Todo comenzó un jueves a las 23:00 hs, cuando le dije todo lo que sentía a mi "amiga" (sentía cosas hacia ella y pensé que quizá ella también podría sentirlas hacia mi).
Antes de ¨arruinarlo¨ todo, habíamos estado horas hablando sobre mi viaje y sobre que iba a ser demasiado tiempo sin vernos ni hablarnos (en el medio del océano no había señal, y yo tampoco iba a pagar para tenerla perdiendome de todo lo que más adelante viví), y me dolía saber que no la iba a ver por 10 días, por eso después de haber hablado por horas me decidí a decirle todo por wpp, y con una canción, pero ella no contestó, por eso me fui a dormir tratando de no llorar y de no pensar en lo obvio.
Dormí unas pocas horas ya que no podía sacármela de la cabeza pero con las pocas fuerzas que tenía le escribí un ¨testamento¨ por Whatsapp, me vestí y nos fuimos con mis papás y con mi hermana a tomar un taxi que nos llevó directo al puerto de cruceros.
Embarcamos perfectamente, aunque debo decir que estuvimos 3 horas esperando en el puerto a que nos llamen a inmigración. Yo preocupado porque no había contestado mi testamento o si quiera la canción que le había dedicado, pero justo ahí fue cuando me di vuelta a agarrar mi mochila de mano para guardar mi celular y vi a una chica, la más linda que mis ojos alguna vez hayan visto (era igual a mi "amiga"), pero claramente yo seguía como un tarado preocupándome por la que me gustaba hacía ya un año y medio.
Decidí comprarme un café, tomé mi café mientras recorría el mini free shop (que de free no tenía nada, je). No pensaba comprarme nada allí porque sinceramente prefería gastarme todo en las tiendas internacionales del crucero, en las playas y en las ciudades a visitar de Brasil (Río de Janeiro, Búzios, etc), y de Uruguay. Para mi suerte me llamó mucho la atención una camisa de manga corta a cuadros de Kevingston así que decidí entrar y comprármela, al terminar de pagarla me sentí orgulloso de mi por aquella elección sin ni siquiera pensar en que mi ¨amiga¨ decía que me hacían ver formal las camisas. Seguí caminando para terminarme ese café que tanto deseaba, una vez terminado volví con mi querida familia a esperar a que nos llamen para inmigración, y juro que me la pasé mirando el celular para poder contestar rápido si era que me contestaba, pero no.
-¿Podes dejar de mirar el celular por una solo minuto?-Me dijo mi hermana Samanta, parecía que le irritara que estuviese con el celular.
-Puedo, pero no quiero.
-Esa chica sólo te consume el cerebro, déjala ir. - Ese parecía un buen consejo pero no era tan fácil.
Subimos al barco y ya era hora de comer, entonces fuimos a nuestros respectivos camarotes por escaleras (los ascensores estaban colapsados), entramos y mirando por la habitación que comparto con mi hermana vi que aún estábamos en el puerto de Buenos Aires, agarramos nuestras maletas y las metimos a la habitación. Luego subimos unos pisos más (exactamente 3 pisos más) para poder almorzar. Realmente había demasiada comida, así que me puse en una mesa con vista al mar abierto y ahí fue cuando me la volví a cruzar (va, estaba en la mesa de al lado), sus ojos eran verdes, su pelo castaño, su voz era como escuchar a un ángel cantar (si el amor no te vuelve loco, lo estás haciendo mal), y lamentablemente sí, estaba flechado por ese niño en pañales al que muchos llaman 'Cupido', pero volví a la realidad cuando sentí ese aroma a la pizza Italiana recién hecha, lógicamente corrí antes de que se acabara olvidándome de todo lo demás.
Pasé todo el santo día en el jacuzzi, y cuando se hizo de noche me puse mi mejor jean, mis nuevas new balance y mi camisa favorita. A penas entro al restaurante la veo pero ese no es el punto, ya que ella ya me estaba mirando desde antes que yo la mirara.
-Alex, ¿Qué estás mirando?
-Nada. ¿Por qué? - Era demasiado obvio, pero Sam no podía saber nada de eso, siempre arruina todo lo que toca.
-No te hagas el tarado, desde el puerto que te veía mirando a aquella chica, te gusta mucho, ¿no?
-No, no sé..., es sólo que... deja, no importa.
-A mi sí que me importa, sos mi hermano menor y pasé por lo mismo que vos estás pasando en este momento, sé lo que es tener miedo de fracasar pero yo puedo ayudarte con ella.- ¨Ayudar¨, claro, ahuyentarla de mi.
Mi hermana en serio se interesa, no es como las otras chicas de su edad, ella es totalmente de otro mundo pero decidí responder con un...
-No te metas, en serio. Sólo lo vas arruinar más que seguro.
-Cómo vos quieras Alex, de todos modos compartimos camarote así que cualquier cosa podes decirme.
-¿Van a venir a ayudarnos a buscar la mesa 7?- Dice mamá.
-Si... ya vamos mamá- Me sorprendió porque lo dijimos al mismo tiempo y nunca solemos coincidir con Sam, en nada.
Seguíamos caminando buscando la mesa 7 aunque con Sam sólo nos seguíamos molestando, como siempre solemos hacerlo.
-Parecen de 8 años chicos- Nos decía papá mientras nos miraba con una cara cómo diciéndonos ¨ya están grandes, córtenla con los jueguitos¨, pero seguímos jugando hasta que encontraron la mesa 7 y sí, nos separaron, yo al lado de papá, y Sam al lado de mamá. Totalmente separados aunque las miradas de complicidad seguían.
-My name is John and I'll be your waiter. Here you have the menu to choose what you want to eat tonight. Every night you'll have a different menu but the same waiter.- El chico sonrió al terminar de hablar.
Por suerte, con Sam sabemos hablar inglés.
-Thanks John.- Dijimos con Sam, mientras mamá y papá sonreían sin entender nada.
-You're welcome.
Noté cierta tensión entre el camarero y Sam, deben de tener la misma edad o por ahí. Sam tiene 22, y tiene novio... Nicolás..., nunca lo quise. Es un tonto que no sabe valorar a mi hermana, la trata como si fuera alguien más y no su novia, desde hace ya 4 años.
-Hola, ¿esta es la mesa 7?- Pregunta una mujer de la misma edad de mi mamá, a mi mamá.
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Editado: 26.04.2020