ALLEN
Humedeci el pañuelo nuevamente y lo escurri, se lo coloqué en su frente y comencé a acariciar su cabello lentamente. Su pecho de golpe se infla y arquea un poco su espalda comienza a escupir sangre, hago que miré para si derecha evitando que pueda ahogarse. Ella deja de escupir sangre y vuelve a caer inconsciente.
Suspiré.
—Vamos, Reina. Usted debe ser fuerte—Insistí en un susurro ronco—Puede resistir.
Katherine, estaba sufriendo de fiebre. Altas temperaturas estaban en su cuerpo acabando con ella internamente. La suciedad y el mal trato de no obtener las comidas en el calabozo hizo que se enfermera. Su lado mítico intento protegerla de su mal estar pero al inyectarle plata derretida su cuerpo tuvo un bloqueo.
Puse mi mano en su frente con el fin de volver humederlo, pero una descarga electrónica choca contra mi y produce una imágen en mi cerebro.
—Dejenme cargarlos, por favor.—Suplicó Katherine acostada en su camilla. La enfermeras se acercaron cargando a dos bebés recién nacidos y se lo entregan. Ella sostiene a ambos con una amplia sonrisa—Bienvenidos al mundo, Dylan y Matthew.
Me alejo bruscamente de ella, seguramente al estar a tal punto de colapso que me permitió entrar a su mente. Negué con la cabeza, me negaba rotundamente a meterme en sus recuerdos sin que ella esté consciente
Iba a girar para salir de la habitación pero ella sujeta de mi mano, giré rápidamente a verla. Ella estaba toda sudorosa, cansada, tenía dos bolsas negras bajo sus ojos y todo alrededor de sus ojos está rojo. Me miró a los ojos mientras sostenía de mano suavemente.
—¿Quieres ser mi novia?—Otro recuerdo me abruma, el Rey preguntó mientras se encontraba alado de un restaurante en llamas y los gemelos miraban a Katherine ansiosos
Negué, debía parar de pasarme los recuerdos, seguramente no puede controlar su mente y le está jugando una mala pasada.
—No me dejes sola.—Me suplicó con voz ronca. Apretó mis labios y me siento a su lado.—No me dejes sola, por favor.
—Pero Reina, usted me está dejando entrar a su mente...—Dudé mientras la miraba con pena, ella gimió adolorida
—No me importa, por favor no me dejes sola.—Volvió a repetir. La miré aceptando con la cabeza—Entra a mi mente, eres vampiro seguramente podrás detener mi delirio.
—Ya lo intenté, pero no puedo detener tu dolor—Agarré de su mano y le sonreí—No te dejaré sola, lucha contra tu mal estar. Pronto estarás bien.
—Es una hermosa niña.-Una castaña mira a Amelie ignorando a la Reina—Su corazon está lleno de valentía, audacia, amor, y esperanza. Crecerá en un ambiente familiar hermoso, aún qué conocerá a un joven, la destruira por que se enamorará. -Se ríe-Tiene el mismo futuro que su madre, un amor muy doloroso pero mutuo.
Otro recuerdo llegó, hice una mueca ante eso. ¿Ese será el motivo al cual la princesa desapareció? Miré como Katherine ya tenía los ojos cerrados pero no soltaba de mi agarre al brazo. Susurre una disculpa.
—No quiero hacer esto. Pero si me abriste la mente es por algo.—Puse ambas manos en su frente y cerré los ojos recibiendo todos los recuerdos grabados.
Tanto como nacimientos de sus hijos, como citas, besos, peleas y golpes llegaron a mi mente. Toda su historia
—Ashic tiene a tu sombra, la llevó al medio del limbo—La impostora le sonrió con amargura
—¡Leah, Leah, Matthew dijo su primera palabra; Arroz.—Gritó la Reina mientras movía sus manos enérgicamente
Una vez que los recuerdos se comenzaron a reproducir de manera veloz, tuve que sacar mis manos de un rápido movimiento así no la lástimaba. Retrocedi unos pasos.
Jodida historia tienes mi leidy
Escucho ruidos en la otra sala, me pongo atento y comienzo a mirar para todos lados en busca del intruso. Sacó mis colmillos y mis ojos se ponen rojos observando con atención a cada rincón de la habitación. Mi vista cae en una silueta donde había una sombra de un hombre.
—¿Quien eres?—Pregunté. Él salió de su escondite. Castaño, ojos cafés, barba de adultes, mirada sería, y un tanto desafiante.
—Soy Ashic. —El hombre se presentó. Los recuerdos que Katherine me permitió ver hacen que me ponga alerta. Este idiota fue quien la traicionó. —Vengo a ayudarla, no quiero ser el enemigo.
—Llegaste tarde, yo la estoy ayudando —me puse frente a su cuerpo protegiendola.—Está inconsciente, débil, no puedes ser tan imbécil de querer aprovecharte de ella cuando está en estas condiciones.
—¡NO SOY EL ENEMIGO!—Gritó haciendo que retroceda.—YO VOY A AYUDARLA.
—¿CÓMO?
—Voy a ver por que su sangre angelical le está fallando y buscaré la forma que sus heridas comiencen a curarse.—La miró y yo le gruñi haciendo que él vuelva a mirarme—No le haré daño.
—Sere un idiota y preferiré que se curé sola. No quiero que después te tenga que deber un favor por haberla ayudado y tú te aproveches de un confianza. —Apriete mis labios—Vete.