—Maldita sea —se quejó Susana subida en la azotea del edificio de la empresa Fave.
Le quitó el envoltorio a una paleta dulce sin despegar la mirada en el atardecer anaranjado que cae sobre la ciudad. Se llevó el dulce a la boca antes de suspirar desanimada.
Víctor había desaparecido hace más de un mes sin dejar rastro alguno dejando sobre su cabeza todo su trabajo sin aun estar capacitada para asumirlo. La carga laboral excesiva le causa dolor en el cuello por lo que movió su cabeza a ambos lados esperando sentir algo de alivio.
Tomó su teléfono y llamó a su socia para saber como va su propio negocio. Trabaja de seis de la mañana a ocho de la tarde en la empresa de su familia, para desde esa hora hasta la medianoche dedicarse a su propio emprendimiento.
Al principio tuvo que sacrificar sus salidas nocturnas, desde que se convirtió en adulta no había estado tanto tiempo sin tener relaciones sexuales porque incluso su estúpido marido le ha dado por dormir en cuartos separados.
Volvió a suspirar olvidándose del teléfono.
—¿Todo bien? ¿Cómo sigue tu abuela? —le preguntó su amiga desde el otro lado preocupada por su tono decaído.
—Igual, no hay mejora —respondió.
Sinceramente no hay demasiadas noticias al respecto, solo que la comisión de socios de la compañía ya ha llamado a una reunión para definir el reemplazo de su abuela como presidenta de la empresa, mientras su salud la mantenga lejos.
Aunque todos saben que ella jamás podrá volver a tomar su cargo. Su condición es irreversible y solo queda esperar.
Y los únicos candidatos hasta ahora son el hermano de su abuela, a quien no ve hace mucho, Antonio y ella. Que en verdad quisiera mantenerse lejos de todo esto.
“No puedo ambicionar algo que desde un principio nunca fue mío” pensó entrecerrando los ojos.
Tal vez es por lo mismo que, aunque sienta pena y preocupación por la salud de su abuela no la ve como si realmente fuera su familia. No lo fue ese hombre al que la obligaban a llamarlo padre cuando fuera de la vista de todo el mundo ese mismo tipo le prohibía llamarlo de esa forma e incluso la trataba como “huérfana recogida”, o la mujer amargada y sola que las pocas veces que le habló fue para señalarla y gritarle “¿Dónde esta mi verdadero hijo?”
—¿Cuándo podré cortar al fin los lazos con todos ellos? —se preguntó suspirando apenas había colgado el teléfono.
Bajó a la oficina a recoger sus cosas y volver a casa cuando vio a Antonio sentado en su puesto. Susana arrugó el ceño y pasó a su lado, ignorándolo, mientras tomaba su cartera. Pero antes de que pudiera dar un paso aquel la tomó de la muñeca sin permitírselo.
Susana al sentirse retenida se giró hacia él con expresión agria.
—¿A dónde crees que vas? —le dijo Antonio sonriendo.
Susana se detuvo en su mirada, no sabe si por la semioscuridad que ronda el pasillo la mirada de Antonio le pareció más siniestra y extraña de lo usual o en realidad aquel tiene esa expresión disfrutando de retenerla de esa forma.
—A casa ¿A dónde más? Tengo demasiado trabajo para algo más, solo quiero ir a la cama y dormir —respondió antes de darle un tirón a su brazo sin lograr soltarse del agarre de su marido.
—Hoy cenaremos juntos —señaló colocándose de pie y caminando llevándola atrás suyo a pesar de que Susana se niega a caminar.
—¿Y quién mierda te dijo que quiero pasar mi noche de descanso comiendo contigo? ¿Crees que me gusta sentarme a comer mirando tu cara de póker sin expresión? —replicó.
No se esperaba que Antonio apenas terminó de escucharla la tiró a su lado tomándola de los hombros y reteniéndola contra la pared. Abrió los ojos solo para sentirse invadida por los claros ojos de aquel hombre quien sonrió al notar el ligero miedo que se dibujó en el semblante de la mujer al sentirse vulnerable en esa posición.
—¿Estás molesta porque no has tenido sexo en tanto tiempo? ¿Mi esposa sexópata necesita ser atendida? —le preguntó en un tono provocativo que hizo que Susana apretará los dientes al darse cuenta de que se burla de ella.
Y antes de que pudiera responderle, Antonio le apretó ambas mejillas con una sola mano. Esto le dolió, pero aún más el tono burlón con que este la mira fijamente.
—Un niño listo, el mejor de su promoción, talentoso, apuesto y llamativo. Eso querían, pero lamentablemente el único candidato que caía en esa descripción era una pobre niña abandonada por su padre, quien luego de la muerte de su mujer hizo una nueva vida. ¿Fue divertido usurpar un lugar que no era tuyo? —le habló acercándose a su oreja.
Susana abrió los ojos de par en par ¿Cómo sabe eso? ¿Cómo sabe de su pasado y aun más de que no era la verdadera hija biológica de los Fave? Ellos hicieron todo por hacerla pasar como el hijo biológico incluso inventándose un cuento de que la había criado como niño hasta los cuatro años por un trauma de su padre. No fue difícil engañar a todo el mundo porque debido a que el hijo verdadero nació enfermo siempre lo mantuvieron oculto del público.
¿Acaso esa anciana que siempre se mostró tan cerrada y cuidadosa le contó a este tipo algo tan sensible como eso?
—¿Te has vuelto loco? ¿Qué incoherencias hablas? ¿Acaso tú…? —no terminó sus palabras ya que sintió que su boca era tomada por Antonio.
Fue invadida sin ser invitado, deslizándose por su interior y acallando sus reclamos, pero hay algo distinto y aunque quiso impedirlo sintió como una pastilla se deslizaba por su garganta.
Acaba de hacerla tragar algo de dudosa procedencia. Lo empujó apartándolo de su lado y tosió buscando escupir lo que le había obligado a tragar.
—¿Qué… mierda? ¡¿Estás loco?! —lo cuestionó retrocediendo.
Antonio no respondió.
—¿Quieres agua? —le preguntó levantando un vaso hacia ella.
Susana golpeó el vaso botando el agua al piso.
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Editado: 25.11.2024