En Busca de un Hogar

Neddy

Eduardo.

La noche fue pesada, así como el sueño, no quería levantarme de cama, tenía intenciones de seguir durmiendo y si era posible todo el día. Pero hoy si había cosas que hacer.

Por un lado, hoy daban los resultados de la beca, aunque me emocionaba saber mi resultado también me aterrorizaba la situación. La decisión aún no era tomada por mi parte, seguía estancado en esa parte. Por el otro lado, estaba la decisión de regresar con mi madre o quedarme con Jorge, si llegasen a rechazarme en la escuela.

Pensé que sería buena idea esperar los resultados de la beca y posiblemente eso me ayudaría a tomar la decisión que marcaría mi vida por completo.

Me cambie de ropa rápidamente y con un poco de prisa para bajar a la cocina, tenía demasiada hambre, ahora que lo recapacito, anoche no cene nada.

—Buenos días hijo, ¿cómo dormiste? —Dijo Jorge al observar que entraba con un poco de ansias a la cocina buscando algo para desayunar.

—Muy bien Jorge, muchas gracias por preguntar, oiga señor Jorge, hoy me dan los resultados de la beca— Solté sin pensarlo mucho, aunque tiempo después me arrepentí por haberlo mencionado así de la nada.

—¿Enserio?, Que nervios, te deseo mucha suerte.

—Ese es el problema...

—Piensas demasiado las cosas, de cualquier modo, si regresas con tu madre, y te llega la beca, vas a tener que irte.

—Eso sí, no sé, bueno aún sigo pensándolo—mientras la conversación seguía, yo me servía un poco de agua en un vaso, donde el líquido solo duro unos segundos en el recipiente.

—¿Te gustaría acompañarme a las compras? Será rápido, espero.

—Claro, solo me cepillo el cabello rápido y bajo, tener el cabello chino significa despertarse con un nido de pájaros en la cabeza.

—Entiendo, no te preocupes que yo te espero.

Subí nuevamente al cuarto para cepillarme el cabello, lo cual me causo mucho dolor, pensé que sería gran idea cepillarlo sin necesidad de humedecerlo y con una velocidad acelerada. Tener el cabello así significa siempre tener nudos en este, siempre.

Tarde más de lo esperado, pero aun así Jorge no se molestó ni un poco, me espero sentado en el sillón contando los mismos billetes una y otra vez, haciendo varias anotaciones en una pequeña libreta que tenía junto a él.

—Listo Jorge.

—¿Te cepillaste el cabello?, te ves igual.

—No pues, gracias, el dolor valió la pena...mucho la pena.

—Es broma hijo, pero deberías de pensar en un mejor peinado, digo, se te ve bien el cabello largo, pero no tapándote los ojos ¿si ves?, ¿No te molesta?

—No, y si lo hiciera lo apartaría.

—Bueno ya vámonos, que se nos hace tarde.

Ambos salimos de la casa no sin antes amarrar a Spike a su casita para que no hiciera algún desastre, donde ya nos esperaba la camioneta de Jorge estacionada en la acera de enfrente.

—La saque de su cochera mientras tú te cepillabas el cabello, hacía tiempo que no conducía esa carcacha, esperemos que aun sirva. O mínimo tenga gasolina, sube.

—Esperemos que si—Dije para después subir a la camioneta de color verde, aunque el aroma era agradable, el problema comenzó al intentarla encender.

—Lo único que tienes que hacer es tratarla con amor, así decía Rosell, entonces déjame...—y fue cuando comenzó a darle algunos golpes a una pequeña caja donde se insertaba la llave—Tengo que llevarla a que la revisen, según la iba a llevar...hace ocho años, ya nunca la lleve—yo no sabía que decir, solo soltaba pequeñas risas incomodas por el momento—Listo, solo escúchala rugir, la monstruo le llamábamos, porque antes hacía mucho ruido, pero parece que se arregló con el tiempo. Bueno, vámonos antes de que llegué la lluvia—Comencé a reír cuando vi el suelo mas azul que el mar y el sol abrazador.

—¿Qué vamos a comprar exactamente?

—Algunas cosas que nos serán de gran ayuda en el futuro, confía en mí.

No mencione nada más durante el viaje, este se mantuvo tranquilo por mucho tiempo, mientras veía el viaje hacia nuestro destino, pero algo hizo que la tranquilidad se esfumara, en cambio llego un terror horrible a mí.

Era mi madre, mi madre estaba solo a unos metros de mí, caminando por la acera con una bolsa de mandado, pude jurar que cruzamos miradas, pues mi vista se quedó clavada en ella y por un milisegundo ella miro hacia la ventana de la camioneta. Por un momento mi alma abandono mi cuerpo.

—Jorge, ¿los vidrios están polarizados?

—No, ¿por qué?

—Por nada...

—¿Cómo de que talla calzas?

—¿Pará qué?

—Si vas a comenzar la prepa tienes que ir presentable. ¿De qué talla calzas?

—No, eso ya es demasiado—Sin darme cuenta, Jorge se detuvo frente a una zapatería, recuerdo que a esta solo venían mis tías o mi abuelo, los precios siempre eran muy elevados por ser calzado de "marca".

—Vamos para que escojas dos pares de zapatos, los que más te gusten.

—No. Es demasiado Jorge, no hace falta que haga eso.

—No te estoy pidiendo un favor, anda, me encantaría que fueras a la escuela muy bien vestido.

—Pero...

—Anda que va a llover y aun nos faltan algunas camisas y pantalones—con una gran sonrisa baje de la camioneta para entrar a la tienda que tanto había deseado entrar.

Mis padres acostumbraban comprar mi ropa en tianguis o mercados, y por supuesto, jamás había usado alguna prenda de marca, en mi vida solo había usado un abrigo de mil pesos, que fue prestado por uno de mis primos. No digo que sea malo o me avergüence, claro que no, siempre estaré agradecido con ellos por haberme dado todo lo que pudieron, y eso jamás va a desaparecer.

La tienda era algo grande, aunque la decepción llego cuando veía lo precios, un simple zapato costaba arriba de mil pesos, bueno el par. Para mí era demasiado dinero en mis pies, ¿La gente realmente se fija en eso?

¿Cómo identificas un zapato de marca a uno pirata? Solo los locos saben eso, y la gente con dinero, y mis tíos. Siempre nos juzgaban por eso, como odiaba las reuniones familiares.



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En el texto hay: amor gay, homosexual, romance gay

Editado: 05.05.2023

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