Estamos en 2046 y las amenazas de fin del mundo son casi cotidianas, creo que por eso dejamos de creerlas o tomarlas enserio. Quizás las predicciones dejaron de tomar sentido cuando la vida siguió a pesar de saber que el agua tiene un sabor espantoso, básicamente debemos procesarla para consumirla y el aire es cada vez peor, cosa que nos obliga a usar barbijos purificadores cada vez que salimos del hogar. Las plantas, por otro lado son hologramas o en algunos casos podemos encontrar flores de plástico, aunque son escasas.
La naturaleza fue arrasada por la mano de hombres y mujeres desde tiempos inmemorables. En pocas palabras la ciencia que hoy nos mantiene en pie es la misma que destruyo la esencia planetaria.
En este mundo soy una más, lo único que me diferencia es un nombre poco normal producto de la imaginación de mamá. Milea no es lo que hubiera elegido pero ya me acostumbre. Tengo 20 años y quizás un tercio de mi vida fue atravesada por vaticinios de la posible destrucción del único planeta habitable de este sistema. Sin embargo sigue de pie. Los humanos seguimos avanzando y la tecnología que parece inmejorable, mejora.
Obvio las cosas no son como antes, según mamá que recuerda sus momentos y la vivacidad de la naturaleza. Ella siempre alude a que nos enamoramos de miradas o actos de las personas ya que en la mayor parte del tiempo nuestro rostro está cubierto o por barbijos purificadores o por faciales protectores de los rayos ultravioleta que intensificaron su daño en los últimos 7 años. Toda mirada puede resultar significativa, expresamos a través de ella todo. Debo decir que tenemos gran capacidad de poder de lectura de miradas y gestos.
Lo bueno de este mundo es que las libertades son casi absolutas, dando por hecho que las accesibilidades están a la orden del día. A mi corta edad he viajado sin moverme de casa y estuve con personas son necesidad de tener contacto directo, esto es favorable para la salud ya que sin ser familiar o tener un lazo cercano podría ser contraproducente.
Uno de los peores puntos es que la privacidad es nula, a veces pienso que la mayor parte de las relaciones entre las personas son vacías en sentimientos. A pesar de toda esta vorágine intento explicarme cuales son mis posibilidades, no quiero ser un peón más de la tecnología.
Mi aspecto no es el ideal a que esta impuesto por los monopolios en la web, quizás mi falta de cama solar, no ser extremadamente delgada o suficientemente moderna. Sobre esto último no entiendo cómo alcanzar estar al tanto de toda la moda en vestimenta o de la ciencia que cambia constantemente.
Estoy en el limbo todo el tiempo. Quisiera estar en ese planeta que mamá relata cuando puede. Quisiera pensar menos las cosas. Razonar todo a tal nivel no es bueno cuando intentas encajar o iniciarte en el ambiente laboral, aunque este segura que no quiero ser parte de la devastadora destrucción de la Tierra.