En el Foso

CAPITULO 17. Fruto de la desesperación

Landon estaba cansado y se había quedado dormido.

Lo había dejado descansando y me había sentado en la alfombra ya no tan empolvada como la primera vez que aparecimos en la casa, en la alfombra que había al centro de la habitación revisando todo alrededor, tratando de fijarme en las fotos pero distraída por el único chico que había en la habitación, lo único realmente llamativo.

Él era como un faro en una noche oscura, iluminaba todo y me distraía, yo quería con todas mis fuerzas dejar de verlo pero simplemente no podía hacerlo.

Estaba agotada de estar alerta, me imagino que es por eso que sin darme cuenta había simplemente cedido y ahora lo contemplaba fascinada.

Cuando era pequeña había crecido con Angus y mi hermano, eso me había hecho creer que todos los chicos eran guapos, que no existía fealdad en el mundo, pero no, me había equivocado y eso lo había descubierto mientras que el crecer se volvió natural.

Ahora que los podía comparar detenidamente basándome en mis recuerdos de mi antiguo mejor amigo y en la imagen del chico que había tratado de evitar que me secuestrasen, era simple notar en que diferían sus tipos de belleza.

Angus era andrógeno, como decían a menudo cuando se referían a él. Bien podía lucir tan femenino cuando quería dándole un toque de dulzura a su imagen o podía lucia masculino al momento siguiente, con la mirada fuerte y la sonrisa de lado que me había hecho enamorarme de él. Una sonrisa con promesas de cosas malas.

Landon era diferente. Landon tenía las facciones un poco más delgadas que las de Angus quien tenía un poco más de pómulos y mejillas. Landon no tenía la mandíbula fuerte y cuadrada, simplemente la tenía en sintonía con su nariz y frente dándole un perfecto y hermoso perfil.

Angus tenía pestañas largas pero Landon no solo las tenía largas sino también espesas y súper negras, como su cabello.

Angus usaba cremas en su rostro, eso podía notarse fácilmente por lo bien cuidada e hidratada que lo tenía, todo lo contrario Landon no parecía necesitarlo, no había acostumbrado su piel a aquel régimen y eso se notaba en el simple hecho de que permaneciese siendo bello sin todas esas cosas, sobretodo en el ridículo encierro en el que nos encontrábamos.

Angus tenía los labios más llenos que Landon y Angus tenía la nariz más pequeña que Landon.

Había tantas cosas, pero también esos ojos exóticos por ambas partes. Un verde sacado de fantasía y un gris tormenta a veces pálido que lo hacía lucir como si fuese ciego, y de ahí hasta el gris oscuro que había mostrado aquella noche al ver a nuestro secuestrador, con fría ironía y cólera.

En donde Angus era delicadeza y formalidad Landon era seducción y elegancia, pero sabía que Landon era mucho más, peleador de noche unos días y otro músico, artista.

Entonces mi mirada vago hacia sus manos que reposaban tranquilas sobre su abdomen, abdomen que momentos antes había vendado y tratado, un abdomen tan bien esculpido y unas manos hermosas, manos de vago, como decía mi madre, pero con él no debía de ser así ya que había descubierto las capacidades de sus manos antes.

Volví a su rostro y en algún momento después de tranquilizarme viendo su respiración, me le había acercado curiosa por el brillo de su cabello negro. Entonces mi mano había ido a parar ahí y me había maravillado por su suavidad, casi como ceda, irónico pensando en que mis novelas tenían razón.

Sonreí pero me puse tensa cuando él había dado una respiración profunda, pensando que lo había despertado y yo había sido atrapada en el acto.

Landon siguió dormido y yo volví a mi lugar seguro, arrastrando una caja y viendo que discos tenia adentro, distrayéndome en lugar de estar acariciando a un completo extraño. Tratando de bajar el bochorno que había en mi cara, ignorando los pensamientos ridículos y reprochándome mentalmente.

– ¿En qué piensas? –él se estiro y después abrió los ojos contemplándome aparentemente distraída.

Yo continúe con mi actuación pero sentía mi corazón palpitar en mis orejas tan fuerte que hacia doler mi cabeza.

– En nada. ¿Qué tal tu siesta?

– Bien.

– Creo que deberías seguir durmiendo, probablemente ya no falte mucho para que él regrese –me puse derecha y alcance otro disco en donde decía ABBA. ¿Él se había dado cuenta de lo que había hecho?

– Jasmine –y así como así me tense por el tono serio de su vos olvidando mis antiguas tontas preocupaciones porque no había hecho absolutamente nada malo.

Por otro lado él había estado dándole vueltas al asunto creyendo que al final terminaría guardándose todas las preguntas que transmitían sus gestos pero no, no podía esperar mucho.

– ¿Qué?

– Aquella noche –comenzó y no necesito mayor explicación que eso, asentí con la cabeza para que continuase y él trago en seco antes de continuar caminando en terreno fangoso– él te baño, ¿verdad?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.