En Otra Vida

Capítulo 5: "Felicidad a medias"

Desde aquel día que vi a esos pobretones mirar a mi Misa de manera descarada en su aula, yo decidí ir todos los días a buscarla a su casa para llevarla a la universidad así yo no tuviera clases en ese horario, así mismo la recogía a la salida de las mismas, mi objetivo era evitar que alguno de esos tipejos se quiera pasar de listo y se atreva a retarme acercándose a ella. Dylan me dice que me estoy comportando un tanto asfixiante con Misa, pero yo la verdad no creo ello, yo solo cuido lo mío, además ella no me ha dicho nada respecto a mi nueva actitud, más bien la veo últimamente un tanto callada, y ello me extraña, pues ella desde que la conocí siempre ha sido muy comunicativa conmigo.

 

—Valentino— escuche, sacándome de mis pensamientos, para posar mi mirada en el dueño de la voz.

—¿No piensas irte ya? — agregaba mi buen amigo Dylan.

—¿Qué? — dije un tanto aturdido.

—La clase ya termino, y según recuerdo el horario de Misa que me mostraste, a esta hora ella también tiene receso— agrego Dylan.

—Misa — dije, al tiempo que me ponía de pie.

—Calma, calma amigo, guarda al menos tus libros— agregaba mi amigo sonriendo.

—Cuídamelos—pronuncié, al tiempo que salí presuroso del aula, mientras escullaba murmullos a mi alrededor, murmullos que generaban molestia en mí pues era algo que ya había escuchado en otras oportunidades, pero no podía detener mis pasos para responder, tenía que ir con Misa y así lo hice.

 

 

Tras varios minutos de caminata llegué a la facultad de Misa, y la vi parada, con su espalda apegada contra la pared, con el rostro pensativo, a escasos metros de ella un grupo de chicas murmuraban al tiempo que sonreían, mientras giraban sus rostros por momentos para verla. En un determinado momento una de las miradas de aquellas chicas se topó con la mía, ante el contacto se puso blanca cual papel, inmediatamente poso su mirada en sus amigas, les dijo algo que no logre escuchar y se marcharon a la velocidad de un rayo. Una vez que esas chicas se marcharon del pasillo camine hacia Misa, quién aún no notaba mi presencia.

 

 

—¿En qué piensas hermosa? — pronuncié, mientras me acercaba a ella.

—En ti— dijo Misa con una dulce sonrisa.

—¿En mí? — respondí sonriendo.

—Si, en ti— agrego ella, pero su tono de voz a pesar de su sonrisa estaba algo extraño.

—Pues me alegra saber que pienses en mí, porque yo también pienso en ti, es más cada segundo que pasa, me pregunto ¿Qué estarás haciendo?, por ejemplo— respondí sonriendo, sin darle mayor importancia a la actitud de ella.

—¿Tienes libre nuevamente? — acoto ella.

—¿Qué? — respondí confundido por la pregunta.

—Es que no quisiera que no estés entrando a clases por venir a verme— agregó Misa.

—No te preocupes, estoy entrando a mis clases— dije abrazándola, mientras posaba mis labios sobre su mejilla para darle un par de besos.

—¡Qué bueno! — respondió Misa.

—¿Te pasa algo? — dije.

—No, claro que no— pronunció ella.

—Entonces, ¿vamos al cafetín? — agregué.

—Sí, ¡Vamos! — dijo ella, al tiempo que yo la tomaba de la mano.

 

 

Misa y yo caminamos a hacia el cafetín de la facultad de ella, una vez que llegamos a este y ubicamos una mea libre, nos dirigimos a la misma para ocuparla.

 

 

—Voy por unos refrescos y unos sándwiches — dije.

—Bien— respondió Misa.

 

 

Tras escuchar la voz de Misa, camine hacia el área donde adquiría nuestros pedidos, una vez que llegue junto a la mesa, mientras esperaba a la persona que me tomaría el pedido, escuche unas voces, unas voces que logre reconocer, pero lo que más me causó molestia fue escuchar los comentarios que hacían.

 

 

—No puedo creer que ya lleven tantos meses juntos— decía una de las voces.

—Pues créelo Bárbara, los estás viendo aún juntos a pesar de todos los comentarios que Misa ha venido escuchando en las últimas semanas, ella parece confiar plenamente en él, tal vez te equivocaste amiga y no es tan impulsivo como dices y solo en aquellas oportunidades que se mostró tan violento contigo, solo fueron casualidades, un mal momento, una reacción que no supo controlar, como una vez me dijo mi hermano, que se yo— agregaba otra voz.

—Pero yo no he sido la única víctima de su impulsividad y celos infundados— pronunciaba la primera voz.

—Bueno amiga, yo la verdad no conozco mucho a esas otras chicas, a lo mejor solo exageraron alguna reacción suya, o si en realidad es temperamental, pues ya dejo de serlo.

—Una persona impulsiva no cambia Dalí.



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En el texto hay: fantasia, romance, drama

Editado: 15.02.2023

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