En libertad [#e3]

Capitulo 23

—Buenas—Un chico desanimado entra, tiene una bandeja con comida, me mira de arriba a abajo y retrocede un paso—Escuche, soy nuevo aquí, lo cual le dejaré la comida frente a usted. ¡Por favor no me golpee! —Me apunta con el dedo

Blanqueo los ojos, novato.

Estaba sentada en un rincón de un calabozo con las cadenas tiradas en mis pies sujetandome con fuerzas. Podía tirarme sobre él, derribarlo y escapar de aquí rápidamente dado a que dejó la puerta abierta. Pero no tenía energías como para moverme.

—No haré nada.—Mascullo con odio.

—Juralo.—Me miró en advertencia.

Tiene que ser una broma.

—Juro que no te voy a hacer daño, idiota.

—Gracias.—Contesta con simpleza caminando hacia mí, deja la bandeja en mis pies como tranquilidad.—Le traje sopa.

—No puedo tomar sopa.—Mascullo —Es un líquido caliente y mi cuerpo es de hielo. ¿Sois idiotas?—Pregunté.

Generalmente me ponía violenta el estar encerrada y encadenada. Bueno, creo que ya todos se han dado cuenta de aquello.

El rubio, mira la bandeja unos segundos con concentración, como si estuviera analizando la sopa. Alce una ceja y él salió de su trance para hablar—Era mi primera orden y me salió mal.

Me quise reír

—El rey me pidió que le lleve a escondidas comida, pero francamente he fracasado.

—¿Alexander te pidió que me traigas comida?

—Si. A escondidas dado que la impostora anda chillando atrás de él 24/7. Debo aclarar que yo sabía firmemente que esa zorra no era usted. pero bueno.

Bueno, al final había alguien que cree firmemente que soy yo, no se como hizo éste chico para poder reconocerme si después de todo, ni siquiera Alexander lo puede hacer.

—Venga, no nos dejan ir a buscar agua cuando estamos haciendo guardia, por lo cual nos dan una botella de agua. —La saca de su bolsillo y me la extiende—Está congelada, debería tomarla.

—¿Cuando finaliza tu horario para que vayas en busca de tú agua?—Pregunté. Él se encogió de hombros.

—En seis horas.

Agarró la botella con incredulidad, él me había dado su botella de agua cuando tiene que hacer todo el trabajo duro, teniendo que esperar seis horas para ir a buscar un trago para él.

Ya ni siquiera sé si lo hace por amabilidad, pena o por conseguir algo a cambio.

Era raro, Alexander lo envió con el fin de que me de comida, pero evidentemente es un idiota que me dió comida inservible para mi cuerpo, y aparte me da su agua y me trata con rara amabilidad.

—¿Quieres algo a cambio, no? ¿Una idiotez de “Hoy por ti, mañana por mi”?—Bebí el contenido lentamente disfrutando cada gota. Estaba super fría y eso me encanta.

Frunció las cejas—No. Reina, debe dejar de pensar que recibirá ayuda a cambio de algo. Si te doy mi botella de agua es por que entiendo las circunstancias dónde estás y evidente está que lo necesita más que yo. Prometo traerle comida congelada o un helado, lo juro.—

—Todos mis amigos me traicionaron.—Incliné mi cabeza aún costado mirando al rubio.—Mi propio hermano, mi padre, mi sombra y hasta un ser inexistente que yo misma le di alas—Me refiero a Ashic. Su ceño fruncido se deshace lentamente—Es imposible que deje de desconfiar en las personas. Estoy en estas cuatro paredes por hacer confiado en un idiota—Limpio una lágrima—Había vuelto a confiar, y mira donde estoy.

—¿Como fue su traición?

—Mi mejor amiga Leah, me llamó diciendo que era un perra por haber besado a su difunto novio hace diez años cuando ni siquiera la conocíamos. Mi amigo Nick me dijo que no valía la pena y ni siquiera era su amiga, mi hermano Caleb se enojo conmigo por haber encerrado a nuestro padre en un calabozo cuando solo lo hice por rabia de que esa basura lo golpeaba en su niñez al igual que a mi madre. Derek, mi padre, me traicionó fingiendo quererme mientras que solo lo hacía porque necesitaba a alguien que proteja de él cuando las cosas se ponían feas. Ashic, me traicionó para que abra un portal a otra dimensión sin mi consentimiento.

—Bueno, eso significa que esos no eran tus amigos. Si hicieron semejantes cosas significa que su vínculo no era realmente bueno. Dejé de atormentarse y busqué amigos nuevos.

—¿¡Cómo!?—Exclamé cansada—¿Quién va a querer ser mi amigo sin nada a cambio? Sin traiciones o sin favores míticos en el medio.

—No lo se, yo probablemente.—Se encoge de hombros.

Alce una ceja incrédula.

—Pero me haría en mis pantalones si el Rey vuelve a poner el ojo sobre mi, hoy cuando me llamó para que le lleve su comida, casi me muero de un paro cardíaco. No es porque le tema a el 99% de cosas, si no porque... —Busca algo para decir pero luego hace una mueca—Bueno si, le tengo miedo al Rey, pero tengo mis razones ¿Sí?

Una sonrisa amaneció en mi rostro lentamente haciendo que lo miré, el frunció los labios en plan “No es gracioso” y no me contuve más y reí.




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