En shock, Sophie estaba completamente en shock. Así que este era el secreto de Howl...Mas ahora pensando con detenimiento, aunque era repugnante, no representaba mayor contingencia para sus enemigos. Se impactarían al verlo, eso si, pero pasado el efecto volverían a a atacar con ahínco.
¿Por qué entonces nadie nunca había hablado del asunto? ¿Cómo era posible que los súbditos de Ingary no conocieran un hecho tan morboso como el que su monarca se transforma en dicha bestia?
Sophie esperó impaciente en una cueva cerca del río ¿Qué estaría pasando en la batalla? Hacía unos minutos, sin decir más, la criatura que se apropió del cuerpo de Howl, había extendido sus alas y remontado alto vuelo, dejando ver una pata grande y deforme en el acto. Ella estaba segura que saldría victorioso porque el ataque no era ímprobo y no pretendían matarlo; tan solo, necesitaban debilitarlo todavía más.
El tiempo transcurrió lento dentro de la cueva, y la noche parecía eterna, sin fin...
De vez en cuando, ante los ojos de la joven llegaban pequeños vestigios de luz roja, y ella sabía que eran las innumerables bolas de fuego que seguían lanzando ¿Poseería el plumaje negro de la bestia la capacidad de regenerarse tan rápido como la piel de Howl? No podía asegurarlo. Pero por alguna razón inexplicable, empezó a sentir la necesidad que él saliera ileso. Las ansiedades le crecieron al terminarse el enfrentamiento y todo quedar en una oscuridad ensordecedora, en calma...Pasaron veinte, treinta minutos, y no habían señales de vida por todo el valle.
Hasta que finalmente, para un sorpresivo alivio de Sophie, el batir de unas alas inmensas se escuchó en la abertura de la cueva, y Howl se desplomó exhausto frente a sus ojos. La joven se abalanzó sobre él, que se mostraba en una anatomía entre humana y emplumada.
-¡Howl estás tan herido!- dejó escapar con un grito ahogado, olvidando los formalismos y tendiéndose a su lado.
Él tosió levemente, escupiendo sangre y trato de hacer un esfuerzo cuando Sophie lo arrastró dentro de la gruta y apoyó su espalda en la superficie rocosa.
Su estomago, pecho y brazos cubiertos de plumas tenían arañazos e incisiones profundas, de las cuales también goteaba sangre. Por lo que ella fue hasta el río y le trajo agua en una hoja seca para lavar sus heridas. Howl se quejó por lo bajo al sentir el líquido en estas, pero resistió el impulso de apartarse y dejó que Sophie continuara.
-Entiendo que aún maltrecho, has conseguido detener la emboscada-
-Los...los he aniquilado a todos Sophie...- tosió- he tenido que matarlos...-
Ella no respondió nada, aunque comprendió el motivo por el cual nadie conocía el secreto de Howl: Quién lo descubría no vivía lo suficiente para contarlo.
-No...¿no tienes miedo?- preguntó él apenas audible.
-¿Cómo podría?- respondió después de pensarlo un momento- Sigues siendo tú- enjuagó en corte del abdomen y Howl mostró una mueca de dolor.
-Pero...soy una bestia horrorosa-
-Sigues teniendo la misma alma-
-Me convierto a veces de forma involuntaria...por las noches-
-Y recuperas el valor para volver a transformarte-
-Me aborrezco al espejo por esta maldición-
-Pero el espejo muestra lo mismo que veo- siguió Sophie- los ojos celestes más intensos del reino-
Tras la declaración, él no debatió más nada. Se limitó a mirarla y sentir nuevamente, los latidos desbocados del corazón de la joven. Pero esta vez, no bailaba solo, sino que le acompañaba su propio órgano vital. Este también galopaba nervioso en su pecho y lo instó a cometer una de las mayores locuras de las que quizás se arrepentiría luego. Él siempre pensaba con la cabeza, no con el corazón. Pero por un momento, no quería pensar, lo único que le apetecía, era dejarse llevar por el sentimiento tan intenso que lo abarcaba.
Se inclinó al rostro de Sophie y antes que pudiera rozar sus labios, ella se apartó de forma abrupta y violenta.
-Creo que...será mejor que volvamos al Castillo su alteza, para que termine de curarse como es debido- anunció volviendo a tomar la formalidad de la que segundos antes se había desprendido.
-Necesito que...me lleves al río- volvió a toser Howl.
-¿Al río?-
-Las aguas de este valle son curativas. No hay forma que me lleves a rastras si estoy en estas condiciones-
-Como ordene-
Y cargó con él, colocando el brazo emplumado en sus hombros y ayudándolo a llegar al río. Lo dejó por sus medios y al instante, se apartó.
-Entra conmigo, por favor- pidió mientras se hundía cada vez más al agua.
-¡¿Cómo?!-
Y lo escuchó Howl de nuevo, un corazón estremeciéndose ante la petición ¿Sentiría lo mismo que él? ¿Estaría dispuesta a descubrir que magia se escondía detrás de aquella imperiosa sensación?
-¿Osarás negarte a una orden de tu rey?- sonrío con su manera típica e irresistible, alargando una mano.
-No osaría hacerlo- se inclinó ella estrechando la mano extendida, y una corriente inesperada le subió por el brazo.
-Eso pensé- la acercó Howl, quedándose a centímetros de su boca.
Allí estaban ambos, en medio del valle oscuro, alejados de todo rango o destino para el que habían sido preparados. Solo eran dos seres que se necesitaban, y la tensión en sus cuerpos era una muestra latente de ello.
-Sophie...- susurró Howl suplicante mientras ella respiraba el aliento.
-¿Si Howl?- trepidó al sentir más la estrechez de ambos pechos.
Pero no hubo contestación audible. No.
La respuesta del rey, fue aprisionar sus labios, con tanta desesperación, como si toda su existencia dependiera de besar incesantemente a la doncella.
Sophie se sorprendió la fiereza con la que su boca respondió. Cada movimientos, cada caricia...De un modo alarmante para su cabeza, eso no debía ser correcto.
Pero no se aparto, no detuvo el acto.