En los oscuros páramos de Ingary se cocía el plan más maligno de todos: Destronar al eviterno rey Howell Jenkins Pendragon. Su magnificencia era lo mismo alabada por muchos, que envidiada por otros; y los de este último grupo se habían aliado a la persona más poderosa que conocían para lograr dicha hazaña.
Al rey era imposible destronarlo. Visto desde todos los ángulos, las desventajas técnicas estaban latentes sobre los secesionistas. Las murallas estaban protegidas por una poderosa energía llamada Derthi, extraída de una supernova en tiempos inmemoriales. Se creía que el Derthi era también, causante de la vida extendida de Howl aunque su raza siempre había sido longeva. Otro punto en contra de los derrocadores era la astucia desmedida del monarca; capaz de intuir pensamientos e intenciones del corazón a lo lejos, capaz de atravesar el alma de cualquier ente y despojarlo de su vida con un sólo chasquido de dedos.
Si, era muy temerario; pero también un ser amable y encantador.
Muchos reinos vecinos se habían aliado a la supremacía de Ingary movidos por miedo, por encanto o por gloria. Pues ha oído de estos de igual manera llegaban los informes del legendario fuego que palpitaba en el interior del castillo y las muchas proezas que Howl y generaciones anteriores habían hecho con él.
Dado el caso ¿de que forma podrían sus contrincante hacerse con el poder? ¿por qué este plan debería funcionar y no estar destinado al fracaso?
Porque esta vez, había algo con lo que Howl no contaba; algo para lo que jamás lo habían preparado.