Carraspeo incómoda para que Dominic no note lo mucho que ese breve beso me afectó. Me daría mucha vergüenza que supiera el profundo efecto que tiene en mí.
—¿Sucede algo? —inquiere con suspicacia.
Niego de forma energética. Antes de que Dominic pueda seguir cuestionándome, veo a mis padres y a mi hermano entrar por la puerta principal.
—Es el momento perfecto para ir con mi familia y mostrarle al rey que los Godard y los Blake ya nos llevamos bien —le digo tomándolo del brazo.
—¿Crees que tu padre se aguante las ganas de darme un puñetazo en la cara? —pregunta él con una ceja enarcada.
—No empieces —lo amonesto irritada.
—Pregunto en serio —responde Dominic.
Ya no es necesario que vayamos al encuentro con mi familia pues ellos ya están llegando a nuestro lado.
—Hija mía, creí que usarías tu vestido color púrpura —comenta mi madre al tiempo que besa mis mejillas.
—Cambié de opinión, este es más lindo —miento pues no quiero que mis padres sepan de todas las malas jugadas que sufro en mi nuevo hogar, no quiero preocuparlos o hacerlos enojar en vano.
—Buenas noches, Sr. y Sra. Blake —saluda Dominic inclinando su cabeza con respeto.
—Buenas noches —responden ellos al unísono en actitud recelosa.
—Su Majestad nos está mirando —nota Frederic esbozando una sonrisa falsa y estrechando la mano de Dominic como si fueran viejos amigos.
La nueva generación es más exitosa pretendiendo que no existe ninguna enemistad entre nuestras familias; por desgracia, mi padre no logra quitar la cara agría frente a Dominic. Solo espero que Ray no decida acercarse a provocar a mi padre pues no me parece que traiga mucha paciencia el día de hoy.
Tomo a Dominic del brazo y lo aparto ligeramente de mi familia.
—Por favor, pídele a tu padre que se comporte. No podemos darnos el lujo de cometer un error —le pido en un susurro.
—De acuerdo, pero tú haz lo mismo —me advierte él.
En estos momento no hay tiempo de hacerle notar que el único canalla aquí es su padre, además, si volvemos a entrar en ese tema voy a enojarme y no quiero tener una discusión con Dominic en medio de tantos ojos curiosos.
—Bien, se lo diré —le contesto.
Dominic se va para buscar a su padre y yo me quedo con mi familia. Rodeada por ellos, las miradas inquisitivas dejan de molestarme y me siento segura. Pasa un buen rato en el que incluso puedo decir que me lo estoy pasando bastante bien.
—Creo que deberías ir a buscar a tu marido, ya llevan bastante tiempo cada uno por su lado y eso puede levantar varias cejas —comenta mi hermano discretamente.
Suspiro pues sé que tiene razón. Las parejas casadas pasan tiempo juntos y no se va a ver bien que Dominic esté con su padre y yo con los míos sin dirigirnos la palabra durante horas.
Me aparto del mi círculo seguro y comienzo a buscar a Dominic entre los invitados. No logro caminar mucho cuando soy interceptada por Colette Gil y Sabrina Columbo, dos chicas bastante entrometidas con las que solía llevarme bien cuando éramos niñas.
—Mira nada más que apuesto marido te tocó, Ava. ¿No lo crees también, Sabrina? —pregunta Colette con una sonrisa socarrona—. ¿Quién iba a pensar que el rey Esteldor resultaría ser tan buen casamentero?
—Sí, supongo que sí —respondo sin mucho ánimo.
—Vaya que sorprende ver al heredero de los Godard en un evento de sociedad… no lo recordaba tan bien parecido. Vas a ser el blanco de mucha envidia, Ava, te llevaste a un muy buen partido y eso siempre da pie a enemistades —comenta Colette.
—Pues no veo por qué, tampoco es como que tuve mucho que ver al respecto —replico incómoda.
—¿Eres feliz, Ava? —inquiere Sabrina y puedo ver que su interés es sincero.
No soy capaz de responder, las palabras se atoran en mi garganta antes de poder salir. Claro que no soy feliz, fui obligada a casarme con el hijo del peor enemigo de mi padre y ahora vivo entre gente que me odia y que activamente busca sacarme de mis casillas para ahuyentarme. Aunado al hecho de que apenas y me hablo con mi esposo. ¿Quién podría ser feliz así?
—Ya sabemos que ninguno de los dos es feliz, Sabrina, ¿cómo preguntas eso después de lo que Celeste nos dijo? —la regaña Colette picándole las costillas a su amiga.
Su comentario me hace dar un respingo.
—¿Qué fue lo que dijo Celeste? —pregunto llena de curiosidad, viniendo de la hermana de mi esposo ya sé que me puedo esperar lo peor.
Colette hace una mueca de arrepentimiento como si hubiera hablado de más.
—Ay… Ava, lo siento… no debí mencionarlo, es privado y en verdad no busco avergonzarte —dice en tono de disculpa.
—¿Avergonzarme por qué? Por favor, dime qué fue lo que Celeste dijo —le pido con gran interés.
Colette voltea a mirar a Sabrina un instante y esta niega con la cabeza, aconsejándole que guarde silencio.
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Editado: 31.07.2022