El Regreso de la Oscuridad. Una Nueva Batalla.
Nuevo Periodo
Ciclo 1 – Etapa 1 ・ Ciclo 1 – Etapa 2
Pasado - Octubre, 2000.
Andreas amó a Cinnia de una forma en la que ella creyó que nunca podría ser amada. Él fue la única luz que la oscuridad en su interior alguna vez reconoció, pero no fue suficiente para lograr salvarla del horrible destino que se avecinaba.
Pasaron grandes momentos juntos. Él seguía fascinado por lo que ella representaba. No les importaba lo que la gente del pueblo decía o si los miraban mal. Se tenían el uno al otro, nada podría separarlos. Pero día a día, Cinnia iba cambiando y él se dio cuenta de que, en realidad, sí había algo que podía terminar con lo que existía. La misma mujer que luchaba por su unidad bien podía destruirlos.
Desde su actitud hasta su aspecto, eran muy diferentes. Se volvió más distante, hacía comentarios que lo incomodaban y se comportaba como si estuviera fuera de sí. Cuando confesó sin ningún remordimiento que sentía envidia de su madre y deseaba ser como ella, incluso más, diciendo que haría cualquier cosa por lograrlo, Andreas supo que no quedaba nada de la mujer que amaba. Eso lo asustó. Quiso continuar creyendo con toda su fe que Cinnia seguía siendo la misma chica dulce que conoció en el bosque. Pero cierto día, la venda cayó de sus ojos.
Había ido en busca de Cleissy para charlar con ella sobre su hija. Llegó hasta la casa en medio del bosque y, cuando estaba por entrar, escuchó los gritos provenientes de adentro. Cinnia estaba peleando con su madre. Con sigilo, se pegó a la pared, se acercó hasta una ventana y se quedó escuchando.
—Creí que estar con él te salvaría —dijo la mujer entre lágrimas.
—Eres muy estúpida entonces.
—No le hablarás así a tu madre. —Intervino Lorcan, el padre de Cinnia.
La muchacha se rio, viendo las largas uñas en sus dedos. Volvió la atención a sus padres, que la miraban decepcionados y con una pizca de miedo.
—Ustedes no han sido más que un estorbo en mi vida, incluso Andreas. Solo los dioses saben cuánto lo amo, pero no dejaré que sea un impedimento también.
—Tú no sabes amar a nadie, hija. —Con tristeza Lorcan se puso frente a Cleissy en un movimiento protector.
—Claro que sé, pero es algo demasiado insignificante como para mantenerlo presente. El amor es la debilidad de los humanos y no me permitiré ser débil porque estoy cada vez más cerca de lo que quiero. —Sonrió con malicia. Dando un paso al frente para enfrentar cara a cara a su padre, aunque sus palabras fueron directas a Cleissy—. El señor de la oscuridad me apoya y si tú, madre, no estás dispuesta a darme lo que nos pertenece, entonces me desharé de ti como lo he hecho con las personas de este maldito pueblo. Será una masacre y nada me detendrá.
Cinnia era un demonio. Supo entonces Andreas. Sin hacer ruido, se marchó, desesperado por hacer algo para detenerla. Nadie en el pueblo estaba a salvo y solo había una persona a la que le importaba proteger y en la que podía confiar.
Andreas fue hasta la casa de Arthur. Su viejo amigo lo recibió preocupado al ver el estado de shock en el que estaba. Lo invitó a pasar y ni siquiera le dejó preguntar por qué estaba ahí cuando Andreas comenzó a hablar sin parar. Arthur escuchó todo lo que su amigo soltaba. Decía cosas tan locas, imposibles de creer. Pero algo inquieto por lo que escuchaba, le pidió que se marchara con él. Fue entonces que Andreas se dio cuenta de que la casa que solía frecuentar desde que era niño estaba vacía, excepto por un par de maletas que estaban junto a la puerta.
Confuso, preguntó qué era lo que pasaba. Entonces, Arthur le mencionó que sus padres ya no se sentían seguros en Wolfscastle, así que decidieron mudarse al extranjero. A lo que él los seguiría, pues no tenía nada en el pueblo que lo hiciera quedarse. Conmocionado por la noticia, se quedó sin palabras hasta que, después de un extraño silencio, le pidió que lo acompañara.
—Andreas, si lo que dices es verdad, ven con nosotros. Tampoco estas a salvo aquí —Le había pedido con la esperanza de obtener una respuesta positiva.
Después de sopesarlo unos segundos, accedió. Era lo mejor que podía hacer. Así, los amigos quedaron en que se verían al amanecer en ese mismo lugar.
Andreas regresó a la casa de Cinnia con la esperanza de encontrar a Cleissy o Lorcan, para informarles de su partida y ver si podía hacer algo por ellos. Al llegar, se aseguró de que su novia no estuviera presente, pero no solo fue su ausencia lo que llamó su atención, sino también la de las personas que lo habían acogido como un hijo.
Entró al lugar, pero se detuvo al ver las condiciones en las que se encontraba. Había sangre salpicada por todas partes, los muebles estaban destrozados, los cuadros y las ventanas rotas. Con el corazón acelerado, salió de prisa para recoger sus cosas y poder irse sin mirar atrás. Una vez que pasara un tiempo, estaba decidido a regresar y buscar a Cleissy y Lorcan. Mientras tanto, permanecer lejos de Wolfscastle era su mejor opción.
De regreso en su casa, sintió que podía respirar tranquilo de nuevo. Al menos, fue así durante unos segundos, porque al entrar no se esperaba que Cinnia lo estuviera esperando. Con una mezcla de sorpresa y miedo, dio un paso hacia atrás. Sin embargo, si quería mantenerse a salvo no solo a él mismo, sino también a Arthur, necesitaba actuar con naturalidad, como si no supiera lo maligna que era la mujer frente a él.