Jared
— ¿Supremo del Este? — preguntó Milton.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — se abrió paso Nerea entre todos y lo encaró. — El cielo se verá afectado por tu culpa.
— Fiorella está a cargo. — la miró con superioridad. — Vine a ayudar porque eres una del Este, la familia protege a la familia.
— Tú. — lo apuntó con su dedo en el pecho. — No eres mi familia. Mi familia está muerta.
—Lo sé, lo lamento por Danniell. — dijo sin mostrar una sola expresión en el rostro. — Es por eso que no puedes continuar con esto, nos vamos a casa. — la tomó del brazo y la arrastró contra su voluntad, Nerea se zafó de su agarré con un violento movimiento.
— Yo no les pedí que me ayudaran, me ofrecí a hacerlo. — se encaró Nerea con Alejandro.
— No te estoy preguntando. — siseó él encarándola.
— Y yo no te estoy respondiendo. — Nerea se dio la vuelta azotando su pelo en la cara del supremo y se dirigió a su habitación.
— Vuelve en este instante, Nerea. — bramó Alejandro.
— Oblígame. — le gritó Nerea.
— Te desterraré. — gritó de vuelta.
— Me da igual si lo haces o no. — dijo ella moviendo la mano en el aire.
— No protegeré a tus descendientes como lo pediste. — gritó con fuerza.
— Emma lo hará. — gritó Nerea sin volverse.
— Deja de portarte de esa manera conmigo, puedo acabar con tu vida en un abrir y cerrar de ojos. — la amenazó e hizo que tocara mi espada por si acaso.
— Y tú deja de portarte como el idiota que siempre fuiste. — lo miró desde lo lejos. — Deja de portarte como si fueras la gran cosa del Este. — avanzó rápidamente a Alejandro. — Puedes ser el supremo del Este y puedes tener linaje de Arcángel pero para mí eres un ser con alas y ya. No te voy a respetar por lo que dice tu espada o un papel, mi mamá no lo hizo, mi papá no lo hizo, mi hermano no lo hizo y yo tampoco lo haré. — quedó a escasos centímetros de la cara de Alejandro. — Puedes volver a ser el ser perfecto que todos aman, no voy a regresar.
Voló al tercer piso y caminó por los pasillos hasta llegar a su habitación y azotar la puerta tras de sí. Alejandro masajeó sus sienes y miró a Emma con cansancio.
— ¿Tienes un cuarto en dónde pueda dormir? — preguntó de forma cansada.
— ¡Claro que sí! — Verno enlazó su brazo con el de él y camino por el pasillo conversando con él como si nada hubiera pasado.
— Cuánta confianza. — dijo Emma al mirar a Verno y Alejandro caminar hacia las escaleras.
— Ni te imaginas. — dije suspirando y poniendo mis manos en la cadera. Ella frunció el ceño y me dio una mala mirada interrogándome. — ¿Qué?
Emma rodó los ojos y voló a una habitación cualquiera, la seguí desde atrás pensando que querría compañía.
— No sé si las cosas cambiaron entre ustedes. — me dijo abrazándose y viendo el espejo.
— Nada ha cambiado... — dije cerrando la puerta tras de mí, por pura suerte ésta era mi habitación.
Ella tocó el espejo y se formó un silencio sepulcral. En el espejo estaba la que era antes, la misma mujer que quería asesinarme pero a la vez la que nos ayudó a escapar.
— Tus ojos no dicen lo mismo. — sentenció el reflejo del espejo. — Gritan amor pero no es por Emma. — sus ojos se volvieron oscuros. — Tu corazón vacila entre dos personas, puedo sentirlo. — frunció el ceño y miró a todas partes como si pudiera ver en mi mente. — Es Emma y una chica más fuerte, llenó un vacío que Emma dejó... Pero ¿quién es esta chica, Jared? — dijo mirando mis ojos fijamente. — Acércate. — ordenó y yo negué con la cabeza tragando saliva. — Si no tienes nada que ocultar no hay nada que temer. — no quitó su expresión seria, Emma se hizo a un lado sin dejar de tocar el espejo tenía la cabeza gacha sin emitir ningún sonido.
Me puse frente al reflejo de la antigua Emma y me mantuve firme.
— ¿Es...? — abrió los ojos sin poder creerlo. — ¿Verno?
Tragué saliva cuando Emma levantó la cabeza de golpe y tenía los ojos como platos.
— ¿Verno? — preguntó mirando al espejo y después a mí. — ¿Verno? — sus ojos se llenaron de lágrimas. — ¿Todo este tiempo que yo sufrí por lograr salir de ese horrible lugar tú amaste a Verno? — sollozó mientras apretaba sus dientes.
— Yo no... — negué sin saber con exactitud las palabras que tenía que decir.
Yo no amaba a Verno, solo la quería que era algo diferente. Pero no sabía como explicárselo a Emma.
Ella apartó el dedo del espejo y se dirigió a la puerta apretando los puños.