La amorosa pareja había abandonado el camerino de la chica, de manera que Liam se apresuró a salir de su escondite de manera rápida, antes de que alguna otra cosa sucediera una vez más.
Él arrastró sus pies hasta el exterior del camerino, sus ojos estaban inflamados, su mente no dejaba de acusarlo por ser un tonto, pero, debía continuar con su trabajo, su suelo, por lo menos aquel que sí era posible de alcanzar, era conocer a Verónica, poder entablar una conversación con ella por lo menos de manea agradable.
Liam observó a todos lados, para asegurarse de que ninguna persona lo viera en ese estado. Debía ahorrarse las innumerables preguntas que esto podría ocasionar, y ¿Cómo diría que se trataba de un mal de amor?
Sus pasos lo estaban haciendo alejar del camerino de la joven, ese lugar que a pesar de haber sido una de las partes que había añorado conocer, se había convertido en uno de los más dolorosos y desagradables del mundo.
Sabía que si llegaba a entrar a este una vez más, terminaría perdiendo la cordura y recordando con claridad esa escena que debía borrar de su mente. Por lo menos podría pensar que fue un mal sueño y hacer como si eso nunca hubiera sucedido.
—¡Liam! —lo llamó una voz femenina a sus espaldas.
Sus pasos se frenaron en seco, era poco probable de que una de las trabajadoras de ese sitio conociera su nombre, no cuando solo llevaba un día en el set y no había llegado a entablar alguna clase de conversación con sus compañeros.
Tal vez, debía dejar a un lado la idea de acercarse a una mujer con pareja, y centrarse en la oportunidad de conocer a nuevas personas, ¿quién sabrá si en el set de grabación llegaba a conocer a una cica con la que pudiera tener cosas en común y el amor tocara a su puerta de manera inesperada?
Al darse la vuelta, se encontró con la dulce mirada de Miranda, ella había sido uno de los medios por los cuales había logrado conseguir ese trabajo. Ella era una señora que se caracterizaba por su gran sentido del humor, por lo menos, trabajar cerca de ella no era en ningún momento aburrido.
En el instante en que él se dio la vuelta, el rostro de Miranda se adornó con una mueca de confesión.
—¿Qué te sucedió en la cara? Parece que hubieras estado picando cebollas durante todo el día —dijo en un tono de humor, y tenía razón, Liam se veía extremadamente mal.
—No pasó mucho, solo me expuse demasiado al cloro —dijo con una pequeña sonrisa. Por lo menos, de esa manera podría sonar un poco creíble.
—En ese caso, ayúdame a llevar esto a la sala número cuatro. Así tomarás un poco de aire —afirmó con una sonrisita.
Ella esperaba que el joven pudiera adaptarse de manera rápida al ritmo que se llevaba a un set de grabación, desde el momento en que vio a Liam, en él vio la imagen de su hijo, el cual era un par de años mayor, pero conservaba la misma mirada amable de ese chico.
Asintiendo sin ninguna otra opción de negarse o escapar de esa pequeña misión, él se encaminó a la sala número cuatro. La zona en la que se estaba preparando el rodaje de una de las escenas en el exterior; una en la que, por fin, Liam tendría el privilegio de conocer a Verónica, de verla cara a cara y poder aspirar el aroma que ella emanaba, ese mismo que él había desconocido al interior del armario.
La canasta, con los elementos de utilería que necesitarían para la escena, terminaron sobre la mesa señalada, todo según la indicación del director de la película. Liam no dejaba de analizar cada uno de los detalles que lo rodeaban, de manera que cuando la cinta se estrenara, él pudiera apreciar de mejor manera el trabajo de los encargados de la edición de la cinta.
Estaba tan centrado en su análisis, que no vio a la persona que se encontraba a espaldas de él, quien estaba leyendo el guion de la siguiente escena antes de que se le borrara de la cabeza. Sus cuerpos chocaron ocasionando que la otra persona rompiera un jarrón de cristal.
El sonido de este cristal, estrellándose en el suelo, hizo que la atención de los presentes se posaran sobre los dos involucrados.
—¡Lo siento mucho! —exclamó Liam rogando no meterse en problemas. No quería ser despedido el primer día de haber sido contratado.
Sus ojos se abrieron de forma amplia, al ver que la persona que se encontraba delante de él, no era nada más y nada menos que Maven. La mirada del joven actor estaba clavada en Liam, él estaba apretando sus puños con fuerza, estaba luchando con todas sus fuerzas para no hacer algo de lo que podría arrepentirse.
—¡¿Lo sientes?! ¡¿de verdad lo haces?! ¿De qué te sirve tener ojos en la cara si ni siquiera pones atención a lo que hay a tu alrededor? —Maven estaba completamente furioso, aun así, no podía olvidar que su pareja, la “defensora de los pobres” estaba cerca del lugar.
Cuando él vio que ella se estaba acercando, cambió rápidamente de actitud, a diferencia de ser el tipo que buscaba problemas, se había convertido rápidamente en la víctima, de manera que a Verónica no le quedara más opción que ponerse de su lado, porque, al final de cuentas, él era un afectado más.
—¿Qué está sucediendo aquí? —indagó la joven apareciendo por detrás de Liam, su corazón se detuvo por un momento, justo cuando el sonido de su melodiosa voz fue percibida por los oídos del joven —¿Maven? ¿Otra vez estás molestando a los nuevos? —una de sus cejas se elevó, regalándole al joven actor un pequeño y silencioso regaño. —¿Te encuentras bien? —preguntó ella una vez más posando su mano en el hombro de Liam.
#13663 en Novela romántica
#2608 en Chick lit
#8007 en Otros
#2421 en Relatos cortos
Editado: 03.07.2023