En los brazos de la bestia

Capitulo cuarenta y uno

ROSE 

 

Las palabras de María no fueron tomado a la ligera por Hazel, la loba anciana que conocía a todos, ella sabía más que nadie y fue quien nos cuido a ambas pese a ser diferente de su especie, conocía mejor que nadie a Itza y Henna aquella dos chicas que una vez me atormentaron haciendo correr sin descanso el palacio enterró.

No había que atar muchos cabos para vincular a Itza con este incidente hecho a propósito, yo era su objetivo principal y mis padres una vez más corrían peligro, sin embargo está vez no estaría Maison para sacrificar una vez más su vida.

—Su majestad—la doncella levanto la voz tímidamente una chica linda de aspecto tierno. Que reconoci como una Omega se acercó con un vestido en sus manos.—¿Le gustaría usar este?

En ese momento dónde me fijo en las palabras de Hazel y María, la doncella se acercó a mi aún más enseñándome la fabulosa prenda entre sus manos, me gustó su estilo, el vestido que cogió es perfecto para expresar y mostrar mi título ¿Sería esto suficiente para apaciguar la irá de un pueblo? O por el contrario avivaria el odio por los lobos.

El vestido varia en tres colores, blanco, verde y dorado. blanco por dentro verde en las mangas y la espalda junto a la cintura del vestido, con pequeños hilos dorados bordado en escote y las mangas así como en la base final del vestido, no era un vestido cualquiera y cuando me retire y volví con ello puesto mirándome en el espejo lo supe.

—¿Será esto suficiente?—dije aún asombrada por la apariencia madura que este vestido me hace mostrar. 

—Si tienes valor todo estará bien—habló.

—Es muy hermoso—murmure mirándolo, la toque con mis dedos, la textura de esta tela se siente suave—Seda.

—¿Enserio lo harás?—preguntó María por tercera vez, asentí tomando un buen respiro.

con ayuda de la doncella, mi cabello comenzó a ser peinado en un moño alto con dos trenzas, Hazel se acercó a un estante de vidrio dónde había una corona bañado en oro con varios diamantes incrustados.

Le pedí ayuda a la diosa, quiero un valor que no tengo, quiero poder expresarme con aquellas personas que alguna vez me vieron reír y bailar a lado de María mientras aplastaba moras.

Recuerdo a la panadera, a doña Carlota, recuerdo a las chicas correr de un lado a otro ya sea por pan o por un juego, puedo revivir el momento dónde Maison María y yo hablamos, y la señora Carlota nos amenazaba con un mazo.

Limpio mis lágrimas.

Tengo que ser valiente.

Ya no soy solo a quien debo proteger, tengo que proteger a mis amigos, y sobre todo a las personas que están allá afuera, todos nos hemos unidos uno solo y debo hacerlo entender.

 la Rose de antes solo vestia un simple vestido sencillo y llevaba el cabello siempre suelto, ni siquiera parecía una chica de clase alta.

Y ahora frente a mi, el espejo me enseñaba que había otra Rose, una que de ahora en adelante portará joyas y coronas, que llevará vestidos costosos y tendrá entre su manos el poder de decidir la vida y la muerte, había cambiando bastante.

Aprieto mis manos con fuerza como si ello fuera a calmar mi tembloroso corazón, me obligo a levantar la cabeza y mirar hacia el frente.

Debo ayudar a Gaius.

—Estoy lista—digo lo más firme que puedo, luego mire a la doncella.—busca un vestido y una corona de flores para María.

—¿Qué?—la voz de sorpresa de María resono en la habitación, Hazel también me miró sorprendida—¿Por qué?

—Estaras a mi lado—dije, volteando a verla—Eres mi igual, eres mi amiga, la que nunca me desamparó la que estuvo dispuesta a ir a la muerte por mi, lo mereces.

—No yo—titubeo.

—Es una orden—demando—Eres una eclipse María, eres mi mano derecha de ahora en adelante.

—Serás el árbol de roble que me sostendrán en los momentos más difícil, la hermana que me brindará un hombro para llorar cuando no pueda aguantar más, como siempre lo has hecho—camine hacia ella tocando su hombro—¿Recuerdas aquel día antes de que todo comenzará?

Asintió con la cabeza con una sonrisa débil—Estabamos aplastando moras, y Maison se acercaba hacia nosotras por tí.

—En ese entonces solo éramos dos jóvenes dejando el tiempo pasar esperando casarnos y formar una familia, ahora ya no lo somos.

Ella se quedó en silencio unos segundos recordando el pasado, en aquel entonces todo estaba bien, no había nada malo en nuestra vida, todo era risas y alegría, trabajamos duro día a día, yo lo hacía para ayudar a María, no necesitaba el dinero pero ella lo necesitaba para sus hermanos, me divertía estando junto a ella, en los atardeceres tomado de la mano paseaba junto a Maison cerca del bosque.

En la cena papá y mamá hablan de lo que habían hecho en el día siempre mirándose con un amor profundo del cual mi hermano se quejaba entre bromas, solía cantar junto con mi madre mientras ella tocaba la arpa, María en ocasiones nos visitaba con sus hermanitos y las tres nos sentabamos en banco de maderas, mientras papá y mi hermano junto con los hermanos de María se sentaban a lado de una fogata a escucharnos con una sonrisa enorme.

—Tengo que salvar a mis padres—informe mis intenciones mirandola en una súplica—No puedo ocultar quien soy y quiénes somos ahora. Debo ir y te necesito a mi lado María.

—No te dejare nunca sola—me abrazo con fuerza y no dude ni un segundo en abrazarla—Vamos a salvar a nuestros padres.

—Lo haremos—confirmo acariciando su espalda, me separo de ella y me acerco a Hazel.

María desaparece con la criada.

—El amor que se tienen es sin duda algo digno de ver—Hazel me miró con una sonrisa abierta—Es una suerte que ambas sean la autoridad en nuestra manada y en este imperio.

—La diosa lo quiso así—contesto—Gracias Hazel por siempre apoyarme.

—Es un placer haberlo hecho, pequeña humana—Su expresión mostró absoluta felicidad—Finalmente llegó el día, El Alpha Gaius cambio para su vínculo y tú estás aquí a mi lado como una emperatriz.



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En el texto hay: drama, amor, dolor decepcion

Editado: 28.10.2023

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