Jackson estaba afuera como hace varios días esperando a que Jade saliera o se asomara por la ventana, se le hacía raro que todo estuviera tan silencio y apagado, solo se veía una luz encendida al fondo de la casa, parecía que no había nadie. Llevaba días así, afuera, esperando su salida o llegada, pero en cambio solo estaban él y su auto a solas.
Estaba indeciso si enviarle un mensaje que estaba seguro de que ella ignoraría, una llamada sería igual. Se acerco cuidadosamente con nerviosismo y toco la puerta y no paso tanto tiempo hasta que Ryan abrió la puerta, se veía triste y decaído, sus ojos estaban rojos y parecía que había llorado.
—Hola —dijo con nerviosismo notable —¿te pasa algo?
—Pasa —entramos y nos quedamos en la sala Jackson se sentó frente a mi —Todo va mal —dije cubriéndome el rostro.
—¿qué ha pasado?
—Jade está en el hospital, ¿qué acaso no eres su novio? —había duda en mis palabras.
—Hemos terminado hace unos días, le he mandado mensajes, quería arreglar las cosas con ella, por eso he venido, pero no me esperaba esa noticia —sus ojos comenzaron a cristalizarse.
—¿Sabes si ella estaba pasando por un mal momento? —le dije a lo que él se tensó.
—Fue mi culpa, dime en que hospital esta —se levantó y se dirigió a la puerta, le dije el nombre del hospital y el salió tan rápido como pudo.
Tomé una sudadera y las llaves de mi auto y salí en la misma dirección de Jackson; ya estaba oscureciendo, eran más de las ocho de la noche, la carretera hacia el hospital no estaba muy transitada y no tarde mucho en ver su auto llegando al hospital. Salió del auto y entro con tanta rapidez que no logre alcanzarlo hasta verlo en la entrada pidiendo que lo dejaron entrar a la habitación de mi hermana.
La enfermera encargada de la recepción se negaba a darle información.
—Jackson, ven conmigo.
Me acompaño hasta la habitación de mi hermana, podía sentir la tensión y su nerviosismo por verla.
*
Tenía un nudo en la garganta, entre en esa habitación blanca y el corazón se me encogió al verla ahí, no pude evitar llorar al verla en ese estado, estábamos los dos solos y el sonido de las maquinas a las que estaba conectada; me dolió; me dolió verla ahí, por mi culpa, porque fui yo quien la traicionó. Jugué con ella a pesar de quererla tanto.
—Perdóname por ser un idiota —le dije mientras tomaba una de sus manos. Su tacto era suave, aunque estaba un poco fría. —¿En verdad voy a perderte?
No sabía si ella me escuchaba o no, pero quería una respuesta, me sentía la peor persona, por fallarle a quien me quería de verdad.
¿Cuán miserable puedes llegar a ser solo por el ego de alguien y por cumplir sus caprichos?
Me arrepiento por elegir siempre el camino equivocado, por tener tantas formas de hacer las cosas bien y elegir la peor.
Todo estaba pasando tan rápido que sentía como un minuto parecía pasar con tanta rapidez a su lado, pronto llegaría la hora de irme, pero no quería dejarla, no sabiendo que no había estado ahí cuando prometí ayudarla, no cuando sabia lo destrozada que estaba y aun así la destrocé más.
Seguía sosteniendo su mano, una lagrima tras otra bajo por mi mejilla, me sentí tan ruin al verla casi sin vida.
Note las vendas en sus muñecas, una pequeña mancha roja estaba en ellas; el corazón se me partió de solo pensar que había sido el causante del daño que la había traído hasta aquí.
—Por favor, despierta y dime que me he equivocado, dime que me perdonaras y que todo volverá a ser como antes —tenia la voz quebrada y un nudo en la garganta que no dejaba que las palabras que quería decirle salieran con facilidad.
Día tras día fue pasando hasta que esos días fueron semanas, después meses, en los que anhelábamos que sus ojos se volvieran a abrir. Un suceso extraño, había sido un golpe que no tendría consecuencias, pero como entender el cuerpo humano a la perfección.
Después de tanto tiempo era mi rutina ir al hospital, pocos sabían las verdaderas razones del porque Jade estaba en coma, pero era mejor así.
Entre a la habitación con un pequeño ramo de tulipanes rojos, una de sus flores favoritas y las deje a su lado. Tome su mano y me quede a su lado hasta que llegara su hermano.
—Hoy ha sido un día especialmente difícil —dije con su mando entre las mías. —me has hecho mucha falta —me quede en silencio.
—Hola —dijo Lucy entrando casi sin hacer ruido. —¿Cómo estás?
—Bien, un poco cansado —regrese mi mirada a Jade.
—Si quieres yo puedo quedarme hasta que llegue Ryan. —dijo sentándose en una de las sillas al otro lado de la pequeña cama.
—No hay ningún problema —estaba tan distraído, pero no quería irme.
—últimamente no has estado muy bien ¿en serio no te pasa nada?
—¿En realidad lo quieres saber? —dije casi en un susurro
—es tu decisión si quieres contarme.
—No, iré a tomar un poco de aire —Sali casi corriendo del hospital, no estaba bien. Me hacía falta, había logrado tanto en mi que ahora Jade me hacía falta más a mi que yo a ella y eso dolía, porque ella estaba ahí, sin saber si volvía a despertar o no.