En El CorazÓn De La Bestia

CAPÍTULO 3 "UN BANQUETE CON ALGO MÁS QUE COMIDA"

La rutina de acudir a los aposentos de Howl cada noche, se siguió repitiendo los próximos diez días. Siempre de la misma manera; Sophie lo encontraba tiritando, sobre la enorme cama, con un montón de plumas negras esparcidas por alrededor y la sombría sensación de un terror oculto.

Pero ella solo se limitaba a contarle una historia, dejarlo en paz consigo mismo, y volverse a su habitación. Cada noche, de esta manera, siempre con una extraño sentimiento en su pecho; revoltoso, indescifrable...

Sucedió entonces que una tarde, mientras se hallaba en las labores de la cocina, le llegó mediante el mayordomo Rethdiel, el llamado del rey a los jardines del castillo. Sophie acudió a la orden sin demora, preguntándose qué capricho se traería esta vez entre manos.

Howl era impredecible.

Eso se lo había aprendido en el poco tiempo que llevaba viviendo allí. Un día ordenaba menú puramente vegetariano, alegando que la carne le asqueaba. Y al otro, los manjares de tocinos, pescado fresco y porciones de res eran los exigidos por el rey como necesarios.

Si, tal vez estaba un poco majareta, pero ¿quién era Sophie para decírselo? Aunque su ímpetu rebelde la obligaba de vez en cuando a morderse la lengua. Se sorprendía como el resto de la servidumbre que llevaba décadas en el palacio no había enloquecido.

Cuando hubo llegado al jardín lleno de amapolas gigantes y sauces plantados desde la construcción del castillo Pendragon; notó a pocos metros, sentado a orillas de un lago sobre un gran manto blanco, al distinguido Howl Jenkins. Llevaba su traje favorito rojo de rombos grises sobre los hombros y al menos una docena de cestas dispuestas alrededor. No había hecho sonido alguno, estaba segura, pero él volteó sus intensos ojos celestes y le regaló una sonrisa.

-Acércate Sophie-

Así lo hizo; confundida llegó hasta él y se mantuvo de pie.

-Su alteza-

-Siéntate por favor- indicó con la mano.

-¿Cómo ha podido escucharme?- se atrevió a preguntar. La curiosidad podía siempre con ella.

-Te lo he dicho, lo sé todo-

-No es una respuesta-

-Vaya, te has vuelto valiente en diez días-

-Per..perdón su alteza no querí...-

-Tu corazón- añadió él cortando sus palabras-- He escuchado los latidos de tu corazón-

Sophie enmudeció. Ya fuera por las palabras, o la intensa mirada del hombre, un nudo grueso se formó en su garganta impidiendo hasta el paso de saliva.

-No te lo esperabas ¿cierto?-

-Usted es...una caja de sorpresa-

-Hay muchas cosas que los súbditos no conocen de mi- guiñó un ojo- Estoy muy contento que hayas accedido a acompañarme- cambió de tema agarrando una de las cestas más cercanas.

Sophie resopló en su interior. Como si tuviera opción a eso. Pero no iba a echárselo en cara, claro estaba.

-¿A qué debo el honor que el rey quiera comer conmigo?-

-Agradecimiento- respondió sin vacilar.

-¿Agradecimiento?-

-Por las noches que has sacrificado de tu descanso para calmar los nervios de este cobarde-

-Majestad ha sido mi deber- inclinó la cabeza ella.

-Aún así, esos cuentos son muy bonitos- abrió la cesta y sacó variedades de frutas- no sabía que te gustaba, así que he mandado que preparen un poco de todo lo que había en la despensa real- continuó en la faena de abrir las demás.

-Esto es...demasiado-

-Ten Sophie, pruébalo, es especialidad de mi cocinera- sugirió dándole una especie de emparedado con natilla y trozos de frambuesas.

-Mmm..es delicioso-

-¿Verdad que si? Y mira, esta es mi ensalada de setas favorita- sacó otro plato- Y este, el mejor jugo de arándanos de todo Ingary- le extendió una jarra con líquido azul.

-Solo tengo una boca- dijo llevándose la mano a los labios, masticando todavía.

-Cierto-
Y empezó a reír. Así sin más, espontáneo y feliz, llenando con el agradable sonido de sus carcajadas todo el jardín.

Y otra vez, el mogollo en el pecho de la joven se hizo latente, creciendo un poco más, amenazando sus pensamientos lógicos.

¿Qué sucedía? Solo era Howl, riendo. Ella no estaba en palacio para debatirse entre cosas sin sentidos, estaba para tareas más importantes.

-Creo que no tengo mucha hambre, me va a disculpar alteza-

-No te preocupes- le aseguró él y realmente, le importaba poco que comiera. Lo que en verdad le hacía sentir satisfecho, era tenerla allí, frente a él.

-Espero no decepcionarlo en otra ocasión-

-Desde el momento que pisaste este Castillo, no me has decepcionado en absoluto Sophie- aseguró casi como un susurro, y ella se ruborizó.

Howl se engañaba creyendo que le devolvía un favor a Sophie. Sus secretos nocturnos realmente lo atormentaban y que ella estuviese presente para ahuyentar todo mal lo reconfortaba a un grado que jamás imaginó. Sabías que era especial, lo sintió en todos sus miembros desde el primer momento; cuando posó la atención en sus ojos expresivos y su aura llameante. Algo había en Sophie, algo inhumano que aún no lograba descubrir.

Pero lo haría. Oh si, estaba seguro que destaparía el velo de todos los misterios.

Y la única manera de hacerlo, era acercándose más a ella. Siglos de entrenamiento bajo la tutela de su padre, el Pendragón sexto; le enseñaron que los enemigos hay que tenerlos lejos, mas los desconocidos con algo que ocultar, cerca al punto de congeniar, manipular y descubrir cuál era su misterio. Y Howl quería descubrir que era Sophie. Aunque hasta la fecha, lo único que había logrado, era que abarcara la mayorías de sus pensamientos.

'Cuando descubra su poder, se me pasará'

Se engañaba así mismo. Pero diez días habían transcurrido, y lo único que conocía de la dondecella, era su increíble habilidad para tranquilizarlo después de cada pesadilla.

El lenguaje de su corazón femenino también era complicado. Muchas veces era inocente, otras, se imponía valeroso, y otras, gritaba en un idioma extraño...



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En el texto hay: ghibli, criaturasfantasticas, howl

Editado: 09.08.2021

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