"A veces pasan cosas y no le encontramos sentido, por más que uno busca, trate de ver el lado cósmico de ello... Simplemente no lo entendemos, nada nos alivia, aunque nos digan: Por algo pasan las cosas. Algunas veces nos desborda el sentimiento."
Smooth.
Samuel
Los aullidos de fondo le daban un aspecto más lúgubre y tenebroso al bosque. Me encontraba en medio de un pentagrama con una vela en mi mano, al igual que mis amigos, a diferencia que ellos se hallaban en las esquinas de la estrella. Los trillizos se habían dormido después de comer y por si acaso, Adara había proyectado un campo de energía para evitar inconvenientes.
-¿Listos?- Dijo Adara mientras cerraba los ojos, todos lo imitamos instantáneamente- Bien, lo primero que haremos será inhalar y exhalar, las veces que sean necesarias para calmar el pulso, los sonidos del bosque los ayudará a concentrarse más. No se distraigan, tienen que mantener sus mentes en blanco.
Respiré tranquilamente y sentí como mi corazón se calmaba poco a poco, el viento cantaba en mis oídos armoniosamente como una hermosa melodía.
Te estás volviendo un blandito.
No te oigo, te ignoro.
-Bien.- Inspiró con fuerza y después continuó- Samuel, tienes que pensar en tus poderes, en cómo eran.- Inhalé y exhalé otra vez, solamente escuchando las palabras de la bruja- Solo mantén tu mente en blanco y concéntrate en lo que buscas, en lo que quieres hallar.
Un recuerdo de cuando usaba mis poderes se cruzó por mi mente, era un recuerdo fuerte y fresco. Sentía como hablaban a mi exterior pero estaba muy concentrado en ese recuerdo.
-Ahora concéntrate en tu deseo... Nosotros vamos a decir unas palabras.- Susurró cada vez más bajo, evitando desconcentrarme.
Seguí con mi recuerdo. Mis poderes, sanación, rayos, orbitar. Como los extrañaba, los necesitaba conmigo de vuelta para salvar a Paris.
Paris...Paris... Paris...
-Repitan después de mí. Et intulit ea quae omnia adducere rediit in locum suum.- Escuché que decía Adara de fondo, pero mi mente deambulaba por otros lugares.
Paris...
Mis poderes...
Paris...
Mis poderes...
-Et intulit ea quae omnia adducere rediit in locum suum. - Repetían una y otra vez los chicos.
Paris... Mis poderes... Paris...
De repente caí de espalda al suelo, soltando la vela velozmente, seguía con los ojos cerrados por culpa de un fuerte dolor de cabeza.
Ahí estaba ella, en un piso rojo con los ojos cerrados, un hombre se encontraba al lado de ella murmurando cosas junto con una mujer que traía poca ropa. Yaroslav... Era él. El dolor cesó lentamente, permitiéndome levantar con rapidez y dejando que algunas gotas de transpiración caigan por mi sien, observé por todos lados, buscando a Paris, sin embargo, había sido solo una ilusión.
-¿Qué pasó Sam?- Dijo Nicolas tomándome por los hombros, aparté sus manos de un solo golpe.
Respiraba fuerte y estaba abrumado por la imagen de Paris junto a Yaroslav, me sentía como un animal enjaulado que con solo sacar el candado que me encerraba, atacaría a cualquiera.
-Cálmate amigo... No pasó nada.- Decía Bacarra con las manos alzadas en señal de paz pero estaba muy fuera de mí para saber que él no tenía nada que ver.
-Yaroslav.- Gruñí entre dientes, analizando el rostro de mis amigos para encontrarlo.
Matthew, el novio de Agláope, se intentó acercar a mí pero inmediatamente desplegué mis alas. Lo empujé lejos, provocando que chocara contra un frondoso árbol, no le había generado ninguna herida grave porque se logró estabilizarse un poco.
Volé rápidamente, esa casa la conocía muy bien. Años atrás había ido a esa mansión, Arcángeles y Príncipes demoníacos nos habíamos juntado hacer las paces, pero al final todo terminó siendo un fiasco por culpa de ellos. Rompieron el trato cuando secuestraron algunos ángeles que estaban de nuestro lado, poniéndolos en nuestra contra.
Aterricé duro contra el suelo, dejando un hundimiento en la tierra, algo profundo para ser sinceros. Estaba en frente de esa mansión, de nuevo.
Me acerqué unos pasos en su dirección y una fuerza me empujó a varios metros de distancia por el aire.
Vi como en una de las ventanas una luz sobresalía y dos figuras resaltaban en ella, discutiendo amenamente.
Era ella...
La ira se incrementó en mi sistema de una manera aterradora. Intenté usar mis poderes, que supuestamente había recuperado, pero por alguna razón no pude hacer nada, no habían vuelto. Retomé mi vuelo hacia la cueva, maldiciendo en todos los idiomas que sabía, y eso que eran varios.
¿Qué había salido mal?
Me preguntaba una y otra vez con frustración.
¿Qué demonios había pasado?
Llegué a la puerta de la cueva y entré sin previo aviso, asustando a mis amigos que se encontraban en sillón. Mi expresión no debió ser muy agradable, ya que todos temblaron al verme. Nunca antes me había puesto así, sabían que en mi condición no debían acercarse mucho, por precaución.
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Editado: 16.03.2019