Los Floris, con su amabilidad natural, acogieron a nero y le explicaron su forma de vida. Poco a poco, nero comenzó a comprender la belleza de la diversidad y se sintió liberada de las ataduras de su propio mundo.
Con el tiempo, nero se enamoró de un Floris llamado Prisma, quien era una mezcla perfecta de masculinidad y feminidad. Juntos, exploraron el reino y descubrieron la alegría de ser ellos mismos sin importar las etiquetas.