En el Foso

CAPITULO 4. Ojos dorados

Landon Green.

Una vez terminamos aquella pelea busque atención médica para mi hermano, algo que no fue difícil encontrar ya que todos sus fans se encontraba gritando por ayuda. Manson podía ser un tonto que no sabía con qué chicas enrollarse así como también como podía saber tratar con ellas y eso le daba una gran acogida al público, por eso, más tarde cuando lo vi bailando con una chica que había preguntando por él mientras que el mismo Manson había estado preguntando sobre alguna otra yo me enfurecí, ni siquiera sé porque motivo…

Él se refirió a ella como una chica de ojos dorados que sabía sobre peleas, él dijo que ella había adivinado las intenciones que yo tenía así como mis movimientos y después de que la estuvo buscando había olvidado su objetivo inicial viendo a la muñeca de ojos negros y ahora disfrutaba de la sensual danza de la muchacha de cabello rojo.

Yo me había sentado a parte con Pamela quien me había alcanzado un minuto después ronroneando a cada una de mis caricias distraídas que pasaba sobre ella. Pamela era buena en muchas cosas y simple en su mayoría por eso mismo tratar con Pamela era un buen descanso y relax pero aun así algo más había llamado mi atención; me sentía observado, cosa que era normal pero en aquella ocasión, en ese momento… me gire buscando.

Una morocha me contemplaba, una rubia, una albina y después una chica que tenía un montón de colores en el cabello quien bailaba sexy mirándome. Deje caer mi cabeza hacia atrás y suspire después de un largo momento de tensión, sus ojos ya no estaban en mí y eso me estreso.

¿Quién podía tener esa mirada tan penetrante?

Después fue el silencio entre la música y de ahí los gritos mientras que todos aparecieron corriendo hacia la salida. Reaccione y empuje a Pamela hacia afuera, escapamos y momentos después estaba yo en mi camioneta colgando el teléfono. Manson estaba bien pero, cuando reaccione, una chica nos detuvo.

– ¿Quién diablos eres? –pregunto Pamela.

– ¡Deténganse ahora! –dos polis vinieron gritando y casi de inmediato con la adrenalina ella se había colocado de vuelta la capucha antes de que yo la viese y pensara que hacer con ella.

– Maldición. ¿Dónde está el rubio? –pregunto.

– Ya se fue. En el auto… –balbuceo Filiph.

– ¿De quién diablos era el auto? –volvió a hablar ella pero estaban cerca y nos iban a atrapar.

Ni siquiera sé porque la había tomado del brazo y la había jalado hacia dentro en lugar de cerrar la puerta en su cara, eso me sorprendió a mí mismo pero lo deje pasar excusándome internamente, todo había sido para huir; ella se sentó.

– Maldita sea. Arranca –ordene y tal como lo dije el coche se puso en marcha dejando ronronear el motor.

– ¿Cómo era el auto? –pregunto ella deteniéndose un segundo al ver a Pamela y mi mirada retorno a la desconocida quien tenía una voz de urgencia pero a la vez clara, suave.

– Café oscuro –respondí cansado ganándome solo un asentimiento, como si ella lo sospechase.

– Iremos a reunirnos con ellos ahora, ¿verdad? –volvió con sus preguntar.

– Si. ¿Quién diablos eres? –pregunto Michel.

– Jasmine –respondió y busco su celular para después contestar rápido.

¿Dónde estás? –se escuchó un grito del otro lado de la línea.

– En un auto –un pequeño silencio y su ceño se profundizo dando más oscuridad a su clara mirada. Ella tuvo reacción a inclinarse hacia adelante en busca de esconderse a sí misma y por eso aún no lograba ver cómo era, eso me ponía los nervios de punta– ¿Crees que contestaría el teléfono si fuese así?

Relaje mis hombros y una sonrisa se coló por mis labios, podía imaginar lo que había dicho la otra persona, de hecho, podía imaginarme su conversación por completo.

– ¿Filiph? –preguntó y él levanto la mano dudando en hacerlo– bien, no hay problema. Estaré ahí… Tranquila, no te pasara nada, solo espérame –y colgó después de soltar un suspiro. Relajo sus hombros después de aquello.

– No puedo creerlo, esta vez fue más rápido de lo que esperaba –hablo Michael tratando de dejar el ambiente tenso atrás, ignorando a la chica a la que yo no pude ignorar.

– Era obvio, Clarita se sentía fatal después de que Landon le dijera que ella no era especial… y como es hija de su papi, pues, su venganza fue… –hablo Filiph molesto.

– Ridícula –siguió Pamela antes de subirse a mis piernas de manera juguetona. Ella odiaba a otras chicas y se ponía siempre de la misma manera cuando alguien le parecía peligroso pero aquella chica no lucia en lo absoluto así. Debía de quitármela de encima.

– Oh, Pamela, espera hasta que estén solos para que te lo montes –alguien se burló, probablemente Félix, pero no les interesaba que ella les hiciera caso.



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En el texto hay: muertes, secuestro, amor y aceptacion

Editado: 28.01.2019

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