En los brazos de la bestia

Capitulo treinta y tres.

Yo alguna vez dije que los humanos son seres despreciables y sin corazón, que no merecen vivir y no merecen el perdón de la diosa, ahora me equivoco y pido por ellos, porque uno de ellos me enseñó el verdadero significado de la valentía y el amor, algo difícil pero no imposible, porque se incrustó lentamente en mi interior para expandirse hasta el exterior, los humanos son seres frágiles susceptibles a cualquier emocion negativa o positiva, si le enseñamos lo bueno ellos aprenderán lo que es bueno, de lo contrario solo serán marionetas usadas para el mal.

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★Rose★

 

—¿Madre?—levanto mi mano extendiendola hacia la figura femenina que se encuentra parada en medio de un jardín lleno de claveles rosas—¿Madre eres tú?

Has crecido mucho Rose.—una voz suave y angelical que lleno mi pecho de una absoluta calma, frunzo el ceño, la veo arrancar un clavel sin siquiera voltear a verme—cuando te visite apenas eras una bebé.

¿Quién eres?—pregunto dándome cuenta de su melena blanca como la nieve. Siento curiosidad hacia ella y porque no siento miedo al verla.

Con tan solo verte sonreír supe que serías la indicada para él—no comprendo lo que ella dice, la escucho reír—Un hombre tan terco necesita de alguien capaz de domar a la bestia con su dulzura.

¿A qué se refiere?

¿Qué intenta decirme?—me acerque a ella pero algo me impidió avanzar más—por favor voltee.

No puedo hacerlo querida.—manifesto con ternura—Ya eres una mujer, una que ha sufrido y se ha mantenido en pie.

No, no es cierto.

La veo caminar hacia una rosa roja en medio de los claveles, se arrodilla en el suelo, su cabello se esparce por el suave pasto verde y su vestido blanquecino se oculta con los pétalos caídos de aquellas flores.

Verla allí postrada me hizo pensar que era una divinidad, por la forma en la que se encuentra y la elegancia al andar, tenía mis dudas ya que es imposible darle forma a un dios.

—Rose, ese es tu nombre, un nombre que se asemeja a la belleza que posees como ninguno otro, la bondad que hay en tu corazón hace que todos se acerquen a ti, la pureza que cargas rodeandote como un halo es un imán hasta para los más crueles villanos. No te das cuenta de lo valiente que eres, te escogí para el Alpha porque tienes algo que él necesita y el algo que tú necesitas.

Me acerco lentamente hacia ella como puedo manteniendo mi distancia, hasta caer de rodillas al suelo en la misma posición en la que ella se encuentra, me entiende la rosa que hace unos segundos ella admiraba con tanto fervor.

¿Por qué escogerme a mi?—pregunto con voz afligida—No soy fuerte, soy solo una persona miedosa carente de un carácter valiente.

Te equivocas—refutó—Yo te escogí por una razón que entenderás muy pronto querida, Jerome puede reconocer la valentía que posees y aún no vez.

No soy la indicada...

¿Serías capaz de soltar al lobo por tu miedo mal infundado?

Preguntó con algo de severidad, lo pienso por un momento y siento pánico al pensar estar lejos de él,  justo allí  comprendo que no podía alejarme de Jerome un sentimiento egoísta lleno mi corazón,  me sorprendió la facilidad con la que me negué ante ella, pude escuchar su risa melodiosa como si esperará una respuesta como esa.

—Yo no escojo a la persona solo por la belleza física, me importa mucho lo que posee en su interior, cuándo eras una bebé demostraste algo que no cualquiera posee y que supe podía cambiar el destino de este reino, así es Rose, tu eres la salvación de Slora.

—La oscuridad y la luz siempre han estado en batallas a lo largo de los años, pero tú—no se giró a verme pero me señaló—Tú eres la diferencia, la oscuridad que habita en una bestia no peleará contigo, te cuidará Cómo si fueras una diosa, e impondrá tu belleza ante la mía, lo cual no será una ofensa para mí, un lobo enamorado es capaz de cualquier cosa con tal de que seas feliz a su lado.

Me sonrojo al escuchar sus palabras, Jerome el lobo que al principio me causo terror, estar con el es estar en mi lugar favorito, un lugar del cual jamás deseas separarte, todo rastro de felicidad se fue al recordar algo.

—¿Y Maison?—pregunte frotandome las manos—El no merecía morir.

—El está bien—dijo con una voz consiliadora—Te vio llorar por él, te vio caer por el, y también te observo ver cómo tu corazón fue sanado por alguien más.

—¿Él está...?

—El está en un lugar mejor—platico—no debes sentirte culpable por lo que sientes, el desea lo mejor para ti y sabe que serás la mujer más feliz con el hombre correcto, con el que yo te otorgue, y lo comprende.

Mis lágrimas bajan por mis mejillas hasta caer en mi vestido, no dejo de sollozar, no importa dónde el este, siempre ha mantenido esa bondad en su corazón para conmigo.

—Maison...lo siento... Perdoname por no poder amarte como amo a Gaius—pedí perdón llorando—Lo siento...lo siento tanto.

Una suave caricia siento en mi cabeza, un aroma masculino con olor a moras entra por mis fosas nasales, levanto la cabeza al ver una persona agachada frente a mi, puedo verlo su expresión dulce, sus ojos azulados que no muestran odio, sus labios extendido hacia arriba en una hermosa sonrisa, limpio mis lágrimas conteniendome para no llorar.

—Maison...¿Eres tú?

—Te perdonó Rose—dijo, entonces comprobé que era cierto, su voz masculina y suave como lo recordaba, me hizo volver a llorar—Tarde un tiempo en aceptar que no eras mía. Y que tu corazón no amaría por completo al mío.

—Lamento tanto...yo...no se que paso con el... simplemente...

Rose—su mano siguió acariciando mi cabeza—Solo enfócate en el presente y no sientas culpa alguna por amar a otra persona. Mereces mucho amor, no sufrimiento mi pequeña.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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