En las manos de un demonio

2

Angela rodó los ojos por sexta vez en la tarde, cuando le dijo a Amber que se mantuviera a su lado no se refería a que se pegara a ella como una pulga, la menor era irritante y Angela odiaba lo irritante, más de una vez contó hasta mil para no olvidarse de su plan y partirle el cuello a la rubia de estatura Minion y voz Chillona. 
—Angela por favor— ya había pasado una semana y Amber había confiado más que rápido en Angela, pero ahora mismo llevaban más de una hora en una disputa porque la menor quería decorar la habitación con colores pastel. 
—Ya dije que no y si me sigues jodiendo te voy a sacar los ojos— La miró haciendo relucir sus ojos de un rojo algo intenso a lo cual la menor respondió quedándose en silencio por unos segundos. 
—Amargada— masculló. 
—no deberías estar en la universidad?—la menor negó 
—hoy no tengo clases— 
—vete de fiesta— 
—no quiero salir— 
—deja de joderme— bufó 
—me aburro— arrugó la nariz mirándola 
—eso no me interesa ponte hacer algo pero déjame dormir por dios, Luna.—la menor la miró, sabía que cuando decía su segundo nombre era porque ya estaba cabreada y había aprendido a que hacerla enojar no era lo conveniente, Angela solía ponerse algo bestia. 
—está bien, puedo quedarme? Prometo no hablar, me haré la dormida— señala el costado vacío en la cama de Angela, la mayor bufó y asintió. 
—a la primera que hagas te saco a patadas—.
Murmuró y la menor asintió acostándose junto a ella mientras miraba el techo. Angela estaba de costado con los ojos cerrados y parecía que no planeaba moverse, pero Amber estaba intranquila, era la tercera vez que se acomodaba en la cama. 
Estaba de espaldas a la peli negra cuando sintió un agarre en su cintura. 
—deja de moverte Luna—le susurró atrayéndola y pegándola a su cuerpo mientras el agarre en la pequeña cintura de la chica seguía. 
—es que.. no puedo dormir— susurró con el nervio notándose en su vos.
—intenta no moverte tanto— masculló con la voz algo ronca
—pe-pero no sé cómo ponerme y me por
eso me muevo y y y.. — se quedó callada cuando sintió un beso tras su nuca. 
—cállate—le susurró apretando su cintura aún con los ojos cerrados. 
Amber estaba más que colorada, sus mejillas parecían dos rosas de lo rojas que estaban y Angela lo sabía, ella percibía esas cosas, al menos la menor no volvió a moverse, pero Angela tampoco volvió a dormir.

 




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