En los brazos del enemigo

Capítulo 18

Unos días después del funeral, voy a visitar a mis padres pues siento que ha llegado el momento de poner en marcha el plan de Dominic. Si él quiere hacerse cargo de enmendar las fallas de su padre, me parece prudente que se lo permitamos. Por desgracia, solo mi hermano parece pensar que es una buena idea que Dominic sea quien se encargue de la manutención de mi tía Griselda y de su hijo. Mis padres reaccionan horrorizados, como si les hubiera sugerido algo funesto.

—De ninguna manera, no voy a permitir que ningún sucio Godard le haga más daño a mi hermana —exclama mi padre, indignado.

—Ese “sucio” Godard es mi esposo y no es nada como el resto de su familia. Sin Ray, Dominic es ahora la cabeza de los Godard y quiere subsanar los errores que su padre tuvo en el pasado. Sus intenciones son buenas y, si te dieras la oportunidad de conocerlo, sabrías que es una gran persona —le digo, irritada.

—Al menos habla bien de él que quiera hacerse cargo. Es mucho más de lo que su padre nunca hizo... que en paz descanse —interviene mi hermano.

—Nadie pidió tu opinión, Frederick. Yo aún mando aquí y no quiero a ningún Godard cerca de mi sobrino y de mi hermana —responde mi padre.

—Tal vez sus intenciones son buenas, pero sería demasiado doloroso para Griselda... trata de pensarlo desde su perspectiva, Ava, para ella será remover el pasado —opina mi madre.

Me cruzo de brazos, decepcionada por su respuesta.

—Marcel merece saber de dónde viene, conocer a su hermano mayor —argumento.

—¡No pienso seguir escuchando necedades!

Mi padre se pone de pie y sale a zancadas de la sala. Mi madre se levanta para salir tras él, no sin antes lanzarme una mirada de reproche.

Suspiro, desanimada, creí que lo tomarían mejor. Frederick estira su mano y aprieta la mía con cariño.

—Intentaré hablar con ellos. Dales unos días para que entren en razón —me dice guiñándome un ojo con complicidad.

Regreso a la mansión Godard sintiendo que fracasé en mi misión. Para mi sorpresa, no encuentro a mi esposo en casa.

—Salió a caminar hace un par de horas y aún no ha vuelto —me explica Myr.

Creo que sé dónde puedo encontrarlo, así que emprendo la marcha hacia allá. Como sospechaba, Dominic se encuentra debajo del árbol donde construyó su fallida casita.

—Pensé que pasarías el resto de la tarde con tu familia —observa al ver que me acerco.

—Yo también, pero preferí volver a casa a estar contigo —le explico mientras tomo asiento a su lado sobre el pasto.

—En ese caso, asumo que no se tomaron bien mi intención.

Esbozo una sonrisa en un intento por no revelarle qué sucedió exactamente.

—Necesitan unos días para pensarlo —le explico.

—Ya veo...

—¿Qué haces aquí? —lo cuestiono al tiempo que lo tomo del brazo. Me encanta sentir la solidez de sus bíceps debajo de la tela de su vestimenta.

—Celeste y mi madre estaban especialmente insufribles el día de hoy. Preferí salir a tomar aire fresco que seguir escuchándolas.

Quiero preguntar si esa actitud insoportable tiene algo que ver conmigo, si ellas le han sugerido en secreto que yo soy la que envenenó a Ray. Pero opto por no ensombrecer mi ya decaído humor con las tonterías de su familia, así que mejor cambio el tema.

—El día que quieras partir de aquí solo tienes que decirlo. Yo iré a donde tú vayas —comento con una sonrisa cariñosa.

—Nada me gustaría más que irnos de esta casa, pero me temo que aún no he resulto los asuntos pendientes.

—Mis padres accederán pronto, ya verás —digo más para convencerme a mí que a él.

—Sí, pero también debo dar con esa otra niña, la hija de la mujer que vino a gritar a mi casa —me comparte.

—¿Tienes idea de dónde empezar a buscarlas?

—Puede ser. Mi padre siempre fue un hombre de pocos amigos, pero solía pasar mucho tiempo en la taberna El halcón triste cuando yo era niño. Quiero ir a ese lugar esta noche, preguntar por ahí a ver si alguien recuerda cualquier cosa al respecto.

—Supongo que es un comienzo —digo encogiéndome de hombros. La posibilidad de que alguien quiera compartir esa información con Dominic me parece remota, sobre todo ahora que Ray ya no está, pero no quiero desanimarlo así que me guardo mi opinión.

Dominic parte al anochecer para llevar a cabo su plan. Lo que significa que me quedo sola en casa con su madre y su hermana. Sin ánimos de aguantarlas, le pido a Prym que me traiga la cena a mi habitación y me entretengo releyendo una de las novelas románticas que tanto disfruto. Ahora que ya sé lo que es el amor, descubro nuevos matices en la lectura. El romance y la pasión ya no me parecen temas de fantasía, ahora sé exactamente lo hermoso que es amar a alguien y disfruto de lo que leo de una forma distinta.

Me voy a dormir con la cabeza llena de historias, como siempre acostumbraba, solo que esta vez los protagonistas de mis fantasías somos Dominic y yo. Nos imagino viviendo esos escenarios que he leído en libros, viviendo aventuras juntos y sorteando toda clase de adversidades.




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