RELATO TERCERA PERSONA
Pasó el labial rojo lentamente por las comisuras de sus labios, se aplicó mascarilla de pestañas por cada pestaña larga que tenía. Se miró al espejo y caminó desnuda hacia su cama, donde cogió su vestido blanco y se lo puso lentamente.
Apoyó su mano en su rodilla y la arrastró hacia su pie, donde colocó sus zapatos del mismo color que su vestido. Altos zapatos con tacón de aguja.
Se puso de pie y caminó con elegancia hacia el gran espejo de su habitación y se miró completa. El vestido blanco era largo, elegante, con toda la espalda escotada. La hacía ver más adulta de cierta forma.
Miró su cabello con una mueca, parecía que había cruzado un tornado por allí, cogió el cepillo y comenzó a desenredar los imposibles nudos. Cuando finalizó tomó su lazo preferido turquesa y se lo colocó detrás llevando dos mechones delanteros de cada lado de la cabeza.
Tres golpes suenan por la puerta, ella ladeo la cabeza un poco asustada.
—Ya voy.—Traga en seco y ve su figura nuevamente. Siempre ha sido una persona muy segura de ella misma pero por una extraña razón ir a esa fiesta le causaba mucho nerviosismo.
Caminó hacia la puerta y la abrió, su madre la miró sorprendida mientras lleva ambas manos a su boca.
—¡Amalia, estás hermosa, mi niña!—Chillo felizmente mientras le extiende la mano y la obliga a hacer un giro
Le sonrió con un ligero rubor en sus mejillas.
—Gracias, mamá. Tú tampoco te quedas atrás, papá tendrá muchos celos cuando vean que todos los con hombres giren a verte.
—¿Tú crees? —Le sonrió pícaramente para luego reír y comenzar a caminar con Amalia hacia las escaleras.—Ay niña...Pequeña, nunca te olvides que yo soy tu madre y mi amor hacia ti es infinito. ¿De acuerdo?
Aquello la desconcertó un poco pero decidió simplemente sonreír y evitar volver a hablar. En el transcurso del tiempo en el automóvil de su padre llegaron a las puertas abiertas del castillo. Cuando los tres bajaron Amalia sintió una ola de electricidad recorrer su cuerpo hasta el más remoto lugar.
Su piel se erizó.
Caminó hacia la entrada totalmente nerviosa mientras el sonido de sus tacones chocar contra el suelo hacia eco por el salón. Las personas a su alrededor comenzaron a girar a verla, admirados por la hermosura, elegancia y, por el aura tranquilo e inocente que la rodeaba. Ella sonreía en respuesta a cuyas curiosas miradas pasando un mechón de su cabello rebelde hacia atrás.
, Cuando llegó al medio del salón, la lograron ver.
Katherine la notó en la multitud y sintió como si su mundo se desmorona en tan solo minutos. Alexander al escuchar un gemido de su esposa miró en la dirección que su mirada apuntaba y también la vio. Sonríen emocionados y no tardan en soltar lágrimas.
—Es ella.—Alexander gira a ver a sus dos hijos que estaban con la mirada perdida en sus móviles—¡Es Li!—Automaticamente levantaron desesperadamente la mirada
Algunos a su alrededor escucharon el exclamo del Rey, no tardaron en pasar los rumores por todos los invitados “Li está aquí” “La princesa pérdida está entre nosotros” “¿Quién será?” “¿Dónde estará?” “¡La princesa ha vuelto!”
Cuando un joven se acercó a Li y le dijo “La Princesa pérdida ha vuelto, hemos escuchado al Rey decirlo” su piel se erizó aún más y sintió un cosquilleo en su mano.
Alza su mano derecha y nota como a esta se le comienza a poner pálida, su mirada viaja a su brazalete y suelta un gemido ahogado al ver como su rubí enciende una luz y luego la apaga, la enciende y luego se apaga, y así por unos largos minutos.
Los gemelos también sintieron molestias, se arremangaron sus smoking y dejaron ver sus brazaletes quienes también actuaban de la misma forma.
Amalia levantó la cabeza y miró una llamativa luz a lo lejos, cuando frunció el ceño pudo ver con claridad como los príncipes tenían el mismo brazalete que ella y los tres brillaban con gran intensidad constantemente.
”La princesa pérdida ha vuelto—Recordó las palabras del individuo—Hemos escuchado al Rey decirlo”
Cuando tuvo valor, levantó la cabeza y miró a los príncipes, quien logró darse cuenta que ellos también la miraban, con intensidad, cariño y desconfianza. Su mente se paraliza completamente y comienza a retroceder. Retrocede lo más que puede hasta que cuando gira su cuerpo así poder correr se choca con alguien causando que casi ella caiga.
Unos brazos firmes la rodean y la sostienen en el aire, con una sonrisa burlesca pero con un destello de preocupación.
—¡Oh! Pero que torpe eres.—Bromeó el chico—Debes tener más cuidado, pequeña.
—L-Lo siento—Tartamudeo ella intentando soltarse, lo logró con éxito y comenzó a caminar hacia la salida.
—Espera.—El joven la detuvo—¿Te encuentras bien?—Se mostró sinceramente preocupado.