillo de Baruck cuando me di cuenta de que ni Jared ni Verno salían, cuando aterricé en una esquina escuché un leve susurro.
— Danniell...
Volteé a ver a Nerea y después seguí la dirección de su mirada, Danniell yacía en el suelo con una cuchilla atravesando su garganta. Abrí mis ojos con dolor al escuchar el grito desgarrador de Nerea.
— No. — bramó ella cuando caía de rodillas en el suelo mientras lágrimas rodaban por sus mejillas. — Danniell. — gritó desde el fondo de su garganta. — ¡Que sus almas se pudran en el cielo! ¡Que dios los castigue de por vida! ¡Y que sus familias sean benditas por el resto de su vida!
Verno sintió los mismos empujones al igual que yo cuando Nerea gritó con toda su fuerza. Se abalanzó contra los tres demonios que habían causado la muerte de su hermano, luchaba con los tres al mismo tiempo y la furia la consumía mientras apretaba sus dientes y de sus ojos salían lágrimas. Al que estaba a su lado le cortó la cabeza y el de atrás de ella le encajó la espada en la frente, con el último lo tomó del cuello y le paso un collar bendito.
— Ne forte per Lucifer ignes die in nomine Domini. — gritó y el demonio lanzó unas llamas cegadoras.
No tentaré con Lucifer, que tus llamas se apaguen en el nombre de Dios.
Verno y yo caímos en el suelo cuando escuchamos la letanía de Nerea quien ahora caía de rodillas al ver el cuerpo inerte de su hermano.
— ¿Danniell? — lo llamó mientras ponía la cabeza de su hermano en su regazo. — ¿Me oyes? — ella puso su mano en el corazón de su hermano. — Si encuentras a mamá, dile que la amo... Y si encuentras a papá dile que hice todo por mantenerte a salvo. — las lágrimas salieron de los ojos de Nerea mojando la cara del chico. — Si encuentras a Hector... Dile que lo extraño, y que fue injusto que arriesgara su vida por mí. — le besó la frente y apartó un mechón de pelo. — Te amo Danniell...
La vi con todo el dolor que mis dos almas me permitían, no me imaginaba perder a mis hermanos, sería algo desgarrador, no imaginaba aún más como se sentiría Nerea. Se me formó un nudo en la garganta.
— Emma. — me llamó Jared mientras me extendía una mano.
La acepté y no aparté la vista de Nerea, su cuerpo se sacudía conforme sus lágrimas brotaban y mojaban sus mejillas, alzó la cabeza y lanzó un enorme grito al cielo lo cual llamó la atención de unos cuantos demonios y se abalanzaron contra ella. Tomé mi espada y volé a ellos cortando cabezas e incluso cuerpo en dos, no iban a tocar ni a Nerea ni a su hermano.
Pronto Verno y Jared me hicieron guardia y todos comenzamos a defender a la chica que nos miraba con impresión. Un demonio se lanzó y tuve que bloquearlo con la espada y el brazo, me arqueé un poco quedando a centímetros de Nerea.
— Sácalo de aquí antes de que nos maten a los cuatro. — le gruñí mientras tiraba al demonio y partía su cabeza en dos.
Nerea tomó a su hermano en brazos y lo llevó al techo donde todos los ángeles aguardaban por nosotros. Un demonio trató de tomar el bolso que había tomado de la habitación que ahora estaba destruida y reconoció la E que descansaba tranquilamente encima de las escrituras.
— La llave. — rugió con su voz mecánica.
Tape mi cara y después dejé de sentir al demonio. Anton y Zianya nos habían hecho seguimiento, los dos hacían una hermosa pareja de combate, mientras Zianya luchaba con látigos Anton lo hacía con cuchillas. Zianya y él se veían bien juntos, y sin duda en el combate eran el mejor dúo que tenía aparte de Leik y Pamela.
Prácticamente éramos seis o más ángeles contra hordas de demonios. Una figura encapuchada apareció detrás de nosotros y me puse en defensa contra él mientras los chicos me protegían.
— Atrás. — me ordenó y sacó una bomba de agua bendita.
Abrí los ojos como platos y tomé sin dudar un segundo a Verno del brazo quien se quejó cuando volé como si no hubiera mañana y la dejaba entre los pastizales junto a mí.
— ¡Estaba a punto de acabar con ese demonio! — se quejó mientras yo trataba de concentrarme.
El tipo de capucha tiene una bomba de agua bendita, salgan de ahí lo antes posible.
Transmití a todos los ángeles que pude y los demás pasaron el mensaje, al final todos los ángeles salieron del techo y pude ver al ser encapuchado como dejaba caer la bomba y ésta explotaba dejando gruñidos por todas partes mientras que a los ángeles no les hacía ningún rasguño.
— Oh... — entendió Verno cuando observó el destello de luz que dejaba el agua bendita. — Gracias...
La tomé del brazo y volé hasta Jared estrellándola contra su pecho. Volé en picada hacia el castillo con unas cuantas gotas quemando en mi piel. No importaba el dolor que causaran o el fulgor que mi piel transmitía, solo quería ver una cosa y era el cuerpo de Baruck incinerado.