“Cuando oigo a alguien suspirar: La vida es dura, siempre siento la tentación de decir: ¿Comparada con qué?”
Anónimo
La noche había caído, y con ella, el momento de la fiesta se encontraba a punto. Me dispuse a encontrar a Adara en medio del tumulto de gente que se había formado en la casa, que al parecer eran invitados de ella y como supuse era demasiada gente, de la cual debería conocer a menos de la mitad.
La estuve buscando por un largo tiempo, hasta que mi atención cayó sobre un chico que se encontraba a unos metros, de unos veintidós años. Jamás lo había visto antes, por lo que tenía que ser nuevo en el pueblo. Era más alto que yo y su pelo era negro como la noche, haciendo que resalten más sus ojos celestes, cual faroles. Estaba apoyado contra la pared, mirando como bailaban unos chicos, pero cuando sintió que lo observaban, buscó al responsable de la mirada hasta que logró dar conmigo. Sonrió ampliamente, dejando a la vista sus perfectos dientes blancos, que resaltaron más por su vestimenta oscura. Toda su presencia era enigmática y atrayente, pero no lo decía sólo por ser una adolescente con las hormonas alborotadas, era como si su presencia te llamara.
Sostuve la mirada con ese extraño mientras me acercaba lentamente hacia a él, sus ojos me mantenían en un trance del cual no quería salir. Cuando estaba por llegar a donde se encontraba ese enigmático chico, alguien me tomó del brazo e hizo que me volteara bruscamente. Aarón se encontraba pasado de copas y apenas se podía mantener de pie. Se acercó a mi oído como pudo y susurró entre cortado unas palabras...
- E-estás muy lin-nda ésta noche... ¿Por qué no v-vamos a un lugar más privado?... P-podría hacerte la mujer más feliz del mundo... - Me liberé de su agarre de golpe y rápidamente giré en busca del chico de ojos celeste, que me había hipnotizado, pero se había ido.
Frustrada, di una vuelta sobre mis talones y me encontré con un chico que se reía de nada, desprendiendo mucho olor a alcohol.
-Vete Aarón, no tengo tiempo para tus juegos. - Dije un bastante borde para luego irme sin esperar una respuesta de su parteo ver si estaba bien.
Sin más contratiempos, decidí seguir buscando a mi amiga que era mi objetivo principal y olvidarme de ese chico, del cual no sabía ni su nombre, pero no voy a negar que su presencia me resultó familiar.
Cuando por fin logré dar con el paradero de Adara, me arrepentí al instante, ella encontraba intercambiando saliva con mi mejor amigo. Retuve una escandalosa carcajada y una arcada para evitar la interrupción de tal acto de amor que me pareció maravilloso, en cambio, saqué mi celular y les tomé una fotografía, la que usaría en un futuro cercano como método de extorsión o burla.
Ya terminada mi pequeña travesura, sonreí victoriosa para luego marcharme. Adara, la chica que decía que Logan era el más odioso y arrogante de todos, se encontraba besándolo sin problema alguno, que vueltas que da la vida. A pesar de que él era todo eso, había que aceptar que era buen chico, una de las mejores personas que conozco. Siempre se portó bien conmigo y sacando que a veces puede ser muy desesperante, lo quiero mucho, porque sé que me defendería a muerte.
Fui en dirección al baño para poder arreglar un poco mi maquillaje, pero cuando estaba por introducir un pie, alguien por detrás me tapó la boca para impedir que gritara y me arrastró hasta mi habitación, la cual habían logrado abrir.
Me lanzaron hacia la cama con fuerza, logrando tumbarme en ella y atraparme. Todo éste tiempo no pude ver a mi agresor por la velocidad en que lo hizo pero cuando vi al culpable, se me congeló la sangre. La persona que ahora me mantenía atrapada bajo su peso era quien, minutos antes, me había interrumpido en mí búsqueda.
Su cuerpo sobre mí impedía cualquier movimiento de mi parte, y aprovechando eso, se acercó a mi cuello, causándome unas inmensas ganas de devolver mí desayuno.
Luché con todas mis fuerzas para así poder liberar mis muñecas pero su agarre era tan fuerte que me lastimaba. Todo movimiento en su contra era en vano, ya que él siempre se encontraba dos pasos delante de mí, por lo que hice lo único que me quedaba, cerré mis ojos y deseé estar en otro lugar, el que sea. Cuando dio por hecho que me rendí, una estruendosa risa llenó el lugar, haciendo que mis ojos se humedezcan.
¿Qué pude haber hecho yo para merecer esto?, ¿No le bastó a la vida dejarme sin familia, sin casa, sin amigos, qué también me tuvo que dejar en esta situación?
Esas eran las preguntas que rondaban en mi cabeza, hasta el momento en el que su boca dejó mi cuello para acercarse a mis labios, cerré con más fuerza mis ojos, rogando al cielo que se detenga o que alguien me rescatara.
-¿Te mencioné, alguna vez, que yo siempre consigo lo que quiero?-Dijo con la voz más grave de lo normal- Abre los ojos mi querida Paris, esto es un momento importante en la vida de una mujer, no todos los días pierden su virginidad.-Se mofó en mi rostro para luego soltar una risa que me sonó igual al ruido que hacen las hienas antes de devorar a su presa. Tensé mi mandíbula para evitar responder porque si no esto podría terminar peor. No cumplí con su pedido por lo que después sentí como mi mejilla izquierda ardía, su cachetazo hizo que girara mi cabeza para un costado, la cual luego él tomó con fuerza mi cara para que lo encarara. -¡Te dije que me mires!- Gruñó con fuerza, provocando que abriera mis ojos del susto. Una sonrisa macabra se formó en su rostro, haciéndome recordar todas las películas de terror que había visto.- Feliz cumpleaños, hermosa, espero que te guste mi regalo.-Dijo un poco más tranquilo.
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Editado: 16.03.2019