Rizel
Debería estar prestando atención a lo que dice David sobre la nueva información, pero estoy inquieto y el sólo pensar que es por esa chica de inmensa melena rizada, está poniéndome aún nervioso.
—El rey hará un celebración donde matará al heredero —alcanzo a escuchar a David, volviendo de nuevo al tema.
—No es él, no lo hemos encontrado —intervengo.
—Tal vez si lo encontró —opina el padre de Sayil.
—Estuve meses en el otro mundo con Colín, el único que sabe del paradero del heredero y nunca me lo dijo. Es imposible que lo hayan encontrado.
—No se han puesto a pensar que es posible que ni el propio Colín lo haya sabido —interviene Elena—. Sólo piénselo por un momento. Colín tuvo una hija, que posiblemente es de la edad del heredero perdido. Tal vez se dio cuenta que al tenerlo era poner la vida de Obsidian en peligro y se deshizo de él, y ahora no sabe de su ubicación. Bueno, teniendo en cuenta de qué no podemos preguntarle.
Las palabas de ella en verdad nos hizo reflexionar, para mí no fue por la misma razón que tienen en mente, ya qué Colín mencionó algo.
—Elena tiene un punto. Sí no te dijo nada, es por dos razones: no sabe del paradero o estuvo encubriéndolo —manifiesta Fermín acariciando su barbilla.
—No, él no haría eso. Amaba a su hermano, no se hubiera desecho de su sobrino.
—También hubo un hermano que lo traicionó y ahora no gobierna —hace una observación Débora que está de más confirmar.
—¿Y qué sabe la mujer de rizos? —me cuestiona, David.
—Su nombre es Obsidian —no sé porque eso ha sonado a una advertencia, carraspeo al ver mi error—. No sabe nada. Su padre jamás le contó nada.
—¿Seguro? —la intromisión de Débora me obligar a mover el cuello en tensión—. No parecía asustada, ni un poco. Y su padre ha muerto. No debería estar… desecha.
La tirantez que crece en el aire no me gusta ni in poco, porque está demostrando que no fui capaz de traer información al menos certera.
No debería sorprenderte, tus habilidades están en lo más profundo del agua. Eres un fiasco.
Cierro los ojos ante aquellos pensamientos.
Vamos, Rizel, no me suprimas, sabes que tengo razón.
—Su padre la entrenó —a mi mente viene la imagen de ella atravesando al hombre con el objeto de madera sin dudarlo—, si ha sobrevivido es por su mérito. Así que el no estar desecha es porque Colín Vazirí se encargó de entrenarla, incluso en lo mental.
—Básicamente tenemos nada —Ildefonso, se levanta del tronco, sacudiendo su atuendo—. ¿Qué haremos con la hija de Colín?
—¿Cómo que, qué haremos? —esta vez no me preocupo en ocultar mi molestia.
—Es una extraña para nosotros, será muy hija de Colín, pero no sabemos…
—Ella no va a traicionarnos.
—¿Cómo sabes eso? —enarca una ceja.
Relamo mis labios al no encontrar algo con que defenderme.
—Porque Colín mencionó que ella era la clave —tal vez la chica sea hostil y fuera de sí, pero sé que no nos traicionaría. Lo vi cuando decidió soltarme en la cascada. Prefirió hacer aquello que obedecer en mi plan de ayudarla a afianzarse de la tierra cuando nos encontrábamos en el río—. Si ella es la clave para encontrar al heredero no la voy a perderla de vista.
—Si llega a traicionarnos yo misma la asesino, Vikram.
La voz de Genoveva detrás de mi espalda, me obliga a levantarme para encararla.
Me imaginé que no se alejaría y esperaría a que Rizos se fuera.
—Nadie va a asesinar a nadie —interviene Débora con su típico tono de voz neutral.
—No sé dejen cegar sólo porque sea hija de Colín. Desde que uno de los tres hermanos, traicionó. Nadie debe confiar en nadie.
—No deberíamos confiar en ti, si es eso —la ataco.
Genoveva siempre ha sido dura, tanto que llega a ser pesada. No tengo nada en su contra, la entiendo, vio morir a su madre, padre y hermano mayor como un festín ya que su familia se negaba a seguir a Boris. Por ello es así de cerrada y desconfiada, sólo que ahora ese grado de oposición me molesta
—Yo jamás les haría nada que pusiera sus vidas en peligro —espeta entre dientes.
—Entonces no te preocupes.
—En serio, Vikram, si ella llega a…
—Yo mismo lo haré —interrumpo su discurso venenoso—. Yo mismo la mataré.
El decir aquello es verdad, si ella traiciona no dudaré en asesinarla.
El nudo que se forma en mi estómago el sólo recrear esa imagen en mi cabeza me hace trastabillar.
—Deberían volver a sus hogares. Si están cazando a Rizel y a Obsidian es posible que vayan a visitarnos los de La Guardia —Débora se pone de pie.
—¿Visitarnos? Esos malnacidos hacen destrozos. Y el sólo pensar que es por ella. ¡Agh!
—Basta, Gen —le pide Fermín, acercándose a ella.