—Pero que agradable y sorpresiva sorpresa.
Mientras estaba en el trono, esperando a mis hombres que traigan el cuerpo de Alexander y la brujita Johana. Recibo la inquieta sorpresa que ellos vinieron hasta a mí, llegaron hasta estar frente a mi trono y se arrodillaron.
—Que lastima, tenía las esperanzas de yo misma salir a cazar sus cabezas.—Hice un puchero—Pero me facilitan las cosas viniendo hacia a mí.
—Solo queremos negociar.—Johana habló mirando el suelo, sonreí.
¿Qué había de malo en una negociación? Siempre me gustaba hacer esto, raramente siempre sacaba provecho y ganaba.
—Los escuchó...
Alexander se puso de pie, y me miró a los ojos. Los guardias a su alrededor lo comenzaron a apuntar con sus armas pendientes de sus movimientos, Alexander en contestación a aquella acción solo elevo un poco las manos en rendición.
—Sabemos que eres Reina de los Ángeles, solo queremos sacar provecho a aquello. Puedes traer a la vida a cualquier ángel, evidente está que Lucas es uno y...—Mi carcajada comenzó a sonar altamente interrumpiendolo.
—¡Oh por Dios! Esto es lo más estúpido que he escuchado en toda mi maldita vida. —Me acomodo mejor en mi mesa, pongo los codos en mis rodillas inclinando mi cuerpo hacia adelante para mirarlo incrédulo—¿Encerio crees que traería a Lucas aquí? Cariño, eso me saca un 89% de fuerza, convertiendome en una mosca muerta. Aparte, que ya tengo suficiente con Nick, Leah, Caleb, Tú, como para que sume un idiota más.
—¿Confiesas que te sientes rodeada?—Johana puso una sonrisa burlona.
—Confieso que son unos granos en el culo, pero castaña, tú te estás haciendo el grano más molesto. —Le sonrió sinceramente. Blanquea los ojos y luego mira a Alexander esperando que él hablé, pero él está mirándome fijamente.
¿Eso es una lágrima?
—He perdido todo.—Su voz se rompe—He perdido a absolutamente todo, Katherine. No... No, nunca quise esto. Rompiste, rompes y romperas mi corazón una y otra vez por qué eso haces; Ejerces poder sobre mí y eso me mata lentamente. Dime, si tanto me odias ¿Por qué me has hecho enamorarme de tí?—Estalla en llanto mirándome a los ojos—¿por qué siento que eres más poderosa que todo lo que soy, de lo que construi? ¿Por que manipulas mi corazón a tal forma?
Me ceño fruncido se alivio y lo mire confundida ante sus palabras
—No soy fuerte, probablemente si no tuviera a Ruthless Necklace en mi cuello sería el licántropo más vulnerable e inofensivo de todo el mundo. Pero cuando estoy frente a ti siento que ni siquiera el collar puede hacerme sentir mayor. ¡Deja de manipularme! ¡Deja de hacerme débil! ¡Por que ya no puedo! ¡NO PUEDO SEGUIR CON VIDA KATHERINE! NO PUEDO, POR FAVOR PIEDAD.
Bajé la mirada unos segundos y sentí el corazón latir rápidamente. Me pongo de pie y temblorosa en mis tacones camino hacia él.
—¿Exiges piedad? ¡YO NO LA TENGO, NI SIQUIERA CON HUMANIDAD APAGADA! Los problemas fluyen a mi alrededor creando una molestia pesada e cautiva sensación de no saber en qué escalón pisar, por que sabes que cualquier escalón es una trampa y caeras. ¿Pides misericordia? Bien, te la daré. —Sus ojos rojos me suplican con la mirada—Vete. No te buscaré, ni tú a mí. Tomaremos caminos distintos.
Llegó hacia frente de él y siento todo mi organismo moverse dentro de mi. ¿Mariposas? No, eran las emociones teniendo un contacto con el límite sin saber si sobrepasarlo o detenerse ahí.
—Pero las cosas ya cambiaron.—Seguí hablando—Ahora seré yo quien tenga todo el poder, y tú, serás el que escapará a una cuidad parecida a Forks.
—No puedo perder a mi reino.
Sonreí
—Entonces abre los ojos más, Alexander. Por que no solo perdiste a tu reino, perdiste a tu familia completa.
Sus ojos se abren con sorpresa y comienza a negar con la cabeza repetidas veces. Alzó mi cabeza ejerciendo una pose de autoridad controlando el límite de aquellas emociones, tranquilizandolas completamente.
—Me llevaré a niños. Quieras o no, me los llevaré; a Dylan, Matthew y Amelie. Lo siento, pero ellos me pertenecen.
Mis ojos se oscurecen, ¿Me pertenecen? ¿¡ACASO SON UN MALDITO OBJETO AL CUAL LE PERTENECE AL EX REY DEL MUNDO!?
—No tengo ningún problema en iniciar la cuarta guerra mundial aquí mismo, Alexander. Mis hijos se quedarán con su madre, yo los tuve dentro de mi nueve meses, yo los parí, yo los crié, ¡YO SOY SU MADRE!
—¡YO SU PADRE!—Me devolvió el gritó.
De repente, comienzo a escuchar un ruido que comienza a molestarme completamente. Mi cabeza estalla en dolor y siento mis huesos débiles. Caigo de rodillas agarrando mi cabeza entre mis manos y veo de reojo a Johana. Ella estaba con la palma de su mano apuntandome mirándome fijamente.
—Lo siento, Reina , pero soy más poderosa que tú.—Johana sonrió—O bajas un tono y hacemos un negocio donde a los tres nos beneficia. O, acabo contigo y salgo de esta sala cargando tu corona en mi cabeza.